Titirimundi del dibujo hist¨®rico espa?ol
Liberada de las ataduras estatutarias, que le imped¨ªan hasta hace poco cualquier pr¨¦stamo, la Hispanic Society ahora derrama con abundancia las joyas de su patrimonio, con especial e indisimulada generosidad hacia los proyectos y las instituciones de nuestro pa¨ªs, que de un tiempo a esta parte se benefician de ello. Tal es el caso de la colecci¨®n de m¨¢s de ochenta dibujos que en este momento se exhiben en el Museo del Prado, seg¨²n la cuidada selecci¨®n de Priscilla Muller, auxiliada en el empe?o por Jos¨¦ Manuel Mantilla, responsable del departamento de gr¨¢fica de nuestro museo. Diez de los ochenta y dos dibujos que forman parte de este conjunto pertenecen a Goya, lo cual hay que destacarlo de entrada, no s¨®lo porque su cantidad y calidad forman, como quien dice, una exposici¨®n dentro de la exposici¨®n, sino porque coincide la muestra con la noticia de la adquisici¨®n por parte del Prado del maravilloso dibujo Toro mariposa, del genio aragon¨¦s, que completa m¨¢s su ya importante colecci¨®n de dibujos goyescos del llamado ?lbum G, uno de los ¨²ltimos que realiz¨® el artista durante su periodo final en el exilio bordel¨¦s.
DIBUJOS ESPA?OLES DE LA HISPANIC SOCIETY OF AMERICA DEL SIGLO DE ORO A GOYA
Museo Nacional del Prado
Paseo del Prado, s/n. Madrid
Hasta el 4 de marzo
La selecci¨®n de los dibujos de Goya es ciertamente impresionante, con ejemplos de los ¨¢lbumes llamados de Madrid, C, D, F y H, lo que supone un recorrido a trav¨¦s de lo mejor de su trayectoria gr¨¢fica, pero, en este caso, con el aliciente complementario de que se exhiben ahora en nuestro pa¨ªs. Por lo dem¨¢s, ?c¨®mo no festejar la presencia de alguno particularmente soberbio, el titulado Tuti li mundi, que nos recuerda la fisgona ansiedad de nuestra ¨¦poca por el voyeurismo, luego plasmada por una c¨¦lebre fotograf¨ªa de Cartier-Bresson, que ahora no podemos contemplar sin pensar en el precedente goyesco? Todo lo fascinante y sugestivo que se quiera -el cat¨¢logo de la muestra no en balde lo lleva en la portada-, tampoco me atrever¨ªa a afirmar que es el mejor, porque se acompa?a de otros de mucha enjundia. Por otra parte, aun realzando como corresponde la presencia sobresaliente de este lote, tampoco me atrever¨ªa a decir que los restantes 72 dibujos le van a la zaga, bien por la excelencia de sus autores -?Ribera o Murillo!-, bien por la representatividad hist¨®rica de los mismos, o, en fin, por el inter¨¦s del tema, como as¨ª lo refleja lo reunido en el apartado titulado Retratos de artistas espa?oles de los siglos XVI y XVII, donde se nos ofrece una galer¨ªa de efigies de nuestros maestros de aquella edad, alguno representando presumiblemente al joven Vel¨¢zquez. Digamos, por lo dem¨¢s, que en la presente selecci¨®n hay dibujos de m¨¢s de treinta artistas espa?oles entre el XVI y el XVIII, sin contar con los muchos an¨®nimos o de atribuci¨®n dudosa.
Teniendo en cuenta que la colecci¨®n de dibujos espa?oles de la Hispanic, acopiada por su fundador Archer M. Huntington (1872- 1955), cuenta con varios millares, se explica la singular calidad de lo que ahora se nos muestra que, a su manera, puede considerarse asimismo como una selectiva historia antol¨®gica de la mejor gr¨¢fica espa?ola, desde Alonso de Berruguete hasta Fernando Brambilla. Ante la riqueza de este panorama, no cabe descender aqu¨ª a m¨¢s detalles, que nos obligar¨ªan a un interminable comentario pieza por pieza. Conform¨¦monos, pues, con saludar alborozadamente la iniciativa, que nos trae por un tiempo a casa algunos de los mejores dibujos no vistos en directo por aqu¨ª de los, a su vez, mejores artistas de nuestro pa¨ªs. O sea, parodiando a Goya, una especie de "tuti li mundi" del dibujo espa?ol o, como despu¨¦s se estil¨® decir, un titirimundi, que es la forma castellana actual para referirse a los cosmoramas port¨¢tiles, como el que sard¨®nicamente se muestra en el grabado goyesco.
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