No nos equivoquemos de cad¨¢veres
Algunos j¨®venes justicieros de hoy, amparados en la impunidad que da el no estar en la memoria que se quiere ajusticiar, y acompa?ados por la autoridad de alg¨²n historiador que por otras razones que las de la edad tampoco est¨¢ en ella, han emprendido en nuestro diario una insistente campa?a de levantamiento de las alfombras franquistas, pero se han equivocado de habitaci¨®n y de ocupantes. Su fijaci¨®n f¨®bica por lo que entonces se llam¨® el grupo Escorial yerra completamente el tiro, pues Dionisio Ridruejo, Pedro La¨ªn y sus compa?eros fueron a partir de 1957 los m¨¢s seguros valedores de la operaci¨®n de defascistizar la sociedad civil espa?ola, en que nos empe?amos, sin hero¨ªsmo pero con determinaci¨®n, los j¨®venes antifranquistas burgueses de entonces. Y quiero decir que lo que representaron los Cursos de Sociolog¨ªa, Ceisa, la Escuela Cr¨ªtica de Ciencias Sociales y la Fundaci¨®n Cultural Espa?ola, verdadera avanzadilla del saber cr¨ªtico y de la intelligentsia democr¨¢tica de los a?os sesenta, no hubiera sido posible sin Pedro La¨ªn que, como presidente del Patronato Cient¨ªfico y figura emblem¨¢tica de todas esas operaciones, les dio la legitimidad social que necesitaban y nos ayud¨® a resistir las agresiones del Gobierno y de la polic¨ªa.
El profesor La¨ªn, con motivo de los cierres de la escuela, me acompa?¨® en tres ocasiones a la Direcci¨®n General de Seguridad y, lo que hoy puede parecer una banalidad administrativa, entonces no lo era. ?Por qu¨¦, pues, en vez de cebarse en los Ridruejo/La¨ªnes, no nos ayudan a sacar los cad¨¢veres de los armarios de nuestra clase dominante? De la de hoy, claro, que es la de siempre. ?Por qu¨¦ en vez de obstinarse en la denuncia del conocido falangismo inicial de unos antifranquistas tard¨ªos pero combativos, no se airea el pasado de quienes los antagonizaron en cuanto dem¨®cratas? Comenzando por quien dirigi¨®, como responsable del Ministerio de Informaci¨®n de la dictadura, el hostigamiento de que fueron objeto y que hoy sigue codirigiendo nuestros destinos democr¨¢ticos. A lo mejor as¨ª logramos entender por qu¨¦ los que ped¨ªamos la ruptura y por qu¨¦ los que nos quer¨ªan imponer la reforma nos vimos reducidos a la condici¨®n de comparsas, m¨¢s o menos resignados, de la autotransformaci¨®n del franquismo en lo que hoy tenemos.
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