La matraca que nos acecha
Ver¨®nica Marcos es diputada y presidenta de Nuevas Generaciones del PPCV y ha concedido una entrevista al semanario Valencia 7 d¨ªas en la que desgrana consideraciones que previsiblemente van a ser la matraca pol¨ªtica conservadora hasta las elecciones auton¨®micas y municipales del pr¨®ximo mes de mayo. Las opiniones de esta gentil treinta?era se ci?en sin el menor desliz -y por ello propician la glosa- al argumentario com¨²n que con pocos matices vienen aireando a la menor ocasi¨®n sus cofrades, lo cual no es ¨®bice, claro est¨¢, para que esta animosa dirigente tenga quiz¨¢ sus propios criterios en otros apartados del acontecer p¨²blico.
En este sentido resulta llamativo el empe?o en desacreditar la mera y lejana posibilidad de un gobierno auton¨®mico constituido b¨¢sicamente, como es sabido, por el PSPV, EU y BLOC, el satanizado tripartito. Ni siquiera las mencionadas formaciones pod¨ªan esperar que el mero atisbo de su concertaci¨®n provocase en el PP unas reacciones tan desairadas como a menudo extravagantes, cuales son la ilegitimidad y el catastrofismo que se le otorga al presunto acuerdo de izquierda. Ileg¨ªtimo por cuanto entienden que conllevar¨ªa un enga?o a sus respectivos votantes, y catastr¨®fico porque no otra cosa puede esperarse de esa coyunda que colapsar¨ªa el progreso, hundi¨¦ndonos en la miseria, adem¨¢s de desvirtuar nuestras credenciales valencianas. Unos simplismos que resultan insultantes para la inteligencia, incluso de la clientela conservadora m¨¢s rancia, esa que, por ejemplo, todav¨ªa reprocha el arrojo de Miguel de Unamuno frente a la barbarie fascista, una actitud que comparten los populares de Salamanca, como protagonistas, pero tambi¨¦n cuantos callan y consienten esa tropel¨ªa.
Junto a la perversidad del referido pacto, la otra l¨ªnea de fuerza en la campa?a de la derecha va ser con toda seguridad -pues ya lo es- la contradictoria proclamaci¨®n de una prosperidad econ¨®mica exultante en el Pa¨ªs Valenciano a la par con el flagelo a que nos somete el gobierno de Rodr¨ªguez Zapatero. Un desahogo victimista rid¨ªculo de puro antiguo, adem¨¢s de hip¨®crita, pues obvia los datos y las cifras, sobre todo, los ocho a?os de aznarismo en Moncloa durante los cuales no fue menor la propalada discriminaci¨®n y agravio. ?O es que acaso son cosa de ayer los d¨¦ficit de infraestructuras, como el corredor ferroviario del Mediterr¨¢neo, el AVE o nuestra marginaci¨®n en la gran red europea de comunicaciones, por citar s¨®lo algunos legados? Predicadores tenaces y duchos como el vicesecretario regional del PP, Ricardo Costa, aunque se ci?an al cat¨®n de la campa?a, debieran amenizar un discurso salm¨®dico que ya suena a tabarra.
Y a todo esto seguimos sin explicarnos esta especie de belicismo que se percibe en el seno del PP cuando tantos de sus cualificados miembros dan por sentado que nada amenaza la mayor¨ªa conservadora, pues sus encuestas para uso interno aseguran todav¨ªa diferencias de dos d¨ªgitos -que pueden ser diez o doce puntos- con respecto al PSPV. Un fen¨®meno que, por otra parte, coincide con la percepci¨®n de cualquier observador, si bien estamos ante una realidad l¨¢bil que, como bien nos han aleccionado recientes experiencias, puede dar un vuelco y trastocar todas las previsiones. A los populares se les eriza el cabello cuando se les menciona el trance de verse desahuciados de la Generalitat y es esa desaz¨®n, a nuestro entender, la que les acent¨²a la deriva derechista que tanto ha venido empobreciendo su dial¨¦ctica con t¨®picos que cre¨ªamos en desuso, como el manido catalanismo o los peligros de un "rojer¨ªo" que ¨²nicamente bulle en su imaginario.
Frente a este panorama parece claro que la oposici¨®n no tiene mejor alternativa que potenciar sus acuerdos pre y post electorales, tanto auton¨®micos como municipales, movilizando el voto que en otras convocatorias se ha inhibido debido, precisamente, a la fragmentaci¨®n del espacio de la izquierda, as¨ª como a fatalidad de una derrota que el PP es ahora el primero en cuestionar con sus reservas y pr¨¦dica de topicazos. En ocasiones como esta no hay rumbo m¨¢s conveniente que el que te marca el adversario, en este caso el partido del Gobierno, con sus temores a las coaliciones partidarias que se tejen y contra las que se dispara.
APOSTATAR
Ha sido, y probablemente sigue siendo, una batalla burocr¨¢tica y judicial darse de baja en algunas empresas de servicios. Una vez cazado el cliente no sueltan el bocado ni a zapatazos. Meros intereses terrenales y mezquinos. Por eso se entiende mal que la Iglesia valenciana se obstine en mantener a su grey censada, incluso contra la voluntad manifestada de esta. Peor que una coerci¨®n se nos antoja una falta de caridad -por describirlo en t¨¦rminos religiosos- y de respeto al ap¨®stata, a todas luces m¨¢s coherente y c¨ªvico que quien se la niega con terquedad y artima?as. ?O no lo son los pretextos que se aducen para rechazar las renuncias de cuantos, de hecho, ya no son su reba?o?
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