Profetas
Este a?o la emotiva ceremonia de las doce campanadas que marcan el paso de uno al otro, que les deseo feliz, la oficiar¨¢n, en la televisi¨®n catalana, dos locutores que d¨ªa a d¨ªa se ganan nuestros corazones con la informaci¨®n y previsi¨®n del tiempo. Estoy seguro de que lo har¨¢n muy bien, porque son listos y simp¨¢ticos y cuentan con la complacencia, por no decir la devoci¨®n, de los espectadores.
La enorme popularidad de la informaci¨®n meteorol¨®gica no es privativa de estas tierras, sino universal, algo innato y at¨¢vico, de cuando la tribu labraba y sembraba y rezaba para que el clima fuera propicio a la cosecha. Del cielo aguarda y al cielo teme, dec¨ªa Machado. Ahora, con la globalizaci¨®n, el temor puede ser individual, pero ya no es colectivo: si se echa a perder la cosecha de tomates, se importan de otro hemisferio y tan tranquilos.
En cuanto a lo dem¨¢s, como en Catalu?a el clima es benigno y estamos a resguardo de tifones, la previsi¨®n del tiempo s¨®lo incide en los aspectos m¨¢s triviales de nuestra vida: la playa, un picnic, el vestuario. Un error en la previsi¨®n puede causar una contrariedad, no una desgracia. Con estos presupuestos, a los que nos informan del tiempo con la sonrisa en los labios, les pedimos poco. Que sean sencillos, desenvueltos, cari?osos: el nieto cuya visita toda abuela espera con ilusi¨®n.
En lo que son y lo que dicen se conjugan elementos cient¨ªficos que dan el toque serio sin apabullar, y elementos demi¨²rgicos, que inquietan como todo lo que tiene que ver con el futuro. Por fortuna, se equivocan tanto que el aura del profeta queda muy desva¨ªda. Ellos saben mejor que nadie hasta qu¨¦ punto hacer vaticinios es dar palos de ciego. Como saben tambi¨¦n que esto no importa, porque su funci¨®n se limita a decirnos que ma?ana ser¨¢ otro d¨ªa, con lluvia o sol, quiz¨¢ con pedrisco, para hacer la cusca a los payeses, pero otro d¨ªa, como hoy.
Por eso est¨¢ bien que sean ellos los encargados de oficializar el tr¨¢nsito del a?o, y de decirnos que ser¨¢ como ¨¦ste, con cosas buenas y cosas malas, pero que, salvo para los muertos, todos los d¨ªas volver¨¢ a salir el sol para los que vean la televisi¨®n catalana y tambi¨¦n para los que prefieran sintonizar otro dial.
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