Comercio regulado
El anteproyecto de Ley sobre el Control del Comercio Exterior de Material de Defensa y de Doble Uso, aprobado por el ¨²ltimo Consejo de Ministros de 2006, es una norma necesaria para un pa¨ªs como el nuestro, en el que las industrias relacionadas con la Defensa no han dejado de ganar mercados en las ¨²ltimas d¨¦cadas, coincidiendo con un progresivo deterioro de la estabilidad internacional y una creciente amenaza por parte del crimen organizado y de grupos terroristas de diverso signo. Si existe un terreno en el que est¨¢ justificada una excepci¨®n a las normas internacionales del libre comercio, ¨¦se es el de la fabricaci¨®n y venta de armas, municiones y otros productos destinados al suministro de las Fuerzas Armadas y los Cuerpos de Seguridad nacionales o extranjeros. El estricto control estatal de las transacciones que afectan a estos materiales es lo que permite distinguir entre un comercio sin duda sensible, pero necesario, y el tr¨¢fico de armas, una persistente lacra internacional que viene contribuyendo desde antiguo a desencadenar conflictos o a perpetuarlos.
Para elaborar esta norma, el Gobierno ha debido moverse entre dos posiciones divergentes, la que encabeza la industria armament¨ªstica espa?ola y la que han enarbolado las ONG. La diferencia principal se refiere a la transparencia de las transacciones, frente a la cual los fabricantes insisten en el riesgo de posibles manipulaciones y las ONG en su eficacia como mecanismo para prevenir y sofocar los conflictos, en particular en las zonas m¨¢s atrasadas del planeta. Control no debe significar opacidad, de la misma manera que la transparencia no puede confundirse con el cuestionamiento de una de las m¨¢s indiscutibles prerrogativas del Estado. Es ¨¦ste el que, mediante las garant¨ªas que se pretenden reforzar con el anteproyecto reci¨¦n aprobado, debe asegurar que este comercio singular se ajusta, por un lado, a la legalidad internacional y, por otro, a las opciones de pol¨ªtica exterior.
En relaci¨®n con un tipo concreto de armamento, las bombas de racimo, el Gobierno se ha inclinado por no prohibir su fabricaci¨®n. La ¨²nica manera de que esta decisi¨®n no incurra en contradicci¨®n con el discurso de pacifismo a ultranza adoptado por el Ejecutivo de Zapatero es que la diplomacia espa?ola se implique a fondo en las iniciativas multilaterales para prohibir este tipo de proyectiles. La reciente experiencia de la guerra de L¨ªbano, en la que el masivo empleo de estas bombas por parte de Israel sigue produciendo v¨ªctimas meses despu¨¦s de concluidas las hostilidades, constituye un poderoso argumento para no demorar los esfuerzos para alcanzar un acuerdo internacional que las proh¨ªba.
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