Cinco enfermeras b¨²lgaras, condenadas a muerte en Libia por contagiar el sida
La aplicaci¨®n de la sentencia pondr¨¢ en peligro la reconciliaci¨®n de Gaddafi con Occidente
Los seis de Tr¨ªpoli tendr¨¢n que esperar para saber si finalmente acaban frente a un pelot¨®n de fusilamiento. Un tribunal penal libio conden¨® ayer a muerte a este grupo de cinco enfermeras b¨²lgaras y un m¨¦dico palestino, tras acusarles de haber infectado deliberadamente el virus del sida a 426 ni?os -52 de los cuales han muerto- hace siete a?os en un hospital pedi¨¢trico. La sentencia pone al presidente libio, Muammar el Gaddafi, ante un serio dilema. Su aplicaci¨®n dar¨ªa al traste con sus esfuerzos por reconciliarse con Occidente, pero una medida de gracia no ser¨ªa aceptada por las familias de los ni?os.
Mientras el juez que preside el Tribunal Penal de Bengazi le¨ªa el veredicto a los condenados, los familiares de los ni?os infectados con el VIH se manifestaban a las afueras de la Corte para exigir a las autoridades del pa¨ªs una sentencia de muerte. Minutos antes, dos de las madres se hab¨ªan abalanzado contra el abogado de los acusados, el libio Othman Al Bizante, aunque la polic¨ªa pudo reducirlas. Cuando el juez, concluy¨® la lectura, los familiares lanzaron gritos de j¨²bilo en favor de la pena capital. En el banquillo, las cinco enfermeras y el m¨¦dico palestino se desmoronaban una vez m¨¢s ante una decisi¨®n que nadie esperaba.
No era la primera vez que el grupo o¨ªa la misma condena. Los seis acusados, que llevan siete a?os en la c¨¢rcel, ya fueron condenados a muerte en mayo de 2004. Sin embargo, las protestas internacionales sobre la falta de garant¨ªas del proceso llevaron a que las autoridades judiciales del pa¨ªs determinaran una revisi¨®n del caso.
Las cinco enfermeras b¨²lgaras -Krisiana Vulcheva, Nasya Nenova, Valentina Siropoulo, Valya Chervenyashka y Snezhana Dimitrova- y el m¨¦dico palestino Ashraf Al Hajuj han proclamado siempre su inocencia. Las mujeres llegaron a Libia en 1998 con la idea de ahorrar dinero en el pr¨®spero pa¨ªs petrolero y volver cuanto antes a Bulgaria. Su trabajo era atender a los pacientes del hospital pedi¨¢trico de Al-Fateh en la regi¨®n de Bengazi, al oeste del pa¨ªs. Un a?o despu¨¦s, en febrero, se descubri¨® el contagio masivo de los cr¨ªos. Las enfermeras, el m¨¦dico palestino y otras 13 personas fueron acusadas de inocular el virus del sida (VIH) a 426 ni?os. Las autoridades judiciales libias fueron liberando o condenando a penas de c¨¢rcel a los otros 13 sanitarios, mientras que el peso de las imputaciones y las peticiones de pena de muerte siempre recayeron en las cinco enfermeras y en el m¨¦dico palestino, a los que se les lleg¨® a acusar de trabajar para la CIA y el Mosad israel¨ª.
Tras la primera condena, en 2004, las mujeres hicieron saber que la polic¨ªa libia hab¨ªa arrancado con torturas la confesi¨®n de dos de ellas. Ex presidiarios que compartieron prisi¨®n con las enfermeras declararon que hab¨ªan sufrido palizas durante mucho tiempo con "un cable gordo", que se les obligaba a correr y arrastrarse y permanecer de pie sobre una sola pierna.
La ONG Amnist¨ªa Internacional envi¨® a varios delegados que visitaron a las mujeres entonces. La organizaci¨®n asegura que las enfermeras contaron que hab¨ªan sido sometidas a torturas. Que los funcionarios de la prisi¨®n les hab¨ªan sometido a descargas el¨¦ctricas, las hab¨ªan colgado de los brazos, vendado los ojos y que les hab¨ªan amenazado con lanzar contra ellas a perros furiosos. "Estamos consternados y pedimos a las autoridades que las anulen inmediatamente. No pueden ser la cabeza de turco de un problema pol¨ªtico", se?al¨® ayer un portavoz de la organizaci¨®n.
La decisi¨®n de los jueces libios obliga al presidente Muammar el Gaddafi, en el poder desde 1969, a resolver una dif¨ªcil papeleta. Si la pena llegase a ejecutarse, todos sus esfuerzos por reconciliarse con Occidente podr¨ªan caer en saco roto. Estados Unidos y la Uni¨®n Europea podr¨ªan dejar de apoyar el proceso de cambios que vive Libia desde que sus autoridades anunciaran el abandono progresivo de sus armas de destrucci¨®n masiva. Adem¨¢s, la dictadura de Gaddafi no ha ejecutado a presos en los ¨²ltimos nueve a?os.
Si, por el contrario, Gaddafi atiende a las demandas de la comunidad internacional, opta por la clemencia y libera a los sanitarios, el problema podr¨ªa darse en casa: la decisi¨®n ser¨ªa interpretada por el sistema de clanes que rige los destinos de la Rep¨²blica como una debilidad del r¨¦gimen, seg¨²n fuentes diplom¨¢ticas. Por si acaso, el ministro de Exteriores de Libia, Abdurrahman Shalgham, se apresur¨® a negar cualquier tipo de presi¨®n: "Libia nunca aceptar¨¢ presiones de ning¨²n lado, ni de Estados Unidos, ni de Europa ni de ninguna parte".
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