La ejecuci¨®n de Sadam, mal presagio para 2007
Para hacer de Sadam Husein un m¨¢rtir, para hacer del verdugo una v¨ªctima y del d¨¦spota un santo, hac¨ªa falta nada menos que la loca y torpe inconsciencia de los estadounidenses. Mejor dicho: de un Gobierno estadounidense al que por fin han vuelto la espalda sus ciudadanos.
Pero, para el mundo sun¨ª, y no s¨®lo -podemos estar seguros de ello-, son los estadounidenses los que han permitido e incluso organizado la ejecuci¨®n de Sadam Husein, tras un proceso chapucero, sectario y, en la forma, completamente ilegal.
Esas hordas de chi¨ªes fan¨¢ticos y llenos de odio que quisieron impedir que el condenado a muerte rezara por ¨²ltima vez son muestra de una ceguera primitiva. Y, mientras tanto, para celebrar la fiesta de Aid el Kebir, los fieles degollaban sus corderos en recuerdo de la decisi¨®n de Dios de no sacrificar al hijo de Abraham. La cabeza del tirano que, al desplomarse, simboliza el sacrificio, no es muy distinta a la del cordero degollado. Ya estoy oyendo a los aliados de George Bush decir tranquilamente que las autoridades estadounidenses de Bagdad han querido que los iraqu¨ªes se las arreglaran entre ellos. Es, m¨¢s o menos, lo mismo que dijo Sharon cuando permiti¨® que las milicias maronitas vengaran a su presidente asesinado con la matanza de los palestinos de Sabra y Chatila en 1982. Es, adem¨¢s, olvidar -y qu¨¦ olvido tan c¨ªnico- que los grandes ide¨®logos y la gloriosa estrategia de los Bush, Rumsfeld, Cheney y dem¨¢s pretend¨ªan construir la paz al liberar por completo al pueblo iraqu¨ª de la dictadura.
Es evidente que los kurdos se consideran suficientemente liberados y aut¨®nomos y no se sienten tentados por la barbarie. Pero lo que est¨¢ sucediendo entre los chi¨ªes, que era previsible, no es achacable, en definitiva, m¨¢s que a la irresponsabilidad del ocupante. Lo que hoy est¨¢ ocurriendo -la guerra civil- tiene de escandaloso que suscita cierta a?oranza del orden totalitario y sangriento de Sadam Husein y desacredita todas las ambiciones democr¨¢ticas llegadas de Occidente. Quienes dicen que hemos pasado una p¨¢gina y que la sangre se seca enseguida suelen tener raz¨®n, porque la historia no es solamente tr¨¢gica, es c¨ªnica. Pero en esta ocasi¨®n no est¨¢ tan claro.
Es posible que, por temor a los iran¨ªes, los gobiernos ¨¢rabes se vean empujados a aproximarse a Estados Unidos, pa¨ªs que detestan, e incluso que descubran intereses comunes con Israel. Ahora bien, en ese caso, su divorcio de la opini¨®n p¨²blica de sus pa¨ªses puede llegar a ser explosivo. Habr¨¢ tentaciones de guerra santa, no contra los infieles y los cruzados, sino contra todos los herejes o supuestos herejes en los diversos campos musulmanes enfrentados. Algunos personajes ¨¢rabes, sobre todo en Arabia Saud¨ª y Egipto, han decidido que no son s¨®lo los estadounidenses, sino tambi¨¦n los iran¨ªes, los que est¨¢n detr¨¢s de las muestras de odio desencadenadas con motivo de la ejecuci¨®n de Sadam Husein.
Se equivocan, sin duda. A los iran¨ªes, m¨¢s bien, les interesaba que llegase la paz a un Irak dominado por chi¨ªes y que ellos pudieran controlar. ?Pero c¨®mo van a desempe?ar hoy ese papel pacificador al que les han invitado sucesivamente Jacques Chirac, Romano Prodi y James Baker?
Este a?o de 2007 se abre en una confusi¨®n sangrienta, como bautizado, en esa zona del mundo, por una maldici¨®n.
Jean Daniel es director del semanario franc¨¦s Le Nouvel Observateur. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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