Tras la era de la codicia
Tras la euforia de la era de codicia y pelotazo de los a?os noventa (?se acuerdan?: la "nueva econom¨ªa" de prosperidad indefinida, el punto.com, el fin liberal-democr¨¢tico de la historia, el triunfo definitivo del centro y la moderaci¨®n, etc¨¦tera), la resaca.
La resaca. Amenazantes terrores procedentes de enigm¨¢ticos fanatismos -nacidos, al parecer, de la nada-. Intempestivas guerras preventivas "imperiales" -?ipsissima verba!-. Un alza imparable de los precios del crudo que trae inopinadamente a la memoria lo que interesadamente hab¨ªamos olvidado por unos lustros -que estamos en la recta final de la era de los combustibles f¨®siles, la base energ¨¦tica de nuestra civilizaci¨®n-. La cat¨¢strofe ecol¨®gica planetaria del efecto invernadero -ahora traducida ya a unas cifras cremat¨ªsticas inteligibles hasta para los ejecutivos y los tertulianos-. Aparici¨®n de nuevos colosos econ¨®mica y geopol¨ªticamente intranquilizantes al Este -que, encima, aceleran el fin de la era f¨®sil-. La llaga m¨¢s y m¨¢s lacerante de la agon¨ªa palestina -en el coraz¨®n del polvor¨ªn que es el Oriente Medio-. El drama del sistem¨¢tico despojo a que, "planes de ajuste estructural" mediante, vienen siendo sometidas las econom¨ªas y los ecosistemas del llamado Tercer Mundo, y las dif¨ªcilmente represables oleadas migratorias consiguientes -que algunos han comparado hist¨®ricamente a las oleadas generadas por cat¨¢strofes b¨¦licas de grandes dimensiones-. Una verdadera rebeli¨®n "populista" (sedicentemente "socialista": ?lo que faltaba!) en Am¨¦rica Latina, e irrupci¨®n pol¨ªtica all¨ª, por vez primera en la historia, de los pueblos "sin historia" -esa mayor¨ªa de poblaci¨®n indoamericana premedita e inveteradamente excluida en las falsas rep¨²blicas neocoloniales-. Socavaci¨®n de los derechos sociales conquistados por cinco generaciones del movimiento obrero mundial, no ya por efecto de misteriosas fuerzas competitivas an¨®nimas de la "globalizaci¨®n", sino por apuesta pol¨ªticamente decidida de lo que gentes tan poco sospechosas como los editorialistas del New York Times o el archimillonario William Buffet han dado en llamar "lucha de clases desde arriba". Incremento indecible, a?o tras a?o, no s¨®lo de la pobreza en el mundo, sino de la polarizaci¨®n social por doquier -tambi¨¦n, y sobre todo, en Estados Unidos; tambi¨¦n en Europa-.
Hasta los publicistas del sistema constatan que el centro pol¨ªtico se va encogiendo a ojos vista
Tambi¨¦n en Europa. Hasta los publicistas del establishment se percatan. "El centro se encoge", lamenta en el prestigioso semanario social-liberal alem¨¢n Die Zeit Werner Perger. "El centro pierde cada vez m¨¢s poder", constata un editorial del conservador diario suizo Neue Z¨¹rcher Zeitung. Los grandes partidos de centro (a derecha e izquierda) cada vez suman menos votos y esca?os. La CDU-CSU y la SPD alemanas recogen hoy, juntas, menos votos y esca?os que nunca desde el final de la II Guerra Mundial. Lo mismo en Holanda, en Dinamarca, en Suecia, hasta en Catalu?a. El famoso "duopolio pol¨ªtico espacial" que, de acuerdo con el teorema de Hotelling, obligaba a los partidos a maximizar sus votos pescando electoralmente en el centro, est¨¢ desapareciendo a ojos vistas.
La "crisis del centro" y la consiguiente tendencia a la radicalizaci¨®n y/o fragmentaci¨®n de la "oferta pol¨ªtica" en Europa occidental no nace de la mala voluntad o de la impericia de la ¨¦lite pol¨ªtica duop¨®lica tradicional, como dan a entender los habituales columnistas de opini¨®n biempensantes o los "te¨®ricos" sociales medi¨¢ticos ajenos a la investigaci¨®n emp¨ªrica, sino que parece hundir su ra¨ªz m¨¢s profunda en la acelerada polarizaci¨®n de la estructura social europea. La "crisis del centro" viene del fin del tipo de sociedad en que se sustentaba su predominio duop¨®lico. Los mileuristas crecen sin parar: ya son el 57% de la poblaci¨®n trabajadora en el Reino de Espa?a, en donde, dicho sea de paso, en los dos ¨²ltimos a?os la remuneraci¨®n salarial ha pasado de representar el 47,71% al 46,12% del PIB, mientras que los beneficios empresariales han pasado del 41,78% al 42,25%. La Fundaci¨®n Ebert acaba de publicar un concienzudo estudio que ha significado un verdadero aldabonazo en la opini¨®n p¨²blica alemana, incluso por el l¨¦xico retro empleado ("subclases", "precariado dependiente"). Y el polit¨®logo brit¨¢nico Colin Crouch habla del fin de la democracia bienestarista en Europa y de una incipiente "posdemocracia" autoritaria (?¨¤ la Blair o ¨¤ la Sarkozy?) que se amoldar¨ªa supuestamente mejor a los miedos que despiertan en los ciudadanos europeos las restricciones disciplinantes de la "sociedad de concurrencia global" del capitalismo contrarreformado de nuestros d¨ªas.
Los ciudadanos europeos son cabalmente conscientes -todos los estudios emp¨ªricos competentes coinciden- de la impotencia, d¨ªgase as¨ª, de los grandes partidos tradicionales frente a la transformaci¨®n de la vida social impulsada sin estorbos aparentes por las empresas transnacionales y los mercados financieros internacionales. El ala izquierda del "centro" paga ahora su incapacidad para defender siquiera el capitalismo reformado y el consenso social b¨¢sico forzados manu militari por los estadounidenses en la Europa de posguerra, y aun su colaboraci¨®n m¨¢s o menos vergonzante en la contrarreforma neoliberal.
El auge de la Linkspartei en Alemania, el espectacular ¨¦xito del nuevo Partido Socialista de Marijnissen en Holanda -que ha sabido capitalizar el no holand¨¦s al Tratado Constitucional europeo de impronta neoliberal, arrancando centenares de miles de votos a un desnortado partido socialdem¨®crata que no tuvo mejor idea que poner de mascar¨®n de proa electoral a un antiguo ejecutivo de la transnacional petrolera Shell-, o la estimable subida de ICV-EUiA en las ¨²ltimas elecciones auton¨®micas catalanas, son tal vez indicios de que hay alternativas pol¨ªtico-electorales a las nada halag¨¹e?as perspectivas que ofrece el statu quo pol¨ªtico europeo: o la abstenci¨®n creciente, o el voto ritualmente fiel a un "centro" m¨¢s y m¨¢s desacreditado y esc¨¦pticamente resignado a un mal menor que es cada vez mayor, o, finalmente, la capitulaci¨®n ante el ascenso de la demagogia xen¨®foba y autoritaria de la "posdemocracia".
Antoni Dom¨¨nech es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa Moral en la Facultad de Ciencias Econ¨®micas de la UB. Daniel Ravent¨®s es economista y profesor titular de Sociolog¨ªa en esa misma facultad. Son miembros fundadores de la revista pol¨ªtica internacional SinPermiso (www.sinpermiso.info).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.