El hombre de Ralph
El basti¨®n del estilo estadounidense desembarca en Espa?a, uno de sus principales mercados europeos, con una tienda masculina. Una ocasi¨®n para descubrir la dimensi¨®n de Ralph Lauren
"?Qui¨¦n m¨¢s ha creado una prenda de ropa llevada y reconocida en todo el mundo? S¨®lo Ralph, con su camisa Polo". El peri¨®dico Women's Wear Daily inclu¨ªa esta cita de Donna Karan cuando Ralph Lauren, la marca, cumpl¨ªa 35 a?os en 2002. Esta afirmaci¨®n es matizable (basta recordar a Levi Strauss y su pantal¨®n vaquero o el polo de tenis de Ren¨¦ Lacoste), pero el mism¨ªsimo Karl Lagerfeld le daba su benepl¨¢cito en 1992: "Mantiene la mejor idea de Am¨¦rica posible. Vende un estilo de vida. No cambia cada seis meses porque no es su esp¨ªritu. Le da el tono americano adecuado a gente que de otra manera probablemente tendr¨ªa mal gusto". Y es que, cuando se les pregunta por Lauren, el hombre, a especialistas de moda de todo el mundo, ciertas palabras se repiten como un mantra: icono, buen gusto, constante, respetado, estilo de vida norteamericano. Pistas para describir el fen¨®meno Ralph Lauren, tanto el hombre como la marca, que el a?o que viene cumplir¨¢ 40 a?os de saludable vida comercial. Eso, o c¨®mo llamar a una empresa global que cotiza en Wall Street y que, seg¨²n Hoovers.com, ha registrado en 2006 ventas por valor de casi 4.000 millones de d¨®lares, un 13,3% m¨¢s que el a?o anterior. Un ¨¦xito fraguado a base de camisas Oxford, chic estudiantil, cl¨¢sica elegancia campestre y, por supuesto, el sempiterno logotipo del jugador de polo. Y, a pesar de todo, mucho m¨¢s que una mera recopilaci¨®n de los lugares comunes del ideario pijo.
Una historia del Bronx. Seg¨²n la versi¨®n oficial, Polo Ralph Lauren Corporation es "un l¨ªder en el dise?o, marketing y distribuci¨®n de productos de estilo de vida de primera clase en cuatro categor¨ªas: textil, hogar, accesorios y fragancias". Pero detr¨¢s de lo as¨¦ptico de esa definici¨®n se esconde la historia de un hombre hecho a s¨ª mismo en la mejor tradici¨®n norteamericana: un chico jud¨ªo del Bronx neoyorquino que aprendi¨® a vender estilo WASP (la ¨¦lite blanca, anglosajona y protestante de Estados Unidos) a los propios WASP. El mismo Ralph Lauren declaraba a la revista Time en 2002 que "la idea de que existe una correlaci¨®n entre lo que haces y de d¨®nde vienes es rid¨ªcula. Yo, sencillamente, tengo un tipo de gusto al que la gente responde". Algo que ocurre desde que empez¨® en el mundo de la moda. Nacido en 1939 bajo el nombre de Ralph Lifshitz, tras pasar por los mostradores de Brooks Brothers, en 1967 obtiene un pr¨¦stamo de 50.000 d¨®lares para dise?ar una l¨ªnea de corbatas firmada con el nombre del m¨¢s elitista de los deportes: Polo. Y ya entonces deja muy claras sus intenciones: "Estoy interesado en la longevidad, la intemporalidad y el estilo, no en la moda". Dos a?os despu¨¦s se inaugura la primera tienda de un dise?ador dentro de unos grandes almacenes: el corner de Polo Ralph Lauren, ya convertida en marca de ropa masculina, en Bloomingdale's (Manhattan). Durante la d¨¦cada de los setenta, la marca se desarrolla con rapidez: en 1970 gana el Coty Award a la mejor colecci¨®n para hombre, en 1971 se introduce la primera colecci¨®n femenina (que ganar¨ªa de nuevo el Coty Award dos a?os despu¨¦s) y en 1972 tiene lugar el primer hito con la introducci¨®n del legendario polo con el logotipo del caballo galopante. ?El eslogan? "Cada equipo tiene su color. Polo tiene 24". Esta elocuencia le sirve a Lauren tanto para lanzar su primera generaci¨®n de ropa de ni?os, accesorios, zapatos y fragancias como para publicar su primera campa?a publicitaria nacional en 1979. Toda una declaraci¨®n de principios que, en unas hoy inauditas veinte p¨¢ginas, celebra la experiencia americana con personajes reales (el surfista Buzzy Kirbox o el arquitecto Tom Moore) como modelos. Para entonces, Polo Ralph Lauren ha llegado a la edad adulta, y los estereotipos que recorren su Am¨¦rica ideal est¨¢n perfectamente definidos. Para hombre, una compensada mezcla de curtida est¨¦tica ranchera, la elegancia preppy de la clase alta de Nueva Inglaterra y el lujo exquisito del Gran Gatsby, personaje al que viste en su adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica, en 1974, con Robert Redford como protagonista. Para mujer, feminiza el look masculino inspir¨¢ndose en "una joven Katharine Hepburn", una apuesta que culmina en 1976 con el vestuario de Diane Keaton en Annie Hall.
