No se trata del 'panocho'
La reforma del reglamento del Congreso ha tropezado, una vez m¨¢s, a la hora de decidir la utilizaci¨®n de las lenguas cooficiales: gallego, euskera y catal¨¢n. Bueno, tambi¨¦n el valenciano, si as¨ª se quiere porque as¨ª viene denominada la lengua que hablamos y escribimos por estos pagos, en el Estatuto. No se exalte y se ponga nerviosa nuestra derecha. Despu¨¦s de todo, esto no har¨ªa aumentar los gastos en traductores. Para traducir las intervenciones en catal¨¢n o en valenciano con uno s¨®lo bastar¨ªa. No hagamos cuesti¨®n innegociable que s¨®lo figure la denominaci¨®n de catal¨¢n. Reconozcamos el gran esfuerzo que hace la derecha valenciana por promocionar el uso de nuestra lengua, empezando por el Consell, las Diputaciones, en especial la de Valencia, y terminando por el Ayuntamiento del cap i casal y su excelent¨ªsima se?ora alcaldesa, do?a Rita Barber¨¤.
Pero volvamos al reglamento del Congreso y el uso de las lenguas cooficiales. El portavoz del PP en la C¨¢mara Baja, se?or Zaplana, se opone en nombre de su partido a la utilizaci¨®n de dichas lenguas en el Parlamento espa?ol. Y aduce una raz¨®n con mucho fundamento. H¨¦la aqu¨ª: "?Acaso es un disparate hablar en la lengua oficial?". La respuesta no puede ser otra que la siguiente: ?Y acaso es un disparate hablar, tambi¨¦n, en las lenguas cooficiales? Incluso se opone a un uso m¨ªnimo de las mismas como, por ejemplo, al comienzo de las intervenciones a modo de presentaci¨®n, siquiera uno o dos minutos.
?Pero cual es la verdadera raz¨®n de tama?a intransigencia? Pues muy sencillo: la utilizaci¨®n en el Congreso de las lenguas cooficiales junto al castellano, har¨ªa patente, pondr¨ªa en evidencia, la realidad pluriling¨¹¨ªstica del Estado. Y eso es lo que se trata de evitar. Se pondr¨ªa a las claras ante la opini¨®n p¨²blica lo que es verdaderamente Espa?a. La Espa?a real, bien distinta de la que algunos tanto defienden y sue?an. Una Espa?a sin nacionalismos. La Espa?a de los t¨®picos. La Espa?a vertical de Men¨¦ndez Pidal, "unitaria y castellanista", frente a la Espa?a horizontal que el etn¨®logo Bosch i Gimpera, rector entonces de la Universitat de Barcelona, expuso brillantemente en su lecci¨®n inaugural del curso 1937/38 en la Universitat de Val¨¨ncia, en presencia del presidente de la Rep¨²blica, Manuel Aza?a, cuyo Gobierno se hab¨ªa trasladado a Valencia durante la guerra civil. (El profesor Francesc-X Blay lo expone con todo detalle en su libro Espanya horitzontal (Introducci¨® al concepte hist¨°ric d'Espanya).
Las lenguas cooficiales forman, con el castellano, un bien cultural que seg¨²n la Constituci¨®n hay que defender y proteger. En su art¨ªculo 3, punto 3, dice lo siguiente: "La riqueza de las distintas modalidades ling¨¹¨ªsticas de Espa?a es un patrimonio cultural que ser¨¢ objeto de especial respeto y protecci¨®n". No se trata de un bien cultural est¨¢tico, como una catedral o un puente romano, sino de un bien din¨¢mico, que si no se defiende y fomenta su uso, puede acabar convirti¨¦ndose en reliquias hist¨®ricas con riesgo de desaparecer. ?Y qu¨¦ mejor manera de respetar y proteger esta "riqueza de las distintas modalidades ling¨¹¨ªsticas de Espa?a", como dice la Constituci¨®n, que permitir su uso normal en las dos c¨¢maras, Congreso y Senado, en donde est¨¢ representada la voluntad popular de los ciudadanos? Las lenguas cooficiales forman parte de la identidad de aquellos pueblos que las tienen como propias. Alguna de ellas, como el catal¨¢n, tan importante cultural y literariamente como pueda ser el castellano. Sobre todo en calidad: Eiximenis, Ram¨®n Llull, Ram¨®n Muntaner, Jordi de Sant Jordi, Roi? de Corella, Ausi¨¤s March, hijo del poeta catal¨¢n Pere March y cu?ado de Joanot Martorell, etc., etc. La lista ser¨ªa larga. Pero de esta n¨®mina de intelectuales y poetas no quieren saber nada los defensores de la Espa?a "unitaria y castellanista". Siguen instalados en aquello que denunci¨® el poeta: "Castilla desprecia cuanto ignora". Tal vez por eso el se?or Zaplana ignora que no se trata de que en el Congreso y Senado se hable, por ejemplo, el panocho, parla muy respetable, sino lenguas consolidadas en sus respectivas comunidades, con su bagaje cultural y literario acumulado a lo largo de varios siglos. Esa es la Espa?a real cuya existencia no se quiere reconocer por la derecha que representa el se?or Zaplana. Y as¨ª est¨¢ el patio.
fburguera@inves.es
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