Los Bala?¨¢ (m¨¢s o menos)
El clan familiar catal¨¢n gestiona la plaza de Barcelona desde 1927 adem¨¢s de cines, teatros y otros espect¨¢culos
Mientras miraba la peque?a fotograf¨ªa de Ava Gardner que sosten¨ªa entre sus manos, Mario Cabr¨¦ me explic¨® que se visti¨® de traje de luces por primera vez para ser banderillero de El Ni?o de la Macarena.
-Tore¨¢bamos en Las Arenas y como yo no quer¨ªa que en mi casa se enterasen me fui a vestir de torero a casa de un amigo y vestido con el traje alquilado fui hasta la plaza en tranv¨ªa.
-?Y qu¨¦ le dec¨ªa la gente?
-Nada. ?Por qu¨¦ me iba a decir algo la gente?
-No me dir¨¢ usted que antes de la guerra era normal ver en los tranv¨ªas gente vestida de torero.
-Qu¨¦ poco sabe usted de la vida, joven.
A?os despu¨¦s, Mario Cabr¨¦, actor, poeta y torero, empez¨® a escribir su diario. Un 23 de septiembre anot¨®: "He llorado bastante al terminar de hablar con el se?or P. B. mientras le preguntaba por qu¨¦ no quer¨ªa ponerme en la corrida con los Mihura, porque faltaba a su palabra, y ¨¦l me contestaba que no pod¨ªa ser". Un 5 de diciembre, Mario Cabr¨¦ sigui¨® citando a P. B. en su diario: "Sue?o que unas personas estaban sentadas a la mesa, al parecer tomando algo. Entre dichas personas se encontraba el se?or P. B. Acto seguido llego yo acompa?ado de la se?orita M. B. Alguien da a entender que tiene algo que ver conmigo. Entonces el se?or P. B. se levanta y, abalanz¨¢ndose sobre m¨ª, me pega". El se?or P. B. obsesionaba a Mario Cabr¨¦. Al se?or P. B., Mario Cabr¨¦ le defin¨ªa como "el empresario de las plazas en las que yo quer¨ªa torear".
Mario Cabr¨¦ le defini¨® como "el empresario de las plazas en las que yo querr¨ªa torear"
El viejo republicano hab¨ªa cambiado de bando. En 1963 fue elegido concejal por el tercio sindical
P. B., Pedro Bala?¨¢, don Pedro, fue un empresario taurino tan respetado como temido. Junto con Camar¨¢ y Gago, apoderados de Manolete y de Arruza, domin¨® el circuito taurino en los a?os de posguerra. A los tres les caracteriz¨® la discreci¨®n. Siempre ventilaron de puertas adentro sus asuntos, en m¨¢s de una ocasi¨®n conflictivos, y hubo quien asegur¨® que la conjunci¨®n de intereses de los tres da?¨® la honestidad taurina. Durante muchos a?os, Bala?¨¢ llev¨® la gesti¨®n de las plazas de media Espa?a. Si no entrabas d¨®cilmente en su terreno, toreabas poco. Hoy los Bala?¨¢ siguen llevando las plazas de Jerez, Linares, Palma de Mallorca y alguna m¨¢s de escasa entidad. Hace a?os que perdieron Sevilla.
Bala?¨¢ naci¨® en 1883 en el barrio barcelon¨¦s de Sants. Gan¨® el primer dinero vendiendo peri¨®dicos y siempre presumi¨® de haber llegado muy alto habiendo asistido solamente a una escuela privada en la que recibi¨® una instrucci¨®n elemental pagando una peseta al mes. Asiduo de una asociaci¨®n hostil a la tauromaquia, la primera relaci¨®n comercial del joven Bala?¨¢ con los toros consisti¨® en vender en el matadero las reses estoqueadas en la cercana plaza de Las Arenas.
En 1915 ya era un hombre popular en Sants. En el libro Cien empresarios catalanes, coordinado por Francesc Cabana, Josep Maria Huertas Claver¨ªa escribe que Bala?¨¢ milit¨® en la Uni¨® Federal Nacionalista republicana que se present¨® a las elecciones municipales en coalici¨®n con el Partido Republicano Radical de Alejando Lerroux. Para que su partido tuviese una plataforma, Bala?¨¢ compr¨® el diario El Poble Catal¨¢. Como concejal, defendi¨® la creaci¨®n de una escuela p¨²blica en su barrio. Sants le dedic¨® un homenaje que finaliz¨® con las interpretaciones de Els Segadors y La Marsellesa. El diario El Progreso defini¨® a Bala?¨¢ como separatista.
