Polvo enamorado

Dice uno de los personajes de esta novela argentina de Horacio V¨¢zquez-Rial (Buenos Aires, 1947), que se expresa como algunos personajes de novelas (o pel¨ªculas) argentinas, que las mujeres de las que uno se enamora ferozmente rara vez son las que nos convienen, y que hay otras a las que uno puede amar con cierta serenidad, son ¨¦sas las que nos esperan siempre. Hasta aqu¨ª la filosof¨ªa (argentina) del personaje de esta novela que es de esas que el lector lee con cierta serenidad, de esas que nos esperan siempre.

Un jurado independiente (de la editorial, se nos precisa) formado por Rodrigo Fres¨¢n, Enrique de H¨¦riz, Carlos Monsiv¨¢is y Juan Villoro concedi¨® a V¨¢zquez-Rial el II Premio de Novela La Otra Orilla, convocado por el Grupo Editorial Norma, y su filial Belacqva, y 30.000 d¨®lares, etc¨¦tera. Se entiende. Quiero decir que ser¨ªa una novela m¨¢s, un premio m¨¢s, si no fuera porque la solvencia narrativa de V¨¢zquez-Rial, un escritor de las dos orillas con una digna carrera literaria a sus espaldas, consigue que el lector se deje atrapar por este relato que comienza con calculada fuerza para ir desarrollando en cap¨ªtulos breves, bien escritos, con cierta econom¨ªa de estilo, pero eficaz, un viaje al interior (geogr¨¢fico) de un pa¨ªs desnortado siempre, y un viaje al interior (el pasado) de una naci¨®n que desciende de los barcos (gallegos e italianos; pero tambi¨¦n jud¨ªos y nazis protegidos: los jud¨ªos en esta novela tienen una relevancia especial, acent¨²an mejor el desarraigo, las se?ales de identidad) y que est¨¢ en permanente posici¨®n horizontal en el div¨¢n de sus frustraciones.

En principio, El camino del Norte parec¨ªa apuntar a demasiados sitios; podr¨ªa considerarse que el mezclar jud¨ªos descre¨ªdos y nazis ocultos, desaparecidos de la dictadura y v¨ªctimas del corralito, horrores del pasado (militar) y errores del presente (econ¨®mico: bancos cerrados, d¨®lares, pesos, los ahorros de una vida en papel mojado), y todo ello en poco m¨¢s de ciento cincuenta p¨¢ginas, no iba a acabar, a la fuerza, bien, por sobreesfuerzo.

Y sin embargo -y ah¨ª entrael oficio del escritor, que nos da una historia muy digna, con esa tendencia a la sobreactuaci¨®n tan argentina- El camino del Norte es un buen relato de viajes al interior (colectivo) de un pa¨ªs y que se salva -algunos personajes de la novela, al menos- por optar por amar con cierta serenidad, huyendo -como del agua hirviendo- del enamoramiento feroz e insistiendo en ese amor serenidad, que tan buenos resultados acaba dando. Hay en esta novela muchas vidas encontradas, atravesadas, hechas y rehechas, y est¨¢n contadas esas vidas, a pesar de la malandanza argentina -desaparecidos, corralito-, con esa suficiencia -cine, literatura- tan ya digo t¨ªpicamente argentina; son protagonistas -de esas vidas- que a¨²n con una rodilla en tierra, magullados y apalizados, hablan y sienten como si fueran bravos argentinos por cuyas venas corren r¨ªos de adjetivos y de met¨¢foras; literatura, en fin, literatura.

Horacio V¨¢zquez-Rial con esta hermosa novela de personajes descabalgados consigue que acaben -esos personajes- sacudi¨¦ndose el polvo del camino; el de ellos, polvo s¨ª, mas polvo enamorado.