Conciencia de la ineptitud
Pese a estar situado en la jerarqu¨ªa de los escritores excepcionales, no es Italo Svevo (Trieste, 1861-Motta di Livenza, 1928) un autor que haya despertado grandes entusiasmos en el mundo hisp¨¢nico. No es ¨¦ste el lugar para lamentarlo, pero s¨ª de recordar que su escritura sigue siendo, tal vez hoy m¨¢s que nunca, insoslayable. Su modernidad no s¨®lo radica en el desapasionamiento, la iron¨ªa, la autoburla y el escepticismo, sino en la introspecci¨®n de un estilo de aplastante sencillez que no da nada por concluido. Un estilo que, sin violencia ni artificio, fluye y se adapta para revelar esa condici¨®n rec¨®ndita del hombre marcada por el gris -lo ceniciento- y la vulgaridad. El hombre de las p¨¢ginas de Svevo es siempre un personaje desprovisto de cualquier ambici¨®n metaf¨ªsica, reducido a la realidad de su propio entorno, limitado por la rutina, consciente de que el tiempo -el deterioro, la vejez- es la ¨²nica salvaci¨®n, una salvaci¨®n culpable encarnada en el ocio, que puede derivar en el ejercicio de la escritura y proteger del dolor, pero que no evita el fracaso. En cierto sentido, leer a Svevo puede ser una experiencia agobiante; al cabo, su literatura es un espejo que refleja, no lo que creemos ser, sino lo que inevitablemente somos.
TODOS LOS RELATOS
Italo Svevo
Traducci¨®n de Carlos Manzano
Gadir. Madrid, 2006
580 p¨¢ginas. 25 euros
La compilaci¨®n en un solo volumen de toda su narrativa breve, gracias a la devoci¨®n del traductor Carlos Manzano, supone el mejor ofrecimiento para adentrarse en el universo disgregado de Svevo, donde todos los personajes, incluso los que no lo son, se comportan como ancianos, o exponen una conciencia de ineptitud de la que se sienten extenuados y simult¨¢neamente libres. Su preocupaci¨®n es ser libres y tener pasiones, pero sabiendo de antemano que se trata de afanes propensos al desorden, generadores de remordimiento y culpa, que convierten la vida cotidiana en un infierno. Protegidos por su ¨¢mbito burgu¨¦s, no se arriesgan a perder su estatuto de dignos ciudadanos, aunque mantienen vivas esas pulsiones incluso en la vejez, una etapa en la que, al estar "mejor protegidos contra las pasiones, se abandonan a ellas con plena conciencia y entran en el lecho de la culpa preocupados s¨®lo por los resfriados". La frase es m¨¢s que una aparente humorada; es la expresi¨®n de una inquietante rebeld¨ªa que no se resigna y delega en la precariedad f¨ªsica la culpa de la moral burguesa. En la literatura de Svevo la vejez no posee valores, s¨®lo restricciones. El h¨¦roe sveviano, ha escrito Magris, "no teme que su deseo no resulte satisfecho, sino que se extinga". En contra de la convenci¨®n general, no posee una biograf¨ªa personal. Y podr¨ªa decir de s¨ª mismo, como el narrador de relato Orazio Cima: "Me un¨ªa a ¨¦l la repugnancia que me inspiraba".
Los aspectos parad¨®jicos y fortuitos de la cotidianidad son en Svevo -temprano lector de Freud- una psicopatolog¨ªa que opera en un dram¨¢tico contraste entre el triunfo comercial y la sumisi¨®n a los afectos del r¨¦gimen familiar. En la mayor¨ªa de estos relatos hay un comerciante feliz, pasmado por las ventajas del dinero, trasunto del escritor triestino, que tuvo que plegarse al decoro de la conducta burguesa, mientras su imaginaci¨®n bull¨ªa de transgresiones que no sal¨ªan de su conciencia: "Libre de verdad, el pensamiento s¨®lo puede serlo cuando se mueve entre fantasmas". Con una susurrante amabilidad y sin la necesidad de verificar la experiencia, la prosa de Svevo indaga en la escisi¨®n entre verdad y representaci¨®n, desenga?¨¢ndonos de cualquier certeza. "S¨®lo entre desconocidos se viv¨ªa la verdad", reflexiona el se?or Aghios del magn¨ªfico Corto viaje sentimental, un texto inacabado, como la tercera parte de los relatos que forman el volumen, al que se han a?adido los cap¨ªtulos iniciales de lo que iba a ser una continuaci¨®n de La conciencia de Zeno, con el personaje aturdido en su ancianidad, que retoma la escritura como una pr¨¢ctica higi¨¦nica, "porque la vida que hago entre tanta virtud que tengo y que se me atribuye y tantos afectos y deberes que me atan y paralizan, me priva de toda libertad".
Pero en Svevo la libertad es el deseo, no su realizaci¨®n; la reclamaci¨®n de soberan¨ªa, nunca la emancipaci¨®n. Hay un c¨¦lebre aforismo de Kafka que dice: "Un p¨¢jaro vol¨® hacia su jaula". Svevo es m¨¢s moroso, pero no menos corrosivo, un maestro en reflejar los anhelos m¨¢s desastrosos. Aproximadamente por las mismas fechas escrib¨ªa: "Cuando se ve un p¨¢jaro enjaulado, inspira compasi¨®n, pero tambi¨¦n ira. Si se ha dejado atrapar, quiere decir que ya pertenec¨ªa un poco a la jaula y si, adem¨¢s la ha soportado, es prueba segura de que no merec¨ªa otro destino".
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