Dec¨¢logo de una Ciudad Libre
Qu¨¦ duda cabe que Vitoria es hoy d¨ªa una buena ciudad. Desde el comienzo de la democracia, ha sabido adaptarse a las situaciones m¨¢s complicadas y se ha consolidado como una capital moderna, l¨ªder durante a?os de los rankings europeos de crecimiento econ¨®mico, calidad de vida y respeto al ecosistema natural.
Pero una ciudad siempre tiene que estar alerta a los cambios y dispuesta a evolucionar con los tiempos. De otra forma, corre el riesgo de ralentizar su progreso y perder posiciones frente a otros n¨²cleos urbanos que ahora son m¨¢s din¨¢micos. Los ciudadanos pueden percibir ese retraso, pero lo peor de todo es que esa p¨¦rdida de posiciones relativas suponga, adem¨¢s, padecer mermas en su calidad de vida, en su desarrollo profesional o en la convivencia.
Los ciudadanos debemos reflexionar sobre los cambios, y los representantes pol¨ªticos deben hacerlo a¨²n m¨¢s
A mi modo de ver, una ciudad es el escenario perfecto donde una persona puede ser plenamente libre
No hay que dormirse porque, adem¨¢s, en el escenario internacional estamos inmersos claramente en una nueva etapa que se rige por par¨¢metros en buena parte diferentes a los que est¨¢bamos acostumbrados. Hablamos de la globalizaci¨®n y la temida deslocalizaci¨®n de las actividades industriales de menor valor. Hablamos de procesos de sostenibilidad y del famoso cambio clim¨¢tico. Hablamos de fen¨®menos tan determinantes para la vida urbana como la inmigraci¨®n. Todas estas cuestiones (y otras muchas) tienen claras implicaciones a nivel local, y Vitoria debe tambi¨¦n saber dar una respuesta eficaz a las mismas. En los ¨²ltimos tiempos parecen prevalecer (a ojos de un vitoriano en la di¨¢spora) las disputas pol¨ªticas frente a los acuerdos; la desorientaci¨®n de los agentes frente al liderazgo; cierta pasividad y p¨¦rdida de valores (o asunci¨®n de contravalores) del tejido social frente a una actitud comprometida. Seguramente son procesos que no ocurren s¨®lo en Vitoria y tambi¨¦n afectan al resto de euskal hiria. Pero en Vitoria tambi¨¦n ocurren y quiero referirme expresamente a ello por el empuje que tradicionalmente ha tenido Vitoria sobre otras urbes en tantos aspectos.
Los gasteiztarras fuimos pioneros (me incluyo orgulloso) en la incorporaci¨®n del medio ambiente como variable estrat¨¦gica de gesti¨®n; ?no tendr¨ªamos que hacer algo m¨¢s frente al cambio clim¨¢tico? Abanderamos en su momento la lucha contra la discriminaci¨®n y en favor de la inclusi¨®n social de los colectivos y personas menos favorecidas; ?no somos capaces ahora de acoger a unos cuantos ni?os que llegan en cayucos a Canarias? Dise?amos un modelo urban¨ªstico pensado para construir comunidad; ?no hay m¨¢s ideas que crear artificialmente un complejo comercial gigante en torno al consumo y las hamburguesas? Vitoria triplic¨® su poblaci¨®n en los 70 y todos nos sentimos acogidos; ?no podemos acoger ahora a unos cuantos miles que tienen el mismo derecho que nosotros a vivir donde les plazca? La industria vitoriana super¨® con holgura la crisis econ¨®mica; ?no deber¨ªamos hacer un esfuerzo adicional por anticiparnos a los cambios en el modelo econ¨®mico derivados de la globalizaci¨®n?
Creo que los ciudadanos debemos reflexionar sobre todo esto y los representantes pol¨ªticos, me atrevo a decir, deben hacerlo a¨²n m¨¢s y de forma permanente, porque hay que construir entre todos un modelo de ciudad compartido. No soy ning¨²n experto y probablemente el menos indicado, pero he intentado hacer un ejercicio que puede resultar interesante. He dibujado en diez pinceladas mi concepto de ciudad ideal. Si todos hici¨¦ramos el ejercicio, quiz¨¢s nos sorprender¨ªa lo f¨¢cil que es compartir objetivos. Podr¨ªa ser el primer paso. El resultado, generalizable l¨®gicamente a otros entornos, es el siguiente:
Nuestra ciudad, es:
1.-Una comunidad abierta de personas realizadas y satisfechas de sus vidas,
2.-conectada al mundo en el que vive y plenamente identificada con su entorno regional;
3.-una ciudad inclusiva, comprometida y acogedora con los nuevos convecinos;
4.-que disfruta de un urbanismo arm¨®nico, pol¨ªc¨¦ntrico y con una intensa vida urbana,
5.- que favorece la participaci¨®n activa de ciudadanos conscientes y comprometidos y
6.-garantiza un acceso universal a los bienes de la cultura;
7.-una ciudad con una econom¨ªa rica, competitiva, innovadora y tecnol¨®gicamente avanzada;
8.-una ciudad verde y ecol¨®gicamente responsable;
9.-una ciudad amable donde la gente sonr¨ªa al preguntarle la hora; y
10. -fundamental, una ciudad en paz donde el ruido de las armas estalla solo en los libros de historia".
Es una lista, lo reconozco, llena de palabras grandilocuentes, pero por algo se empieza. Todos tenemos nuestra idea de lo que es una ciudad o, mejor, nuestro ideal de ciudad. Una idea que es fruto de unos valores, de una ideolog¨ªa y de una experiencia vital. Yo entiendo una ciudad como un entorno de vivencias, sentimientos y valores pero, sobre todo, como un espacio de oportunidades para la realizaci¨®n personal y colectiva. A mi modo de ver, una ciudad es el escenario perfecto donde una persona puede ser plenamente libre. Y la libertad bien podr¨ªa resumirse en ese dec¨¢logo que os trasladaba. El Dec¨¢logo de una Ciudad Libre.
Carlos Cuerda es economista y socio de Naider.
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