P¨¢jaros titubeantes

Cuando toda la c¨¦lula de camaradas del realismo social est¨¢ hace tiempo desarticulada, muchos de sus componentes desaparecidos para siempre y sus obras -novelas, relatos, cr¨®nicas de viaje: quiz¨¢s estas ¨²ltimas son las que mejor van a soportar el paso del tiempo- son libros desencuadernados, a merced de los injustos olvidos que los llevan de un sitio para otro, conmueve, en primer lugar, el tes¨®n y la fe en sus posibilidades narrativas de Antonio Ferres (Madrid, 1924), que sigue, a pie de trinchera est¨¦tica, d¨¢ndonos libros nuevos o propiciando rescates. Hace cuatro a?os public¨® en Debate unas memorias ligeras, notariales y l¨ªricas, de un tiempo que fue como no debi¨® ser, cartografiaba una Espa?a que pudo ser, y no fue. Aquellas memorias, fragmentadas, desiguales, y muy valiosas, las titul¨® Memorias de un hombre perdido.

La siempre acertada edito

rial Gadir se ha propuesto, en estos a?os recientes, rescatar o publicar textos nuevos de Ferres. As¨ª en 2004 sac¨® un excelente libro de viajes del escritor madrile?o, Tierra de olivos, publicado en 1964 y que desde entonces nunca se hab¨ªa editado. Pues bien, aquel "seguir de pobres", aquel "quej¨ªo" de las gentes del olivar, que so?aban con irse a Barcelona y a Alemania, aquel libro de 1964 resulta hoy mucho m¨¢s moderno de estructura que este otro, Cr¨®nica de amor de un fabricante de perfumes, que se nos presenta como su ¨²ltima entrega narrativa. No ser¨ªa raro que fuera un proyecto que qued¨® arrumbado en su gaveta de escritor y que ahora haya salido forzado por la simpat¨ªa -en este lector es el caso- que despierta la obra de Ferres. Escrito con su acostumbrada solvencia, sonroja un tanto la aparici¨®n de un libro con unas historias y unos personajes tan ?o?os y romos. Es como un libro anacr¨®nico, que no puede ser testimonio de una ¨¦poca -concreta, el Madrid de 1959- porque est¨¢ llena de topicazos, que flaco servicio le hace a la Causa -y la may¨²scula no quiere ser cruel, sino respetuosa-. Ferres se ha equivocado de cabo a rabo: ha creado una historia de amor entre un perfumista y una acogida de un convento de monjas, situados -convento y f¨¢brica- en los arrabales, en una Espa?a t¨¦trica y atroz, llena -la novela- de situaciones bienintencionadas que acaban siendo un puro disparate. Se habla en este texto -de prosa cuidada, incluso conseguida, a veces con evidente voluntad po¨¦tica-, en un momento determinado, de "el titubeo de los p¨¢jaros" y es, qu¨¦ duda cabe, un t¨ªtulo que pod¨ªa valer para un poemario de la ¨¦poca, para un adon¨¢is o para una flornatural en Tomelloso, pero tras esa frase poco m¨¢s se encuentra uno: el aleteo de una mariposa, el titubeo de un mirlo, el arrullo de una t¨®rtola, suena bien pero dura poco el efecto. A m¨ª que me gust¨® tanto Tierra de olivos, hubiera preferido que me hubiera interesado m¨¢s esta Cr¨®nica de amor..., llena de costurones y de rotos, que no son precisamente las rayas del tiempo, de las que tanto se habla al final de esta novela desgraciadamente fuera de lugar.