El problema del rock
Parte imprescindible de la en¨¦sima esperanza blanca del g¨¦nero de rock, The Strokes, Albert Hammond Jr. present¨® en Madrid los temas de su primer disco en solitario, Yours to sep, ¨¢lbum correcto y agradable que no supone, ni mucho menos, su salida del combo neoyorquino, sino que m¨¢s bien le compensa del hecho de que los temas de este disco no fueran aceptados por sus compa?eros para el siguiente ¨¢lbum de la banda. Decisi¨®n ¨¦sta que, dicho sea de paso, no se comprende, salvo por el hecho de que Hammond ha perge?ado un disco que podr¨ªa ser perfectamente de su grupo; un punto m¨¢s mel¨®dico y menos anfetam¨ªnico, eso s¨ª, pero que contiene todos los elementos que caracterizan a la banda que lidera Julian Casablanca: deudas est¨¦ticas con John Lennon y Buddy Holly, guitarras cortantes y atronadoras, bater¨ªa en un segundo plano...
Albert Hammond
Albert Hammond Jr. (voz y guitarra), Matt Romano y Steve Schiltz (guitarras), John Lattanzi (bajo y coros) y Marc Eskenazi (bater¨ªa). Sala Heineken. Madrid, 14 de diciembre.
Albert Hammond Jr. cuaj¨® un concierto corto -apenas 45 minutos- en el que sonaron sus temas grabados, m¨¢s alguno nuevo. Con tres guitarras sonando a la vez, el neoyorquino le sac¨® un correcto partido a canciones como Everyone gets a star, Bright young thing o 101, quiz¨¢ el tema m¨¢s rotundo del disco. Para quienes no tienen excesivo background musical, la actuaci¨®n fue correcta y su brevedad hizo que todos se quedaran un tanto con la miel en los labios. Pero tanto Hammond como The Strokes no suponen m¨¢s que otra reencarnaci¨®n de Tom Verlaine y sus Television, originarios rockeros del underground del New York de la new wave de finales de los setenta y deudores a su vez de los sagrados Velvet Underground. Es como si alg¨²n espectador joven va al cine hoy en d¨ªa y se queda fascinado con el Tom Cruise de Misi¨®n Imposible. Seguro que a su lado podr¨¢ haber otro espectador que quiz¨¢ le sugiera las pel¨ªculas de Douglas Fairbanks Jr. o Errol Flynn para comprobar que cuentan lo mismo, pero con m¨¢s glamour y sin tantas trampas innecesarias.
Es lo que pasa con las copias: que tienen que ser realmente impactantes si tienen la pretensi¨®n de hacer olvidar el original; y ¨¦se es, precisamente, el problema del rock a finales de 2006: que est¨¢ lleno de copias que no suelen dar la talla.
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