El precio de la corrupci¨®n

Pese a que todos ten¨ªamos la certidumbre de que la corrupci¨®n urban¨ªstica era creciente en Espa?a, asistimos, asombrados, a la revelaci¨®n de sus dimensiones (gracias, Garz¨®n). Es verdad que afecta a todos los partidos pol¨ªticos, aunque tambi¨¦n que su proporci¨®n, tanto en t¨¦rminos cuantitativos como cualitativos, es muy diferente entre unos y otros. Me pregunto qu¨¦ ha pasado para que hayamos llegado a esta situaci¨®n. En el d¨ªa a d¨ªa no resulta tan dif¨ªcil advertir cu¨¢ndo alguien de nuestro c¨ªrculo vive por encima de sus posibilidades.

?Qu¨¦ han hecho, entonces, los partidos, los responsables de las distintas administraciones? ?Qu¨¦ hemos hecho los ciudadanos? A tenor de los resultados, bien poco. No creo que ¨¦ste sea un tema exclusivo de la justicia, como algunos quieren hacernos creer. Si los ciudadanos nos limitamos a dar nuestro voto como un cheque en blanco, si los representantes pol¨ªticos honestos -que los hay- no act¨²an con contundencia, creo que lo que nos jugamos no es lo poco que queda de nuestro paisaje, o el precio de la vivienda. Ejemplos de c¨®mo funcionan pa¨ªses con supuestas democracias construidas sobre el soborno y la extorsi¨®n, hay muchos. Lo que est¨¢ en juego es nuestra dignidad y nuestro futuro.