En 1926, Bala?¨¢ se hizo cargo de la explotaci¨®n de Las Arenas. En 1927, se estren¨® como empresario de La Monumental, plaza que compr¨® en 1947 a la viuda del que la construy¨®. Pag¨® 15 millones de pesetas. La entrada de los Bala?¨¢ en el negocio cinematogr¨¢fico se produjo en 1943, con la compra del cine Avenida de la Luz. Bala?¨¢ padre se lo regal¨® a Bala?¨¢ hijo, un heredero que sent¨ªa m¨¢s afici¨®n por el mundo de la exhibici¨®n cinematogr¨¢fica que por los toros. Por entonces, el viejo republicano ya hab¨ªa cambiado de bando. En su tesis doctoral sobre la Barcelona del franquismo de posguerra, Jaume Fabre deja constancia en una nota a pie de p¨¢gina de que para celebrar la primera corrida en La Monumental tras la Guerra Civil, festejo presidido por el general Orgaz, "el empresario de la plaza de toros, Pedro Bala?¨¢, don¨® al jefe de la 4? Regi¨®n Militar un cheque por valor de 15.000 pesetas, parte de los beneficios obtenidos con la corrida". La plaza requiri¨® de un periodo de reformas antes de su reapertura. En las ¨²ltimas semanas de guerra hab¨ªa acogido heridos, en los primeros meses de posguerra fue improvisado garaje de material m¨®vil requisado y de las viejas gradas de madera no quedaba nada porque la gente se las hab¨ªa llevado para calentarse en los d¨ªas de invierno en los que Barcelona viv¨ªa con hambre y fr¨ªo el final de la guerra. En su perfil del empresario, Huertas Claver¨ªa afirma que Bala?¨¢, ya La Monumental plenamente recuperada, organizaba todos los a?os "una corrida ben¨¦fica para recaudar fondos con destino a las viudas y hu¨¦rfanos de militares". En 1963 sali¨® elegido concejal por el tercio sindical del franquismo. Falleci¨® en 1965 y 12 a?os m¨¢s tarde su heredero cerr¨® Las Arenas y se centr¨® en La Monumental, plaza en la que se han vivido siete cogidas mortales.
Su hijo, tambi¨¦n llamado Pedro, es arisco como lo fue su padre, y como su padre es tambi¨¦n hombre de formas educadas pero poco dado a aceptar a quien le lleve la contraria. Una hija lleva el negocio teatral. Un hijo, los multicines y los toros. Una segunda hija no est¨¢ implicada en los negocios de la empresa familiar. Otro hijo falleci¨® joven. Para Pedro Bala?¨¢ Forts fue un golpe muy duro. Tambi¨¦n para su esposa, aunque dicen los que conocen al matrimonio que ella lo super¨® mejor gracias a sus s¨®lidas creencias religiosas. La fe mitig¨® el dolor.
Pedro Bala?¨¢ Forts ha llevado los negocios con el mismo estilo que los llevaba su padre, Pedro Bala?¨¢ Espin¨®s: de forma muy personal y sin dejar nada fuera de la estructura familiar. Ese esp¨ªritu de clan familiar se encarna en la figura de la ni?a que en los cines del grupo Bala?¨¢ pide silencio desde la pantalla antes de que empiece la proyecci¨®n: cierto o leyenda, circula que es una nieta de Bala?¨¢, hombre de porte elegante, poco dado a complicidades afectivas, muy trabajador, inteligente, buen coleccionista de arte y antig¨¹edades que elige personalmente visitando galer¨ªas, y de ideolog¨ªa presumiblemente conservadora. Es un buen mel¨®mano, aunque no tanto como su esposa. A Pedro Bala?¨¢ quiz¨¢ los cambios vertiginosos del siglo pasado le han cogido a contrapi¨¦. Sigue siendo un empresario clave en los sectores cinematogr¨¢fico, teatral y taurino, pero ya no es el empresario indiscutible.
En cine, la apertura de diversas salas multicines le ha arrebatado una cuota importante de mercado, y para Bala?¨¢ abrir cada d¨ªa un cine como el Coliseum, enorme y al viejo estilo, es un reto y un problema. Es cierto que el hijo del fundador de la saga ampli¨® el n¨²mero de cines de la empresa e incluso entr¨® en el mundo de la distribuci¨®n adquiriendo acciones de la Warner espa?ola, pero no deja de ser parad¨®jico que el primer cine que compr¨®, el Alc¨¢zar, haya sido uno de los ¨²ltimos en desaparecer de la cartelera al reunirse dos factores: era demasiado grande y estaba ubicado en una zona en la que el metro cuadrado vale mucho.
En teatro, empresas como Focus o Anexa ya le muerden taquilla con sus espect¨¢culos y la gesti¨®n de sus propios locales, aunque es un hecho que los Bala?¨¢ siguen gestionando los teatros mejor ubicados, un buen negocio cuando programan una obra de ¨¦xito que deja a la empresa un 30% de la taquilla. Los espect¨¢culos de Rubianes en el Capitol o La extra?a pareja en el Borr¨¢s son dos ejemplos de excelentes negocios teatrales para los Bala?¨¢.
