?No hemos aprendido nada?
El presidente de Siria, Bashir Assad, ha propuesto en repetidas ocasiones entablar negociaciones de paz con Israel, e incluso ha a?adido ¨²ltimamente que no pone ninguna condici¨®n previa para negociar; ni siquiera exige que Israel prometa de antemano devolver los altos del Gol¨¢n. La reacci¨®n del primer ministro israel¨ª, Ehud Olmert, ha sido asombrosa. No podemos actuar -ha dicho Olmert- en contra de nuestro amigo, el presidente George W. Bush, que no est¨¢ interesado en un acuerdo entre Israel y Siria. Por consiguiente, Israel rechaza la mano que le ha tendido Siria.
Hubo una ¨¦poca, cuando Israel a¨²n se comportaba como un pa¨ªs independiente y no como cliente de Estados Unidos, en la que la exigencia de conversaciones directas e incondicionales con los pa¨ªses ¨¢rabes era el centro de la pol¨ªtica israel¨ª en Oriente Pr¨®ximo. Los primeros ministros David Ben-Gurion, Moshe Sharret, Levi Eshkol, Isaac Rabin y Menachem Begin pidieron que los l¨ªderes ¨¢rabes se sentaran en la mesa de negociaciones sin condiciones previas por ning¨²n lado. Las demandas de cada una de las partes, sostuvo Israel durante decenios, se pod¨ªan abordar durante las conversaciones.
Ya no es as¨ª.
Hoy, como respuesta a la apertura siria, Israel ha presentado una lista de condiciones previas. Siria debe expulsar a la direcci¨®n de Ham¨¢s. Siria debe cortar sus lazos con Hezbol¨¢. Siria debe dejar de acosar a nuestros aliados estadounidenses en Irak. Siria debe poner fin a su alianza con Ir¨¢n. Siria debe desistir de su concentraci¨®n de tropas en el frente del Gol¨¢n. Todo eso tiene que estar hecho antes de empezar las negociaciones.
Si Siria cumpliera todas esas condiciones, Israel no necesitar¨ªa negociar el futuro del Gol¨¢n. Es m¨¢s, si Siria aceptase todas las condiciones previas que exige Israel, la paz ser¨ªa superflua.
Israel ocup¨® los altos del Gol¨¢n en 1967, en respuesta a un ataque sirio. Desde entonces, Siria ha exigido la devoluci¨®n de su territorio e Israel que el r¨¦gimen de Damasco reconozca su existencia, detenga las hostilidades y viva en paz con el Estado jud¨ªo. Hoy, Israel exige, como condici¨®n previa, que Siria conceda todo lo que tiene que conceder antes de sentarse a hablar. Es una demanda desproporcionada. Y m¨¢s desproporcionada a¨²n es la raz¨®n que da Israel para despreciar la mano que le tiende Siria: no podemos negociar con los sirios porque eso pondr¨ªa al presidente Bush en una situaci¨®n inc¨®moda dentro del debate interno que est¨¢ manteniendo el pueblo estadounidense sobre la pol¨ªtica relacionada con Oriente Pr¨®ximo.
?Por qu¨¦ se inmiscuye Israel en el debate entre halcones y palomas en Estados Unidos? ?Por qu¨¦ tiene que dejar de lado su m¨¢ximo inter¨¦s nacional -la paz con todos sus vecinos- por las exquisiteces de sus relaciones con un extranjero? Y sobre todo: ¨¦sta es la primera vez que un primer ministro israel¨ª ha reconocido -e incluso se ha mostrado orgulloso por ello- que una decisi¨®n nacional de importancia suprema est¨¢ en manos de otro pa¨ªs.
Ya hemos estado en una situaci¨®n as¨ª. En v¨ªsperas de la guerra de Yom Kippur, el presidente egipcio Anuar Sadat ofreci¨® a Israel la paz a cambio de la devoluci¨®n del Sina¨ª. El incompetente Gobierno de Golda Meir ignor¨® la oferta por motivos muy similares a los que ahora expone el Gobierno de Olmert. Entonces, en la guerra que sigui¨®, murieron 2.700 soldados israel¨ªes y resultaron heridos varios miles m¨¢s. Despu¨¦s de la guerra, Israel volvi¨® a recibir de Sadat la misma oferta que antes: paz a cambio de tierras.
?No hemos aprendido nada?
Amos Oz es escritor israel¨ª. Traducci¨®n del ingl¨¦s de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia. ? Amos Oz 2006.
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