Icono del dise?o. Con el cambio de d¨¦cada, esta coctelera de folclore y buena vida estadounidenses empieza a obtener prestigio m¨¢s all¨¢ del p¨²blico especializado, y en 1980, Paul Goldberg, cr¨ªtico de arquitectura de The New York Times, afirma sin rubor que el verdadero icono del dise?o de los ochenta no es Philip Johnson ni Robert Stern, sino Ralph Lauren. Es decir, el producto adecuado en el momento perfecto: estilo aspiracional para la d¨¦cada de los yuppies. Y a escala mundial. En 1981 se inaugura la primera tienda en Londres y, dos a?os despu¨¦s, Lauren se convierte en el primer dise?ador de moda que saca a la venta una colecci¨®n completa de hogar. 1986 es el a?o del c¨¦nit espiritual. El dise?ador convierte la mansi¨®n Rhinelander de Nueva York, un regio edificio de finales del siglo XIX, en la tienda insignia de la casa y, por ende, en la representaci¨®n ¨²ltima de su est¨¦tica dinero viejo. De los noventa en adelante, la empresa ampl¨ªa su espectro hacia lo deportivo (la muy exitosa l¨ªnea Polo Sport), los segmentos m¨¢s altos del mercado (la colecci¨®n Purple Label, introducida en 1994) y la consolidaci¨®n financiera, avalada por una salida a bolsa en 1997. Desde entonces, la necesidad de contentar a los accionistas ha hecho de Polo Ralph Lauren un gigante en toda regla, comprando otras marcas como Club Monaco, optimizando su densa red de licencias y desarrollando su presencia en Internet con Polo.com, proyecto que se present¨® en el a?o 2000 a bombo y platillo en forma de joint venture millonario con la cadena televisiva NBC. No est¨¢ mal para un chico que, cuando le preguntaron en el colegio qu¨¦ quer¨ªa ser, respondi¨®: "Millonario".
Del polo al cielo. Hoy, Nacho Figueras es la encarnaci¨®n del perfecto hombre Ralph Lauren: un joven guapo que reparte su tiempo entre Nueva York, Palm Beach y su Argentina natal, y que a sus 27 a?os est¨¢ considerado uno de los mejores jugadores de polo del mundo. Es adem¨¢s el ¨²ltimo "modelo no profesional" elegido para ser la imagen de la ropa y fragancias de la firma. Como tal, recibe a la prensa en el primer gran paso del desembarco de los norteamericanos en Espa?a: la inauguraci¨®n de un corner Polo Ralph Lauren en la planta masculina de El Corte Ingl¨¦s en el madrile?o paseo de la Castellana. Con sus 275 metros cuadrados decorados con maderas oscuras, papel pintado y ambiente de club de caballeros, completo con una rica oferta de sastrer¨ªa, sport y complementos, se trata del espacio de este tipo m¨¢s grande en Europa. Un entorno perfecto para que, sentado en una butaca a?os treinta y vestido con un traje oscuro, "el Brad Pitt del Polo", como fue bautizado por el New York Magazine, cuente su historia pertrechado de blindada amabilidad corporativa: "Tuve la suerte de conocer a Ralph hace seis o siete a?os en Nueva York, y me vio como alguien que representaba el mundo que ¨¦l cre¨®, que ¨¦l so?¨®. ?l bas¨® mucho de su compa?¨ªa en el deporte, y en particular en el polo, de modo que, ya de principio, me toca muy de cerca. Siempre admir¨¦ la marca, y cada minuto que pasa en mi relaci¨®n con Ralph y con su empresa, m¨¢s me gusta. No se fija la tendencia, sino que siempre so?¨® con una imagen global, un estilo de vida, y lo representa como un todo coherente, cl¨¢sico y elegante".
Una historia. Resultados econ¨®micos aparte, la l¨®gica antimoda no siempre ha sido provechosa para Ralph Lauren. A pesar de los triunfos que supusieron los looks de Diane Keaton y Robert Redford, del premio CFDA que el Council of Fashion Designers of America le otorg¨® por toda su carrera en 1992, del religioso respeto que se le profesa en Estados Unidos o de las entusiastas declaraciones de algunos de sus colegas, su credibilidad en el mundo de la moda ha sido frecuentemente discutida. Como le ocurri¨® a Tom Ford, Lauren ha sido acusado de ser m¨¢s un estilista que un dise?ador. Ya Pierre Berg¨¦, el hist¨®rico socio y ex pareja de Yves Saint Laurent, hizo p¨²blico su rechazo a principios de los noventa: "Representa todo lo que detesto en la moda. Complace a la gente que se esconde en el pasado, temerosa del futuro. Pero supongo que es lo adecuado en el actual clima pol¨ªtico estadounidense, dominado por la extrema derecha". Lauren respondi¨® al ataque arguyendo que su ropa "representa calidad y atemporalidad. No se trata ni de nostalgia ni del ayer. Es para siempre? Y creo que YSL tiene la misma filosof¨ªa: calidad y elegancia intemporal". Pero Lauren ya ha saldado su deuda con la moda: ha entrado en el juego de los accesorios de temporada con su bolso Ricky, presenta su primera l¨ªnea masculina, Ralph Lauren Purple Label, en la Semana de la Moda de Mil¨¢n y alimenta a un ¨¢vido mercado internacional con aperturas de tiendas en las principales ciudades del mundo. Y es que el siglo XXI avala su m¨¦todo. Mientras que otras etiquetas m¨ªticas han visto su legado diluido en un marem¨¢gnum de licencias mal gestionadas, como Pierre Cardin, o sobrepasados cuando el signo de los tiempos ha invalidado su discurso, como ocurri¨® en su ¨¦poca con Paul Poiret, la inquebrantable coherencia de este neoyorquino ha sido la clave para mantener el estatus de su amplia gama de productos. "M¨¢s de 60 tonos de blanco perfecto", reza una de las ¨²ltimas campa?as de pintura para el hogar. Matices de perfecci¨®n que prueban que, como le ocurre a Nacho Figueras, a veces la vida puede ser como un anuncio.
El 'corner' de Polo Ralph Lauren est¨¢ en El Corte Ingl¨¦s de Castellana (Madrid).
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