Mano dura contra la violencia escolar
El fen¨®meno del maltrato -f¨ªsico y verbal-, la intimidaci¨®n, la exclusi¨®n social y, en general, el abuso de poder sostenido, desp¨®tico y cruel de unos sobre otros es un problema social que afecta a todos los escenarios en los que tienen lugar relaciones interpersonales estables y obligatorias, como es la instituci¨®n escolar. No es un fen¨®meno masivo; es decir, no afecta, en su forma m¨¢s cruel, a un alto n¨²mero de escolares, sino a un reducido n¨²mero de ellos y ellas. Pero aunque s¨®lo afectara al 2%, (que puede afectar a bastantes m¨¢s) tendr¨ªamos un m¨ªnimo de entre 10 y 20 escolares, en cada centro (el bullying acontece en todos los centros: privados, p¨²blicos, peque?os, grandes, rurales, urbanos...) viviendo un verdadero calvario de persecuci¨®n, burlas crueles, malas palabras y peores e injustificadas agresiones f¨ªsicas, intimidaci¨®n y malos tratos que, sostenidos en el tiempo, los lleva a verdaderos procesos de victimizaci¨®n. Proceso de victimizaci¨®n paralelo a otro de embrutecimiento, perversidad moral y precriminalidad que afecta a los chicos y chicas que se involucran activamente en comportamientos planificados, duros y prolongados de acoso y violencia hacia otros.
El acoso no es una conducta puntual, ni una pelea, ni una agresi¨®n espor¨¢dica, ni un problema de disciplina
Aunque la forma m¨¢s cruel s¨®lo afectara al 2%, tendr¨ªamos entre 10 y 20 escolares en cada centro viviendo un calvario
Ambos, v¨ªctimas y agresores, en la medida en que son ni?os, ni?as y j¨®venes en formaci¨®n, est¨¢n en un alto riesgo de sesgar su proceso evolutivo hacia la psicopatolog¨ªa y la criminalidad respectivamente y ello afecta de forma seria -adem¨¢s de a su salud-, al real disfrute de los derechos que como persona les corresponde y que la sociedad debe proporcionarles a trav¨¦s de la instituci¨®n educativa. Ambos deben ser considerados escolares y j¨®venes muy vulnerables en su desarrollo picol¨®gico.
Por tanto, estamos hablando de un problema profundo y complejo que hay que abordar, no s¨¦ si con la dura mano, que en alguna entrevista ha se?alado la ministra, pero s¨ª con inteligencia, conocimiento real de la naturaleza del problema y con los programas educativos adecuados. Problema que hay que afrontar tanto de forma preventiva, como paliativa. Tanto para que no ocurra como para que, una vez aparecido, lograr su desarticulaci¨®n y la reeducaci¨®n oportuna y r¨¢pida de v¨ªctimas, agresores y escolares involucrados en la red del acoso. Porque el acoso no es una conducta puntual, ni una pelea, ni una agresi¨®n espor¨¢dica, ni un problema de disciplina, aunque todos estos otros fen¨®menos se relacionen entre s¨ª, dado que son problemas sociales que disturban la convivencia.
El acoso entre iguales es un fen¨®meno sostenido de abuso de poder, maltrato y exclusi¨®n social que, en su forma menos cruel, da?a las relaciones interpersonales, imprescindibles como base de la convivencia escolar, atemoriza y deteriora el clima de seguridad y confianza necesarios para el progreso intelectual, afectivo y moral de los y las escolares. Pero, en sus formas m¨¢s crueles, caracterizadas por el aislamiento social de la v¨ªctima, la prolongaci¨®n en el tiempo del hostigamiento y las burlas y la multiplicidad de conductas agresivas (multivictimizaci¨®n) tiene efectos devastadores para todos los que se implican en ¨¦l, y los da?a psicol¨®gica y moralmente a corto, medio y largo plazo. El chico o chica que se acostumbra a abusar de sus iguales, aprende estrategias de control psicol¨®gico sobre los dem¨¢s mediante la puesta en pr¨¢ctica de un liderazgo tir¨¢nico y prepotente, aprende a formar y controlar redes de apoyo para sus actos dominantes y crueles y se dota de formas sofisticadas para atemorizar y destruir las defensas de su v¨ªctima. As¨ª va preparando su personalidad para ser un d¨¦spota, un inmoral y quiz¨¢s m¨¢s tarde un maltratador (estamos estudiando hasta qu¨¦ punto son estos aprendizajes la base constitutiva de la personalidad del maltratador adulto).
