La pesadilla de los imprevistos
Una familia de cuatro miembros explica c¨®mo organizarse con 1.000 euros al mes
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Victoria Castro, ecuatoriana de 52 a?os, empez¨® a pensar en las navidades en agosto, y no por tener el esp¨ªritu navide?o m¨¢s desarrollado de lo normal, sino porque gana 540 euros al mes cuidando ancianos y desde entonces separa una cantidad para enviar a sus padres un regalo por las fiestas. Todo en su vida est¨¢ previsto. Lo que menos le gusta del mundo son las sorpresas. No se las puede permitir.
En su casa de Madrid, donde vive con sus tres hijos de 25, 18 y 16 a?os, no hay sitio para caprichos ni imprevistos. "Con mi sueldo y el de mi hija mayor, que gana unos 600 euros al mes de teleoperadora, s¨®lo podemos pagar alquiler, agua, luz, abono transporte y comida, y haciendo malabarismos", explica. Su lista de la compra es un sofisticado croquis con la ruta de las ofertas de los supermercados de la zona. Su monedero es sensible a cualquier subida de precios, aunque sean c¨¦ntimos: "Acabo de volver de la compra y vengo asustada. Ha subido todo, porque siempre suben los precios en diciembre, y con lo que antes pod¨ªa comprar dos kilos de pescado para comer 15 d¨ªas, ahora me llevo la mitad".
Su presupuesto tambi¨¦n es muy sensible al cambio de temperaturas. "Una helada es lo peor que nos puede pasar. Nunca pongo la calefacci¨®n. Si hace fr¨ªo les digo a mis hijos que se tapen bien en casa".
Tener una afici¨®n es un lujo imposible. En los siete a?os que lleva en Madrid, Victoria s¨®lo ha ido una vez al cine. "Me acuerdo perfectamente, fui a ver El hijo de la novia y me encant¨®, pero el cine es car¨ªsimo y prefiero que sea mi hijo el que vaya de vez en cuando". A Victoria le gusta mucho leer, pero los libros no son "tan importantes" como el agua o el alquiler. "A veces le pido alguno prestado a las familias de los ancianos que cuido y hace poco me apunt¨¦ a un curso gratuito de Rumi?ahui (Asociaci¨®n de Inmigrantes Ecuatorianos) y nos le¨ªmos El Quijote. Me divert¨ª much¨ªsimo", recuerda. Entre las cosas que no puede permitirse est¨¢ el decir que no. "Cuando me llaman para ir a una casa siempre digo que s¨ª aunque sea fin de semana o festivo. Suelo ir a cuatro o cinco casas al d¨ªa".
A la pregunta de qu¨¦ capricho le gustar¨ªa darse hoy, responde: "Coger a mis hijos y llev¨¢rmelos a un parque de atracciones". Contesta r¨¢pido, sin pensarlo. Aunque ahora no pueda permit¨ªrselo, ya lo tiene previsto.
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