Un a?o negro para el Juventus
Resultar¨¢ que s¨ª, que es la temporada del Inter. Las se?ales se multiplican: un Inter brasile?o gana la Intercontinental, el Estudiantes (dirigido por dos ilustres veteranos interistas, Simeone en el banquillo y Ver¨®n en el campo) gana el campeonato argentino. Y en el Inter que nos ocupa, el italiano, Marco Matterazzi marca goles de chilena: el de ayer pod¨ªa anularse por juego peligroso porque un tipo de casi dos metros con los pies en alto es una amenaza, y m¨¢s si los pies son de Matrix, pero vali¨®. Son ya nueve victorias consecutivas, un liderato desahogado y la palabra scudetto pintada en la frente.
La temporada ser¨¢ del Inter, parece claro. Pero el a?o es del Juventus. Ning¨²n aficionado podr¨¢ olvidar las desgracias que se han abatido en 2007 sobre la instituci¨®n turinesa.
Como en el Apocalipsis b¨ªblico, se abren uno a uno los siete sellos de las calamidades. Ya son seis. Deber¨ªa bastar
Primer golpe, el descubrimiento de la manipulaci¨®n arbitral. Segundo, el t¨ªtulo retirado y concedido al Inter. Tercero, el descenso a la Serie B, con penalizaci¨®n incluida. Cuarto, la hemorragia de la plantilla: dicen adi¨®s Vieira, Ibrahimovic, Cannavaro, Emerson, Thuram, Zambrotta. Hasta aqu¨ª, los golpes son deportivos. A partir del quinto, ya no: el quinto es la tragedia de Pessotto, reci¨¦n transformado de jugador en delegado del equipo, que en plena depresi¨®n se lanz¨® desde la azotea de la sede social y durante d¨ªas se debati¨® entre la vida y la muerte.
El sexto lleg¨® el viernes, donde menos pod¨ªa esperarse: en la categor¨ªa juvenil. El Berretti, uno de los equipos de la cantera blanquinegra, termin¨® de entrenarse a las 17.30 en el centro deportivo de Vinovo. Dos de los jugadores, Alessio Ferramosca, centrocampista zurdo, y Riccardo Neri, portero, ambos de 17 a?os, no fueron con los dem¨¢s al vestuario. Se quedaron fuera para recoger los balones y nadie not¨® su ausencia hasta una hora despu¨¦s.
Ferramosca y Neri fueron hallados a las 20.30. Aparentemente, hab¨ªan intentado repescar varios balones ca¨ªdos en un peque?o estanque de las instalaciones, dedicado a la recogida de agua de lluvia. Ferramosca ya estaba ahogado. Neri hab¨ªa luchado durante horas y su coraz¨®n lat¨ªa a¨²n, pero sufr¨ªa una hipotermia aguda (su cuerpo estaba a 22 grados, m¨¢s all¨¢ del l¨ªmite mortal) y los esfuerzos por reanimarle resultaron in¨²tiles.
La Fiscal¨ªa de Tur¨ªn abri¨® ayer una investigaci¨®n bajo la hip¨®tesis de homicidio involuntario. El estanque, de cuatro metros de profundidad, estaba revestido de materia pl¨¢stica y ten¨ªa las paredes casi verticales: era imposible salir de ¨¦l. No hab¨ªa se?alizaci¨®n de peligro. Y ning¨²n responsable del equipo se qued¨® con los dos muchachos: suele decirse que el trabajo de un entrenador de juveniles no concluye hasta que todos sus chicos vuelven al vestuario.
Maurizio Schincaglia, el desolado entrenador del Berretti, y los m¨¢ximos dirigentes juventinos corren riesgo de procesamiento. La desgracia, en cualquier caso, ya hab¨ªa ocurrido. El equipo de los mayores suspendi¨® su encuentro y la afici¨®n blanquinegra volvi¨® a encogerse de dolor.
La temporada de la Juve avanza entre desgracias. Como en el Apocalipsis b¨ªblico, se abren uno a uno los siete sellos de las calamidades. Ya son seis. Deber¨ªa bastar.
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