La v¨ªctima escolar de este siniestro juego de dominio-sumisi¨®n, se ve deteriorada en su autoestima, insegura y amedrentada y con frecuencia privada del necesario apoyo social de sus iguales y/o del correcto apoyo de familia y profesorado. Dadas estas condiciones, el fen¨®meno tiene efectos y consecuencias imprevisibles.
El problema no es nuevo. Lo nuevo es la visibilidad del problema. Pero es ahora -que finalmente las autoridades han logrado asumir que el problema existe- cuando estamos en mejores condiciones para abordarlo y tratarlo de forma adecuada a sus caracter¨ªsticas diferenciales. Y hay que hacerlo atendiendo a los dos grandes problemas existentes: el bullying menos grave y m¨¢s extenso (entre el 25% y el 35% de los escolares asumen que alguna vez les pas¨®, como v¨ªctimas o como agresores). ?ste es un fen¨®meno como se ve com¨²n en las aulas que suele disolverse antes de que los implicados est¨¦n psicol¨®gicamente muy afectados y, aunque siempre deja huellas en la memoria (cada lector adulto puede recordar su propia experiencia) suele ser valorado por los protagonistas, a posteriori, como una experiencia escolar m¨¢s, no agradable, pero sin grandes consecuencias. Y el menos extenso, menos frecuente, pero muy cruel y ciertamente muy grave que, afectando a un reducido n¨²mero de escolares, los da?a a corto y medio plazo de forma importante (fracaso acad¨¦mico, inadaptaci¨®n social, conductas arriesgadas y violentas en otros ¨¢mbitos, etc¨¦tera) que puede llegar a tener consecuencias graves para toda la vida.
El primero de los fen¨®menos reclama modelos preventivos de mejora de la convivencia, pol¨ªticas institucionales de gesti¨®n democr¨¢tica de centros y aulas, ense?anza de principios cooperativos y de educaci¨®n en actitudes y valores, as¨ª como l¨ªneas claras de alfabetizaci¨®n emocional, aprendizaje de habilidades sociales para la defensa ante la agresi¨®n y la competencia emocional necesaria para el control de los impulsos agresivos y programas de mediaci¨®n en conflictos, cuando sea necesario.
Atajar el otro fen¨®meno, el cruel proceso de victimizaci¨®n de unos y de perversi¨®n moral y crueldad sostenida de otros, requiere programas espec¨ªficos de desarticulaci¨®n del fen¨®meno y trabajo directo con v¨ªctimas, agresores y sostenedores de la red de acoso. Siempre hemos propuesto que la mejor manera de evitar la violencia escolar es construir una buena convivencia, pero tambi¨¦n hemos indicado que aunque necesario, el programa preventivo no es suficiente. Las escuelas necesitan establecer protocolos espec¨ªficos de detecci¨®n del fen¨®meno de la victimizaci¨®n y la agresi¨®n injustificada, as¨ª como la preparaci¨®n de sus agentes (docentes y orientadores escolares) para intervenir tambi¨¦n en los casos de alto riesgo antes de que ¨¦stos se conviertan, desgraciadamente, en titulares en los peri¨®dicos.
Lleva pues raz¨®n la ministra cuando ha afirmado en alguna ocasi¨®n que nada de ello se arregla con titulares sensacionalistas en la prensa, pero tampoco se arregla confundiendo los conflictos, problemas de disciplina, inclusi¨®n social, educaci¨®n en valores y convivencia, con el grave problema de la agresividad injustificada, cruel y desp¨®tica que socializa a unos con perfil de d¨¦biles v¨ªctimas, y a otros con el m¨¢s temible perfil de futuros maltratadotes de sus semejantes. Esperemos que el ministerio sea inteligente y capaz, y sepa dotar a las escuelas del conocimiento y recursos necesarios para afrontar los problemas escolares en su verdadera dimensi¨®n, sabiendo cu¨¢les y c¨®mo son relacionables y con qu¨¦ instrumentos conviene abordar cada uno de ellos.
Rosario Ortega Ruiz es catedr¨¢tica de Psicolog¨ªa Evolutiva y de la Educaci¨®n en la Universidad de C¨®rdoba. Ha dirigido varios proyectos de investigaci¨®n europeos, nacionales y regionales sobre violencia escolar y bullying,
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