En toros, la crisis es un hecho no se sabe si por la apat¨ªa de la empresa o por la apat¨ªa del personal, que en los ¨²ltimos a?os s¨®lo parece haber despertado de su aton¨ªa con el toreo de Jos¨¦ Tom¨¢s que representa la vuelta a lo cl¨¢sico. De los a?os de posguerra en los que Barcelona tenia corridas o novilladas incluso los jueves se ha pasado a temporadas let¨¢rgicas. El ¨²ltimo torero que hizo ganar mucho dinero a los Bala?¨¢ fue Chamaco. En el fen¨®meno de Chamaco, como luego en el de El Cordob¨¦s, estuvo tambi¨¦n el germen de una crisis: hace muchos a?os, N¨¦stor Luj¨¢n le explic¨® al autor de este reportaje qu¨¦ hab¨ªa cambiado en la Barcelona taurina:
-Lo de Chamaco era un fraude, como lo fue lo de El Cordob¨¦s. ?La diferencia que pod¨ªa haber entre ellos y Manolete? Muy sencilla: Manolete era un torero excelente, que se la jugaba. La prueba es c¨®mo muri¨®. Representaba adem¨¢s unas virtudes de se?orito andaluz con las que pod¨ªas o no estar de acuerdo pero que significaban una manera de entender la cultura. El toreo de los otros era teatro. Lo de Chamaco y El Cordob¨¦s fue una visi¨®n neocapitalista y calculadora del toreo. Los toros fueron en Catalu?a, despu¨¦s de la Guerra Civil, de gran inter¨¦s para una aristocracia textil que se sinti¨® muy apasionada sobre todo por la figura casi aristocr¨¢tica de Manolete, que representaba a sus ojos la Espa?a vencedora. Esa burgues¨ªa textil se encontr¨® sin ¨ªdolo al tiempo que entraba en crisis. En Catalu?a los toros han pasado a ser desde hace a?os un espect¨¢culo residual.
Residual como el boxeo, que una noche de verano y fiestas mayores con canciones de Antonio Mach¨ªn y un selecto elenco de engominados cantantes mel¨®dicos en las calles, vio c¨®mo en el ring levantado en el centro del coso taurino de La Monumental Luis Romero, un zurdo surgido de la pobreza, que es de donde salen toreros y boxeadores y por eso ahora ya no salen tantos, noqueaba al italiano Ferracin y consegu¨ªa un t¨ªtulo europeo para la internacionalmente aislada derecha franquista, que en los a?os de estraperlo exhib¨ªa a sus queridas en sillas de ring y en barreras taurinas de sombra, ellos siempre con un cigarro habano, ellas casi siempre rubias oxigenadas.
Residual como la habitaci¨®n de El Cordob¨¦s en el desaparecido hotel Arycasa, con el torero morreando a una hermosa joven que hab¨ªa conseguido entrar salvando el tumulto del pasillo. Ya no hay tumultos en los hoteles de los toreros porque no hay toreros que despierten pasiones. Los gustos han cambiado. Hoy los tumultos los provocan los cantantes, que ya no act¨²an en La Monumental como lo hicieron Los Beatles. En La Monumental hoy s¨®lo se instalan los circos, otro espect¨¢culo residual.
El Cordob¨¦s, a la chica, en una pausa del morreo mientras le ajustaban la taleguilla:
-?As¨ª que sabes ingl¨¦s? Yo tambi¨¦n: Torremolinos City.
La chica, con una risita est¨²pida:
-No. Yo te he dicho que trabajo en El Corte Ingl¨¦s, secci¨®n de biquinis.
El apoderado, dirigi¨¦ndose a m¨ª, que me hab¨ªa colado en la habitaci¨®n pegado como un chicle a la chica:
-Dame el bellargal.... No... T¨² no eres el que tiene el bellargal... ?T¨² qu¨¦ co?o haces aqu¨ª? Da igual. No me importa. Joder, Manolo, deja de morrear a la chica, que son las cinco menos cuarto. Quiero un bellargal, me va a dar algo, noto que me va a dar algo.
Residual como la noche de desvar¨ªo en tecnicolor de Mario Cabr¨¦ con el animal m¨¢s bello del mundo, P. B., una fijaci¨®n en su diario de unos a?os:
-?Volvi¨® a ver a Ava?
-No.
-?Le escribi¨® ella alguna carta?
-No.
-?Le llam¨® por tel¨¦fono alg¨²n d¨ªa?
-No.
-?Y usted sigue creyendo que ella le quiso?
-Qu¨¦ poco sabe usted de amores, joven.
Gustos, empresas, personas sometidas a los vendavales de los cambios. P. B., el gran patriarca de la saga, no podr¨ªa hoy fumarse en los toros sus puros habanos. O s¨ª, que por algo era don Pedro.Los empresarios de La Monumental

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