Concatenaciones
Hay tres guerras civiles larvadas o en curso en Oriente Pr¨®ximo que, por su concatenaci¨®n, pueden llevar a lo que el nuevo jefe del Pent¨¢gono, Robert Gates, ha llamado una "conflagraci¨®n regional": L¨ªbano, Irak y entre palestinos. Cabe a?adir Afganist¨¢n, donde, junto a L¨ªbano, est¨¢n presentes fuerzas militares espa?olas, que empiezan a encontrarse en fuegos cruzados. En todas ellas hay elementos externos: tropas extranjeras, Israel, EE UU, Siria, Ir¨¢n y, en algunos casos, Al Qaeda. La gran novedad es que debido a actuaciones equivocadas (Irak, Afganist¨¢n) de Estados Unidos y de sus aliados, o a su inacci¨®n (Israel, L¨ªbano), todos estos conflictos se han entremezclado con unos gobiernos norteamericano e israel¨ª d¨¦biles e ineptos. Quiz¨¢s esa debilidad les lleve a impulsar la negociaci¨®n y la diplomacia.
Entre israel¨ªes y palestinos, pese a las buenas palabras, no asoman dos Estados. Parece tarde para eso. Pero la guerra civil es entre palestinos. Pese a la presi¨®n internacional para formar un Gobierno de unidad nacional entre Al Fatah y Ham¨¢s, la violencia entre ellos es casi diaria. Ambos han reforzado sus milicias. El presidente Mahmud Abbas con ayuda norteamericana, los otros con la de Hezbol¨¢, cuyo v¨ªnculo con Ham¨¢s se ha ido reforzando.
En el pa¨ªs de los cedros, tras la guerra de este verano, el asesinato de Gemayel ha generado un clima de conflicto civil, o al menos de golpe de Estado dictado desde Siria, que considera a Beirut su salida al mar y asume a L¨ªbano como suyo. Hezbol¨¢ ha lanzado sus masas a la calle para hacer caer al Gobierno de Siniora. No obstante, en las comunidades libanesas no hay ni ganas ni medios de recaer en los horrores de los setenta y ochenta.
En cuanto a Irak, la violencia se da contra los ocupantes, entre sun¨ªes y chi¨ªes, y entre estos ¨²ltimos. Hay limpiezas ¨¦tnicas, incluso por barrios, en Bagdad. Los kurdos se dan por satisfechos con su autonom¨ªa y no est¨¢n participando en esta guerra civil (aunque s¨ª en la expulsi¨®n de los ¨¢rabes de sus territorios). Si los chi¨ªes rompen el pa¨ªs, ellos se ver¨ªan obligados tambi¨¦n a romper, lo que llevar¨ªa a una intervenci¨®n de Turqu¨ªa, Ir¨¢n y Siria en contra del nacimiento de un Estado kurdo. Y de Arabia Saud¨ª y otros pa¨ªses que sienten que no pueden abandonar los sun¨ªes iraqu¨ªes a los chi¨ªes (muy presentes en el Golfo). De hecho, se ha acusado a la zakat (red de donaciones privadas) saud¨ª de financiar a insurgentes sun¨ªes en Irak.
Aunque deshacer la mara?a implica tirar hilo a hilo, es necesario un enfoque diplom¨¢tico regional como propugna el informe del Grupo de Estudio sobre Irak presidido por James Baker: una gran conferencia internacional sobre la regi¨®n y un grupo de contacto sobre Irak podr¨ªan encauzar las pasiones, si los pa¨ªses musulmanes desempe?an un papel esencial en este proceso y tupen entre s¨ª una red de garant¨ªas de seguridad mutuas, incluidos Arabia Saud¨ª, otra pieza clave, y Siria e Ir¨¢n, a lo que Bush no parece dispuesto. Como si no hubiesen aprendido nada del desaguisado de Irak, algunos neocons piensan que la soluci¨®n es aislar y bombardear Ir¨¢n. Es necesario lo contrario: implicar a Ir¨¢n en la gesti¨®n del desaguisado. Aunque sin garant¨ªas de ¨¦xito, es la hora de intentar de forma urgente una diplomacia con amplitud de miras.
El Grupo descarta la opci¨®n de enviar a Irak 200.000 o 300.000 soldados, para empezar porque Estados Unidos no dispone de ellos. Y mantener el rumbo no es una opci¨®n, insiste Baker. El presidente de EE UU lo cambiar¨¢. Busca un nuevo enfoque, con el fiel Blair forzado tambi¨¦n a cambiar el paso. ?Enviar¨¢ Bush m¨¢s soldados para empezar y luego intentar reducir el contingente? El presidente sigue sin reconocer su error, actitud que puede dificultar la reducci¨®n de da?os en Irak, pues soluci¨®n, lo que se llama soluci¨®n, no hayla. El informe, que apunta el precio que se pagar¨¢ a escala local, regional y global de no encauzarse este manojo de conflictos, est¨¢ m¨¢s lleno de esperanzas que de ideas nuevas, y su objetivo parece antes pacificar Washington que Bagdad.
aortega@elpais.es
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