"No abandonar¨¦ la lucha"
A la salida del juzgado de G¨¢ldar, rodeada por una nube de periodistas, Nereida del Pino D¨ªaz (de 36 a?os) se mostr¨® animada por la decisi¨®n de la fiscal¨ªa de asumir la demanda al completo. En la conversaci¨®n telef¨®nica posterior mantenida con EL PA?S subray¨® la "incongruencia" entre la actitud de la Iglesia con ella y "los principios que se aprenden en las parroquias".
Pregunta. ?C¨®mo se encuentra an¨ªmicamente tras el sexto juicio?
Respuesta. Bastante bien. La fiscal¨ªa apoya los argumentos de la demanda, aunque no hay m¨¢s novedades y ha ocurrido lo mismo que en los cinco juicios anteriores.
P. ?Le han explicado alguna vez por qu¨¦ no aparece en las listas de profesores desde hace cinco a?os?
R. Jam¨¢s. Ni el Obispado ni la Consejer¨ªa de Educaci¨®n me han llamado nunca para comunicarme las razones por las que, al llegar cada a?o al centro, otro profesor ocupa mi plaza.
P. Desde el Obispado aseguran que usted no posee la titulaci¨®n adecuada.
R. Cuando empec¨¦ a trabajar en 1998 nadie puso ninguna objeci¨®n. La Iglesia no exig¨ªa esa nueva titulaci¨®n [diplomado en Teolog¨ªa]. A¨²n as¨ª, intent¨¦ estudiar, pero en un a?o no puedo lograr una diplomatura. Y, adem¨¢s, me despidieron. Me cortaron las alas.
P. ?Qu¨¦ espera que ocurra?
R. No mucho, la verdad. Me imagino que lo mismo que otras veces: sentencia favorable, recurso ante el TSJC y escrito de ¨¦ste al Constitucional. Lo que s¨ª me gustar¨ªa es que ¨¦ste fuera el ¨²ltimo juicio.
P. ?Qu¨¦ conclusiones extrae de esta experiencia?
R. Que uno siempre est¨¢ en la completa indefensi¨®n. Los tribunales pueden emitir una sentencia a tu favor, pero existen tantas argucias y resquicios legales que puede que jam¨¢s se ejecute lo que dictan. Puede que no me contraten nunca m¨¢s. Lo ¨²nico que pienso es que estoy en la m¨¢s completa indefensi¨®n.
P. ?Piensa abandonar su lucha?
R. No, nunca. Buscar¨¦ mi modo de vida con otro trabajo
[actualmente es bibliotecaria de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria] pero, en la medida en que pueda, voy a seguir luchando. Sinceramente, creo que lo que hago ya no me va a beneficiar en nada, ni siquiera s¨¦ si volver¨ªa a dar clase. Aunque el Constitucional se defina, me imagino que lo que dicte ya no me afectar¨¢ en el trabajo.
P. ?Han logrado desmoralizarla, entonces?
R. Llega un momento en que no te puedes estancar ah¨ª, tienes que buscarte la vida de otra manera. Si vuelvo a la clase, ser¨ªa como dar un paso atr¨¢s en el desarrollo de mi vida. Creo que he perdido la ilusi¨®n y la confianza.
P. ?Considera contradictorio que se d¨¦ este caso, precisamente en la ense?anza de religi¨®n que predica los valores de la justicia social?
R. Somos un colectivo de la ense?anza secundaria totalmente discriminado del resto de los profesores, justo lo contrario de lo que predican los valores de la religi¨®n y de la Iglesia. Durante a?os, aprendimos en las parroquias conceptos como la justicia social, los valores humanos, la igualdad entre los hombres. Conmigo se produce una contradicci¨®n flagrante. Eso no es lo que emana del Evangelio.
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