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Cincuenta a?os. TVE ha hecho una celebraci¨®n de los 50 a?os que mira hacia atr¨¢s. Ni una sola pista de lo que la televisi¨®n p¨²blica puede ser en el futuro, si es que en el futuro va a haber televisi¨®n p¨²blica. Campo Vidal dice que la evoluci¨®n del medio nos lleva, desde la multiplicidad de canales que trajo la aparici¨®n de la televisi¨®n privada, a una multiplicidad de pantallas: televisi¨®n, adem¨¢s de en el televisor, en el ordenador y en el m¨®vil, y ma?ana en cualquier otro aparato. El asunto es qu¨¦ vamos a poder ver en todas esas pantallas. Y en este punto me confieso apocal¨ªptico: desde que veo tanta televisi¨®n estoy cada vez m¨¢s convencido de que la propuesta de una televisi¨®n p¨²blica libre de la indigencia cultural y est¨¦tica hoy dominantes est¨¢ ya m¨¢s cerca de la utop¨ªa que de la realidad. Parece inevitable que la televisi¨®n privada escape a cualquier par¨¢metro que no sea el gusto de la audiencia; y parece inevitable que la televisi¨®n p¨²blica renuncie a imitarla. La ¨²nica salida es un espectador capaz de escapar de la zafiedad habitualmente en antena. Pero no es ese el espectador que se han trabajado las televisiones p¨²blicas.
Nocturno. La presunta estrella de Canal Sur TV, Manu S¨¢nchez, que regenta el programa De la mano de Manu, apareci¨® en el Bienaventurados de Mar¨ªa Jim¨¦nez. Y Manu S¨¢nchez le explic¨® a ella qu¨¦ hace un hombre que va a orinar. Manu se levant¨® para que se vieran bien sus gestos: mientras anima la entrepierna con toques airosos por encima del pantal¨®n le dice al aparato de orinar cosas como "an¨ªmate" y "vamos, t¨ªo". Parece que para los jefes de La Nuestra la noche es sin¨®nimo de "barra libre" para la groser¨ªa y el mal gusto. En sus casas, despu¨¦s de cenar, ?se ve Canal Sur? ?Y les gusta?
Por el mundo. El estreno de la semana, Andaluces por el mundo, no permite hacerse muchas ilusiones. La verdad es que el programa no es mucho m¨¢s de lo que dice el t¨ªtulo: una hora de entrevistas hechas a andaluces que est¨¢n por ah¨ª fuera (el jueves pasado, en M¨¦xico D.F.). Lo que sucede es que las entrevistas son completamente planas: su contenido se agota en constatar, primero, que en efecto se trata de un andaluz o andaluza que vive fuera de Andaluc¨ªa, y segundo, que echa much¨ªsimo de menos su tierra. A la periodista y los guionistas se les quedaron in¨¦ditos todos los andaluces que nos dieron a conocer, y ello a pesar de haber tenido delante gente que pod¨ªa haber contado cosas de inter¨¦s. Pero las entrevistas son perfectamente intercambiables entre s¨ª y el tiempo pasa sin que veamos nada diferente a lo visto. Y no se entiende por qu¨¦.
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