Las otras vanguardias
El poeta Oswald de Andrade dicta en 1944 una conferencia en Belo Horizonte que es quiz¨¢s el primer intento de revisi¨®n hist¨®rica de la experiencia del arte de vanguardia en Brasil, emprendido 22 a?os despu¨¦s de la realizaci¨®n de la semana de arte moderno, a la que suele considerarse el pistoletazo de salida de esa experiencia. Andrade, poeta, te¨®rico, polemista y autor de manifiestos tan decisivos como Pau Brasil y Antropofagia, afirm¨® entonces que "solamente en la distancia" el modernismo paulista pod¨ªa representar "el espect¨¢culo de una familia solidaria y respetable" porque "en su origen ya estaba disperso en setenta grupos discordantes".
Su juicio vale para todos los intentos de historizar a las vanguardias, incluido, desde luego, el m¨¢s paradigm¨¢tico y exitoso de todos: el de Alfred J. Barr, art¨ªfice y fact¨®tum del MOMA de Nueva York. Pero si lo cito aqu¨ª y ahora es para subrayar que el prop¨®sito que ha animado al mexicano Luis-Mart¨ªn L¨¢zaro -comisario de esta exposici¨®n, patrocinada por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones culturales- es, justamente, el de devolvernos a ese inicio turbulento de los "setenta grupos discordantes". Ese prop¨®sito -secundado por la brasile?a Vera d'Horta y la argentina Patricia Artundo- establece una notoria diferencia con el que estaba detr¨¢s de otras exposiciones que como ¨¦sta han intentado mostrarnos un cierto panorama de las vanguardias art¨ªsticas en Am¨¦rica Latina. Pienso, por ejemplo, en la comisariada por Waldo Rassmusen del MOMA, expuesta en Sevilla, en el marco de la Expo 92. O en Versiones del Sur, esa pentaexposici¨®n, organizada por el Reina Sof¨ªa de Madrid al filo de 2000. Ambas incurrieron, evidentemente, en el vicio de anacronismo, cultivado sine d¨ªe por el historicismo, que pacifica lo que antes era conflictivo mediante la omisi¨®n del contenido efectivo de los desacuerdos. Y que convierte en puramente estil¨ªsticas o formales diferencias que entonces fueron absolutamente vitales.
En Am¨¦rica Latina hubo, respecto a las vanguardias europeas, un rasgo distintivo ins¨®lito: el muralismo mexicano
La desgracia en este caso consiste en que, a pesar de las buenas intenciones del comisario, Vasos comunicantes no logra recuperar la aspereza o la intensidad de los conflictos que dividieron a las vanguardias art¨ªsticas y pol¨ªticas de Iberoam¨¦rica al igual que lo hicieron en su d¨ªa en Europa. En el caso de Am¨¦rica Latina, esas diferencias no fueron exclusivamente heredadas porque hubo un rasgo distintivo ins¨®lito: el muralismo mexicano. Este movimiento, encabezado por Rivera, Orozco y Siqueiros, logr¨® una articulaci¨®n in¨¦dita de las lecciones del cubismo, el expresionismo y el futurismo en la respuesta art¨ªstica a las exigencias de construir una nueva identidad nacional en torno a la mitolog¨ªa del indigenismo, formuladas tras la revoluci¨®n de 1910, la misma que inicia el ciclo de las revoluciones del siglo XX. A favor o en contra de las tesis y de la est¨¦tica del muralismo se decantaron muchas de las pol¨¦micas en todo el continente, incluida Argentina, donde entre los a?os veinte y treinta, la mayor¨ªa de los grupos de vanguardia no le encontraban sentido a eso del indigenismo en un pa¨ªs remodelado por el impacto de las inmigraciones masivas de europeos y la previa liquidaci¨®n de los indios. Pero aun as¨ª, la visita y el taller realizado por Siqueiros en 1933 en Buenos Aires impact¨® seriamente en pintores de la talla de Berni o Spilimbergo -ambos representados en esta exposici¨®n-. Y lo que es quiz¨¢ m¨¢s importante: el desaf¨ªo indigenista, en cuanto propuesta de una mitolog¨ªa y una imaginer¨ªa al servicio tanto de la construcci¨®n de identidades nacionales espec¨ªficas como de los proyectos de uni¨®n pol¨ªtica de todo el continente, puede asumirse como el motivo oculto o tachado de alternativas como la del argentino Xul Solar o la de los uruguayos Joaqu¨ªn Torres Garc¨ªa y Pedro Figari, igualmente incluidos en esta exposici¨®n. Los tres buscaban satisfacer esas demandas, cada cual a su manera, apostando por una nueva raza, "los neocriollos", y/o apelando a ret¨®ricas visuales focalizadas en la Bauhaus como lugar de encuentro de Klee, de Kandinsky y de Rodchenko.
Quiz¨¢s la fortaleza de esta exposici¨®n no est¨¢ en donde su comisario dice que est¨¢, sino en la apuesta por incluir obras y artistas poco o nada conocidos entre nosotros, junto a quienes como los muralistas mexicanos, Tarsila do Amaral, Anita Malfati, Roberto Matta, Emilio Pettoruti, Lasar Segall o Wifredo Lam, ya hacen parte indiscutible del canon del arte de vanguardia latinoamericano de la primera mitad del siglo XX. Me refiero, por ejemplo, a un artista como Germ¨¢n Cueto, redescubierto hace poco por una magn¨ªfica exposici¨®n individual en el Reina Sof¨ªa de Madrid, y caso ejemplar de que, a¨²n en el M¨¦xico dominado abrumadoramente por el muralismo, hubo lugar para otras expresiones de la vanguardia art¨ªstica. Menos ¨¦picas, m¨¢s l¨ªricas. O a pintores tan injustamente olvidados como Jaime Olson, Flavio de Carvalho, Raquel Forner, Gabriel Fern¨¢ndez Ledesma o Mar¨ªa Izquierdo. Notable tambi¨¦n, la revalorizaci¨®n de Norah Borges, desde hace tanto extraviada en "el laberinto porte?o" y la reafirmaci¨®n del grupo constructivista Madi, con Gyula Kosice y Quin Arden a la cabeza. La guinda del pastel: el retrato de Tina Modotti desnuda en una terraza, de Edward Weston.
Vasos comunicantes. Museo Esteban Vicente. Plazuela de las Bellas Artes, s/n. Segovia. Hasta el 18 de febrero de 2007.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.