Viejos fantasmas de Rumania
Un informe oficial sobre los cr¨ªmenes de la dictadura reabre el debate sobre las responsabilidad en el comunismo
Fue este lunes, en una de las cientos de salas de la mastod¨®ntica Casa del Pueblo, ¨²ltimo y costoso delirio de Nicolae y Elena Ceausescu, en presencia de los ex presidentes polaco, Lech Walesa, y b¨²lgaro, Jelio Jelev, y en medio de una protesta de reminiscencias grotescamente ceausistas. El presidente, Traian Basescu, le¨ªa y hac¨ªa suyas ante el Parlamento las conclusiones de la Comisi¨®n Presidencial para el Estudio de la Dictadura Comunista en Rumania, dirigida por el profesor de la Universidad de Maryland Vladimir Tismaneanu. Basescu conden¨® de manera "expl¨ªcita" y "categ¨®rica" el r¨¦gimen comunista de Rumania y lo calific¨®, de acuerdo con las conclusiones del conocido como Informe Tismaneanu, de "ileg¨ªtimo" y "criminal". Mientras el presidente le¨ªa la declaraci¨®n, el ultranacionalista Corneliu Vadim Tudor, l¨ªder del Partido de la Gran Rumania (PRM), paseaba por delante del estrado junto con otro diputado una pancarta con el rostro de Basescu detr¨¢s de unas rejas y la inscripci¨®n "C¨¢rcel para los mafiosos". Ante la pasividad del presidente del Senado, Nicolae Vacaroiu, del Partido Social Dem¨®crata (PSD), los agitadores del PRM abuchearon el discurso del presidente, increparon a muchas de las personalidades invitadas y recibieron con insultos la lectura de los nombres de las v¨ªctimas de la dictadura.
Entre los cr¨ªmenes denunciados por la comisi¨®n se encuentran algunos tan espeluznantes como el llamado fen¨®meno Pitesti, en los primeros a?os del dictador comunista rumano Gheorghiu-Dej. Encarcelados cerca de la ciudad que da nombre al siniestro experimento, los detenidos, todos j¨®venes, eran obligados a delatarse y torturarse unos a otros para destruir as¨ª cualquier lealtad que no fuera al Estado. Los pocos que sobrevivieron no se recuperaron de sus trastornos ps¨ªquicos.
El informe habla de m¨¢s de 10.000 mujeres muertas entre 1966 y 1989 mientras intentaban abortar clandestinamente contraviniendo las pol¨ªticas para el aumento de natalidad. Adem¨¢s, reconoce el papel de la resistencia, citando a hombres como Dan Petrescu o Paul Goma, y cifra en cerca de dos millones el n¨²mero de v¨ªctimas de las m¨¢s de cuatro d¨¦cadas de dictadura. Tampoco se salvan las llamadas a los mineros del ex presidente Ion Iliescu para apalear a opositores y para derrocar al Gobierno de Petre Roman. El r¨¦gimen de Iliescu es calificado de "combinaci¨®n entre colectivismo olig¨¢rquico y autoritarismo basado en la preeminencia del Estado".
En la l¨ªnea de su habitual ret¨®rica chovinista continuadora de los ¨²ltimos a?os de Ceausescu, Vadim Tudor calific¨® el informe de "antirumano". Al rechazo del PRM se uni¨® el del poscomunista PSD. El recientemente elegido presidente de honor del partido, antiguo jefe de propaganda del Comit¨¦ Central y 10 a?os presidente del pa¨ªs Ion Iliescu, rechaz¨® asistir al pleno y ha calificado la declaraci¨®n de "pretexto para una contraofensiva de la derecha agresiva".
Aunque Basescu prefiri¨® no leer sus nombres en el pleno, los de Iliescu y Vadim Tudor salen y mucho en las seiscientas y pico p¨¢ginas del informe. El primero como destacado apparatchik del r¨¦gimen; Vadim Tudor por su papel de poeta oficial de Nicolae y Elena.
No es casualidad que el rechazo de esta condena venga de las dos formaciones nacidas de las cenizas del nacional-comunismo, pero lo cierto es que las relaciones con el r¨¦gimen son algo com¨²n a todo el arco pol¨ªtico rumano. Son pocos los que nada tienen que ver con el partido o la Securitate en el pa¨ªs que tuvo uno de los mayores partidos comunistas -m¨¢s de cuatro millones de rumanos con carn¨¦ para un total de 20 millones- y una polic¨ªa pol¨ªtica incrustada en todos los niveles de la sociedad. El inmediato secuestro de la revuelta popular por Iliescu y quienes fueron hombres del dictador hasta ¨²ltima hora han hecho m¨¢s dif¨ªcil la complicada ruptura con el pasado.
Con todo el revuelo causado, la condena oficial del comunismo parece m¨¢s una operaci¨®n de imagen a dos semanas de la entrada del pa¨ªs en la UE que el principio de una caza de brujas, como suger¨ªa Iliescu o, mucho menos, el punto de partida de un debate honesto y valiente sobre la reconciliaci¨®n y la culpa, para el que la democracia rumana no est¨¢ preparada. Se antoja poco factible que salgan adelante las propuestas m¨¢s pr¨¢cticas de la comisi¨®n, las referentes a la apertura de los archivos y al impulso del esclarecimiento de la verdad hist¨®rica. Deber¨ªan ser aprobadas por unos pol¨ªticos con muchos motivos para desear que las cosas se queden como est¨¢n. Previsiblemente el debate seguir¨¢ en la prensa, quiz¨¢ m¨¢s intensamente, con interesadas revelaciones diarias de pasados comprometidos y bajas escaramuzas pol¨ªticas.
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