La sombra que nos salva
Si algo es indiscutible al trazar el mapa de la poes¨ªa del siglo XX, es que la figura central de Eugenio Montale (G¨¦nova, 1896-Mil¨¢n, 1981) se identifica magistralmente con la imagen del poeta de su tiempo. La pregunta es si esa centralidad de su obra a¨²n se mantiene hoy, a lo que habr¨¢ que responder que sin ninguna duda, pues como pone de manifiesto la lectura atenta de esta Poes¨ªa completa, esa centralidad no est¨¢ destinada a cambiar, sino que adquiere una altura distinta, y quiz¨¢s m¨¢s duradera. Su poes¨ªa es capaz de romper cualquier molde cerrado, de rescatar la lecci¨®n aleg¨®rica de la realidad y, sobre todo, de colocar la necesaria presencia o ausencia del significado como fuerza esencial de la escritura po¨¦tica. Montale se?ala un camino posible en un mundo mecanizado y tecnol¨®gico, una v¨ªa de acceso a esa ca¨®tica posmodernidad en la que estamos inmersos. M¨¢s que el final de un recorrido, parece querer iluminar su inicio.
POES?A COMPLETA
Eugenio Montale
Traducci¨®n, pr¨®logo y notas
de Fabio Mor¨¢bito
Galaxia Gutenberg/C¨ªrculo
de Lectores. Barcelona, 2006
1.113 p¨¢ginas. 54 euros
Su existencia vital es espejo fiel de una actitud po¨¦tica atenta siempre a las se?ales de la conciencia, y as¨ª lo expresa en 1951 en Confesiones de escritores (Entrevistas consigo mismos), donde viene a decir de manera expl¨ªcita: "El argumento de mi poes¨ªa (y creo que de toda poes¨ªa posible) es la condici¨®n humana considerada en s¨ª misma; no este o aquel acontecimiento hist¨®rico. Esto no significa extra?arse de cuanto ocurre en el mundo; significa s¨®lo conciencia y voluntad de no confundir lo esencial con lo transitorio". Una lecci¨®n de dignidad, coherencia y compostura, de "decencia" como dec¨ªa ¨¦l mismo. Por eso ya desde Huesos de sepia, su escritura se muestra madura y original, marcando desde el inicio, dr¨¢sticamente, cu¨¢les son las posibilidades de la palabra po¨¦tica: "No nos pidas la f¨®rmula que mundos pueda abrirte, / s¨ª alguna s¨ªlaba torcida y seca como una rama. / S¨®lo esto podemos hoy decirte: / lo que no somos, lo que no queremos".
Hay en Montale un sentimien
to discordante ante la realidad, esa esencia de la condici¨®n humana que en uno de sus m¨¢s famosos poemas deja meridianamente expresada: "A menudo la pena de vivir he encontrado". Es la angustia del hombre abandonado en un mundo destituido de significado y valores. Por eso el poema es la b¨²squeda de un significado permanentemente fugaz y esquivo, de una verdad puntual, ocasional y milagrosa, no de una verdad general. Situaciones que tienen la precisi¨®n del instante, momentos de vida singulares e irrepetibles, objetos atrapados en su concreta materialidad. Es eso que se ha denominado "la po¨¦tica del objeto", la emoci¨®n materializada en los objetos sensibles. Nada de analog¨ªas, juegos o sugesti¨®n, menos a¨²n m¨²sicas evanescentes, lo que aqu¨ª se muestra es una sonoridad ¨¢spera. Frente al preciosismo ling¨¹¨ªstico, opone un l¨¦xico que atiende todos los registros en un esfuerzo por definir cada situaci¨®n singular, cada emoci¨®n particular, con un m¨¢ximo de "adherencia" y tenacidad.
Como hace Fabio Mor¨¢bito en su espl¨¦ndido "Pr¨®logo", hay que destacar "la palabra adherente, t¨¦rmino clave en la po¨¦tica de Montale, que justifica la poes¨ªa s¨®lo en cuanto sea capaz de restituirnos los relieves, el molde exacto de una determinada situaci¨®n vivida". Es posible as¨ª considerar esta Poes¨ªa completa como un "paisaje" a cierta distancia, como una cadena monta?osa vista de lejos. Huesos de sepia (1920-1927), escabroso y marino, se coloca en medio de un altiplano, a media costa, en las cimas y bajuras, en los "mediod¨ªas y sombras" de un coraz¨®n destemplado y sostenido: "Mi vida es esta seca pendiente, / medio y no fin, v¨ªa abierta a escurrimientos, / lento deslave". En Las ocasiones (1928-1939) primero, y m¨¢s tarde en La tormenta y algo m¨¢s (1940-1954), el perfil po¨¦tico crece, el tono sube y empuja, alcanzando la cima de una poes¨ªa que revela el secreto y el sentido de las cosas, luminosos instantes de una realidad las m¨¢s de las veces gris y sin sentido: "La vida con alg¨²n fulgor / es la sola que vislumbras. / A ella te asomas desde / esta ventana que no se alumbra". El drama y el destino del hombre.
Desde Satura (1962-1970)
hasta Otros versos (1972-1980) y Diario p¨®stumo (1969-1979), Montale desciende hacia una especie de decencia diaria y horizontalmente cotidiana. El tono y la dicci¨®n se hacen prosaicos y sentenciosos. Son diarios y cuadernos que reducen la vida casi a un acto privado donde a veces surgen intermitencias luminosas. Hay una vuelta sobre s¨ª mismo, un descenso a los escombros y despojos que tachonan la alegor¨ªa vac¨ªa y apocal¨ªptica de una existencia madura, l¨²cida y referencial: "Unos sugieren grandes mecanismos / que hacen que el todo se derrumbe sobre s¨ª. / Mas tu no crees en esto: la dicha del delirio / no es algo que te ata?e". Una vuelta de nuevo a los huesos secos del inicio. Una poes¨ªa dominada siempre por un timbre inconfundible, part¨ªcipe de todas las tendencias esenciales del siglo XX, que asume y supera, cambiando la idea misma de la poes¨ªa de su tiempo. Luces y sombras de una vida en la que "Si avanzas, acaso, / encuentres al fantasma que te salve".
Esta edici¨®n de la Poes¨ªa completa de Montale es, sin exageraciones, un acontecimiento decisivo. Es la primera vez que se recoge toda su obra po¨¦tica en espa?ol, gracias al exhaustivo y admirable trabajo de Fabio Mor¨¢bito, que nos propone una traducci¨®n meditada y segura, atenta a la dicci¨®n y al sentido tanto como a la m¨²sica y al sonido de la letra del texto original. Aparte escasos momentos de discrepancia, esta versi¨®n est¨¢ plegada a una claridad y amplitud sobresalientes: de un lado encontramos una forma personal de representaci¨®n sint¨¢ctica y sem¨¢ntica, un orden r¨ªtmico preciso y concentrado, que trata de romper la distancia entre las cosas y las palabras que las representan; del otro, un esfuerzo decidido por alcanzar el sentido y la m¨²sica esenciales de un misterio preciso de escritura. Quien se sumerja en estos poemas, alcanzar¨¢ a ver los hilos certeros del tejido de la emoci¨®n.
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