S¨ªsifo
La matanza de fin de a?o no s¨®lo ha derribado el aparcamiento de la T-4, con personas y autom¨®viles dentro, sino que tambi¨¦n ha hecho caer el llamado proceso de paz. Y con su atentado ETA ha convertido a Zapatero en una v¨ªvida imagen de S¨ªsifo, que quiso enga?ar a los dioses y fue castigado a levantar una roca hasta la cima del monte s¨®lo para perderla cuesta abajo antes de alcanzar la cumbre, teniendo luego que volver a recogerla para emprender el ascenso de nuevo. Es lo que ha ocurrido hasta hoy con todas las treguas ofertadas por ETA al Gobierno espa?ol: en 1988 al de Gonz¨¢lez, en 1998 al de Aznar y en 2006 al de Zapatero. En todos los casos, y tras un laborioso ascenso, la piedra de la paz se le escurre al Gobierno de entre sus manos y cae por la ladera cuesta abajo. Y luego vuelta a empezar, esperando que se abra una nueva oportunidad para la paz cuando la reorganizada ETA vuelva a quedar desarticulada por la acci¨®n policial. La ¨²nica esperanza es que los plazos entre una y otra ocasi¨®n se est¨¢n acortando, de modo que ahora S¨ªsifo, sea ZP o su sucesor, tardar¨¢ menos tiempo en retomar la piedra para iniciar el pr¨®ximo ascenso.
?Por qu¨¦ se ha ca¨ªdo la piedra esta vez? Hay dos hip¨®tesis al respecto. La primera es que, una vez m¨¢s, s¨®lo se trataba de otra tregua-trampa, pues ETA no quer¨ªa negociar su rendici¨®n sino ganar tiempo para reorganizarse, rehacer sus fuerzas y renovarse generacionalmente, antes de iniciar un nuevo ciclo terrorista. Esta versi¨®n reserva a Zapatero el papel del iluso de turno al que se logra engatusar con el se?uelo de la paz, como se hizo en la tregua de 1998 con Ibarretxe y el pacto de Lizarra. La otra explicaci¨®n admite que, al comienzo del proceso, la ETA liderada por Ternera s¨ª estaba de verdad decidida a negociar su desmilitarizaci¨®n. Pero la obstrucci¨®n judicial, el boicot del PP y la Ley de Partidos lo hicieron imposible. Entonces Ternera fue desautorizado y retom¨® el mando el ala dura de Txeroki.
?Cu¨¢l de estas hip¨®tesis parece m¨¢s plausible? Ambas a la vez, pues resultan no s¨®lo complementarias sino adem¨¢s reversibles. Como sosten¨ªa Clausewitz, la guerra es la continuaci¨®n de la pol¨ªtica por otros medios. Y viceversa, seg¨²n la hip¨®tesis clausewitziana de continuidad reversible: cuando interesa y se puede se abre el conflicto, y cuando conviene o no se puede mantenerlo se entabla el acuerdo. Los medios o recursos t¨¢cticos son accidentales e intercambiables: lucha o negociaci¨®n. Pero los fines u objetivos estrat¨¦gicos son innegociables: vencer o al menos no perder. De ah¨ª que la oferta etarra de tregua permanente s¨®lo persiguiera el fin ¨²ltimo de permanecer: perdurar, persistir, prevalecer. O sea, sobrevivir a cualquier precio: un precio pagado por propios como Batasuna o por extra?os como Zapatero.
?Y ahora qu¨¦? Ahora hay que armarse de paciencia y asumir el destino de S¨ªsifo que exige bajar hasta el fondo de la sima del terror para recoger desde all¨ª la piedra y volver a cargar con ella intentando escalar la escarpada cuesta de la paz. Todo ello con sacrificio y sentido del deber pero sin excusas ni lamentaciones. Quiero decir que hace falta m¨¢s trabajo y menos teatro. Trabajo porque hay que volver a empezar a desarticular de nuevo a la ya reorganizada ETA de Txeroki, desplegando para ello realismo pol¨ªtico e inteligencia policial: hay que consolidar la confianza trabada con el PNV de Imaz, hay que agudizar las contradicciones entre ETA y Batasuna, hay que infiltrarse en las redes sociales que nutren al terrorismo y, sobre todo, hay que castigar policialmente a los terroristas hasta que la propia ETA, al verse debilitada sin margen para recuperarse, entre en raz¨®n, recupere el sentido de la realidad y se avenga a negociar su definitiva rendici¨®n. Y menos teatro porque el Gobierno no deber¨ªa perder el tiempo en seguir el juego del PP entrando en el cuerpo a cuerpo del ajuste de cuentas, seg¨²n puede suceder con el agrio debate sobre la reedici¨®n del Pacto contra el Terrorismo, destinado a escenificar como parece una insalvable fractura pol¨ªtica que s¨®lo beneficiar¨ªa a los terroristas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Atentados coche bomba
- Opini¨®n
- Ruptura negociaciones
- Abandono lucha armada
- PP
- Presidencia Gobierno
- Atentados mortales
- Atentados bomba
- Orden p¨²blico
- Negociaciones ETA
- Negociaciones paz
- Seguridad ciudadana
- Atentados terroristas
- ETA
- Proceso paz
- Partidos pol¨ªticos
- Administraci¨®n Estado
- Grupos terroristas
- Conflictos
- Espa?a
- Administraci¨®n p¨²blica
- Terrorismo
- Pol¨ªtica
- Justicia