Reformas de Estatutos y de la Constituci¨®n
La reforma de los Estatutos de Autonom¨ªa ha alcanzado una velocidad de crucero que permitir¨¢ que, a lo largo del pr¨®ximo a?o, buena parte de las Comunidades Aut¨®nomas dispongan de unos nuevos textos estatutarios modernos, adaptados a las nuevas circunstancias pol¨ªticas y sociales, con m¨¢s y mejor autogobierno. Con ellos, deber¨¢n afrontar nuevos horizontes y metas para sus ciudadanos. Al tiempo, se habr¨¢ dado un paso decisivo, quiz¨¢s definitivo, en la consolidaci¨®n de la estructura territorial de Espa?a, profundamente descentralizada como corresponde a su realidad diversa y plural, pero tambi¨¦n unida y s¨®lida.
Quedan ya despejados los horizontes apocal¨ªpticos sobre la unidad de Espa?a que algunos divisaban en este proceso de reformas, fruto de propuestas con poco encaje en el marco constitucional, de mentalidades inmovilistas y tambi¨¦n de desconfianzas en el pueblo espa?ol que han impedido la modernizaci¨®n de nuestro pa¨ªs durante siglos, m¨¢s que del propio proceso de reformas en s¨ª mismo. Es de celebrar por ello que todos los partidos pol¨ªticos, con sus matices y diferencias, se hayan incorporado al actual proceso de cambios porque ello es garant¨ªa de solidez y estabilidad futura. En cierto modo, se repite el mismo proceso que en la d¨¦cada de los ochenta, cuando se inici¨® la construcci¨®n del actual Estado de las Autonom¨ªas.
Encauzadas pues las reformas estatutarias, conviene detenerse en dos aspectos a mi entender fundamentales para completar el futuro de la estructura territorial e institucional de Espa?a. Con ser importantes, que lo son, las formulaciones legales concretas, la experiencia, en nuestro pa¨ªs y en otros de estructura descentralizada o federal, indica que es la gesti¨®n concreta de las mismas la que acaba conformando la aut¨¦ntica naturaleza de un Estado, de la distribuci¨®n de los poderes, de las relaciones institucionales, de su viabilidad y capacidad para afrontar los problemas. En definitiva, de los aspectos visibles del Estado, m¨¢s all¨¢ del lenguaje t¨¦cnico y jur¨ªdico de los textos legales.
De hecho, ¨¦sta ha sido la clave durante veinticinco a?os para llegar al momento actual de nuestro Estado. Desde la reconocida ambig¨¹edad de la Constituci¨®n se ha ido construyendo un edificio territorial desde el pragmatismo y la gesti¨®n de los problemas, cuyo resultado ya nadie califica sino de satisfactorio, como m¨ªnimo. Y desde estos mismos pilares debe afrontarse el inmediato futuro de nuestra estructura territorial. Ser¨¢n, como han sido hasta ahora, la lealtad, la honradez, el sentido com¨²n y la visi¨®n de futuro, los que marquen el ¨¦xito o no de las nuevas etapas que se abren.
Los Estatutos reformados afrontan nuevas metas de autogobierno, cuya consolidaci¨®n debe hacerse con la prudencia y visi¨®n de futuro con que se ha hecho hasta ahora. Pero sobre todo introducen modificaciones, a veces sustanciales, en el modo de ejercicio de sus atribuciones y competencias, en su intensidad, en el modo de articularse con las del Estado y en la forma de relacionarse con ¨¦ste. Precisamente en aquellos aspectos que, de acuerdo con la mayor¨ªa de los diagn¨®sticos, nuestro Estado de las Autonom¨ªas adolece de deficiencias, por la debilidad del sistema de relaciones entre ambas estructuras.
Simult¨¢neamente a este proceso y estrechamente relacionado con la idea anterior, queda pendiente de abordarse la propuesta inicial del Gobierno de afrontar una reforma limitada de la Constituci¨®n, al tiempo que se hacen otras propuestas para reformar otros aspectos de la Carta Magna. Cabe pensar, en un primer an¨¢lisis, que estas ¨²ltimas propuestas van a tener un incierto futuro del mismo orden que las anunciadas por el Gobierno, fundamentalmente por el enrarecido clima pol¨ªtico existente en esta legislatura que no facilita precisamente los consensos necesarios. Pero una reflexi¨®n m¨¢s serena permite deducir que ambas parten de una misma idea inicial: abordar los cambios necesarios en nuestra Constituci¨®n para afrontar una nueva etapa de la Espa?a auton¨®mica y sus problemas. A partir de ah¨ª, debemos debatir sobre cu¨¢les son las mejores f¨®rmulas para ello, pero no debemos desperdiciar el dato de que se estima conveniente afrontar la reforma.
Aunque, curiosamente, en la propuesta del Partido Popular no figura la reforma del Senado, como hab¨ªa figurado en sucesivos programas electorales de dicho partido hasta el momento, una parte de sus propuestas pueden enmarcarse en lo que hasta hoy ha sido el debate sobre los contenidos de la reforma del Senado.
Durante a?os, expertos, senadores y medios de opini¨®n han coincidido en que el principal problema de nuestra estructura territorial es la ausencia de una C¨¢mara de representaci¨®n territorial, o, mejor, que la actual no tiene los medios, funciones y estructura para cumplir debidamente esa funci¨®n ya atribuida constitucionalmente. Que la elaboraci¨®n de pol¨ªticas estatales con incidencia territorial, el ejercicio de las respectivas competencias por el Estado y las Comunidades Aut¨®nomas, frecuentemente judicializado, la participaci¨®n de los entes territoriales en los planes generales de acci¨®n p¨²blica, no tienen el engranaje necesario ni la instituci¨®n adecuada donde se debatan, se equilibren y se aprueben con garant¨ªa de eficacia y aceptaci¨®n.
Las reformas estatutarias no van a dar la soluci¨®n a estos problemas, porque no es su funci¨®n. Pero s¨ª van a resaltar y evidenciar m¨¢s a¨²n esas deficiencias. No es prudente continuar durante mucho tiempo sin abordar la reforma del Senado. Y aunque el momento actual no es el m¨¢s propicio, una vez pase el periodo electoral del pr¨®ximo a?o, deber¨ªamos hacer todos una reflexi¨®n seria sobre los pasos a dar en la reforma de la Constituci¨®n, y en concreto en la reforma del Senado.
Porque, y en definitiva, lo que s¨ª podemos afirmar con rotundidad, y negarlo es injusto, es que las Comunidades Aut¨®nomas han sido motor de progreso, equilibrio, cohesi¨®n y desarrollo de nuestro pa¨ªs. Y que la diversidad que representa la Espa?a actual, no es signo de ruptura, es aceptar una realidad consolidada, respetada y apreciada; y, sobre todo, que ha hecho de nuestro pa¨ªs un referente que muchos observan para abordar problemas del mismo tipo, y lo ha colocado en el grupo de cabeza en el orden internacional. Por tanto, debemos seguir por esa senda, mejorando su firme.
Javier Rojo es presidente del Senado.
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