Un paso adelante en nuestra pol¨ªtica exterior
Desde el 1 de enero Espa?a ejerce la presidencia de la Organizaci¨®n para la Seguridad y Cooperaci¨®n en Europa (OSCE). Para quienes el nombre no resulte familiar, baste recordar que la OSCE es la heredera del proceso de Helsinki, cuya contribuci¨®n al fin de la guerra fr¨ªa forma parte ya de los grandes hitos del siglo XX. A principios de los a?os noventa, tras la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn y la disoluci¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, acontecimientos fundacionales de nuestro tiempo, el proceso de Helsinki se adapt¨® a las nuevas circunstancias. A partir de la Carta de Par¨ªs para una nueva Europa (1990) y de la Cumbre de Budapest (1994), la nueva OSCE ha participado en las grandes transformaciones y crisis en nuestro continente y se presenta en nuestros d¨ªas como una Organizaci¨®n preparada para responder a los nuevos retos y amenazas del siglo XXI.
Compuesta por 56 Estados, la OSCE es, adem¨¢s, la mayor organizaci¨®n internacional regional del mundo. Su ¨¢mbito geogr¨¢fico se extiende desde Vancouver hasta Vladivostok. Constituye, por ello, un foro de di¨¢logo y cooperaci¨®n ¨²nico, donde se re¨²nen, en pie de igualdad, Estados pertenecientes a la comunidad euroatl¨¢ntica y al espacio euroasi¨¢tico, como Estados Unidos y Rusia. M¨¢s a¨²n, gracias al di¨¢logo con los socios mediterr¨¢neos y asi¨¢ticos, que Espa?a pretende reforzar, la OSCE mira hacia el Sur y hacia el Este demostrando que no existen fronteras cuando se trata de hacer frente a nuestros retos comunes y, tambi¨¦n, a las oportunidades que se nos presentan. Precisamente, si algo caracteriza a la OSCE es su concepci¨®n global de la seguridad. Sus actividades se estructuran en torno a tres dimensiones: pol¨ªtico-militar; econ¨®mica y medioambiental y, por ¨²ltimo, pero no por ello menos importante, la denominada dimensi¨®n humana, encargada de los derechos humanos y la democratizaci¨®n.
La presidencia de la OSCE representa, por tanto, una gran responsabilidad y una gran oportunidad para la pol¨ªtica exterior de nuestro pa¨ªs. Puede servir como multiplicador de presencia y de influencia en zonas como el C¨¢ucaso, Asia central y, en general, el amplio espacio pos-sovi¨¦tico, donde estamos reforzando nuestro propio despliegue bilateral. Son todas ellas regiones situadas en la vecindad de la Uni¨®n Europea y crecientemente importantes para nuestra seguridad y bienestar. Baste recordar la reafirmaci¨®n de Rusia como actor influyente; el debate sobre la dependencia energ¨¦tica o los transcendentales cambios pol¨ªticos, sociales y econ¨®micos que se est¨¢n desarrollando en unos pa¨ªses que lindan, hacia el Oeste, con la Europa ampliada y, hacia el Este, con la din¨¢mica Asia oriental, donde Espa?a tambi¨¦n est¨¢ realizando un importante esfuerzo por conectar con las fuentes de crecimiento y riqueza de aquel continente. De hecho, la OSCE, est¨¢ en el epicentro de una de las mayores transformaciones que se est¨¢n produciendo en el mapa geopol¨ªtico del mundo: Eurasia.
Estos cambios geopol¨ªticos, vienen acompa?ados por otras tendencias transnacionales de gran alcance. Por desgracia, algunas de ellas est¨¢n asociadas al lado oscuro de la globalizaci¨®n. Tambi¨¦n aqu¨ª la OSCE. y la presidencia espa?ola, pueden desempe?ar un papel relevante. La OSCE se est¨¢ dotando de instrumentos para hacer frente a los nuevos retos y amenazas: desde el terrorismo hasta la degradaci¨®n del medio ambiente, pasando por los recurrentes brotes de intolerancia y discriminaci¨®n contra quienes son o son percibidos como diferentes, o la trata de seres humanos y su explotaci¨®n en las redes de migraci¨®n ilegales.
Espa?a ha propuesto unas prioridades para su presidencia de la OSCE que se corresponden con nuestra visi¨®n de los temas m¨¢s candentes de la agenda internacional. As¨ª, desde la OSCE seguiremos en la vanguardia de la lucha contra el terrorismo y del reconocimiento y protecci¨®n de sus v¨ªctimas. Desde la presidencia colaboraremos tambi¨¦n a la mejora de la seguridad medioambiental, haciendo hincapi¨¦ en la gesti¨®n racional del agua y en la degradaci¨®n de la tierra. Desde la OSCE, por ¨²ltimo, intensificaremos -con el valioso apoyo de la Oficina de Instituciones Democr¨¢ticas y Derechos Humanos de esta organizaci¨®n- nuestra pol¨ªtica en defensa de los derechos humanos, la consolidaci¨®n de la democracia y el Estado de derecho, y propondremos la mejora de los mecanismos para una participaci¨®n efectiva de las minor¨ªas, la sociedad civil, las mujeres y los j¨®venes como mejor respuesta a la creciente diversidad de nuestras sociedades en el marco de nuestros compromisos democr¨¢ticos. Por supuesto, nuestra presidencia dar¨¢ continuidad e impulsar¨¢ las actividades tradicionales en las tres dimensiones donde la OSCE ha demostrado su valor a?adido, entre otras: la prevenci¨®n y gesti¨®n de crisis; el intento de soluci¨®n de los conflictos prolongados entre Armenia y Azerbaiy¨¢n en torno a Nagorno-Karabaj; en Georgia (con la regi¨®n de Osetia del Sur) y en Moldavia (con la regi¨®n de Transdnistria), con su carga de sufrimiento y potencial desestabilizador para todo el continente; el seguimiento de la evoluci¨®n de Kosovo en un a?o trascendental para la resoluci¨®n de su status; la observaci¨®n electoral, la protecci¨®n de quienes arriesgan su vida en defensa de los derechos humanos...
En suma, todo un reto que Espa?a asume consciente de sus capacidades y de su creciente responsabilidad en el mundo. Nuestros lazos con la Uni¨®n Europea, Iberoam¨¦rica y el Mediterr¨¢neo son s¨®lidos. Toca ahora dar un paso m¨¢s hacia nuestro pleno desarrollo y madurez en pol¨ªtica exterior. La presidencia de la OSCE es, precisamente, la expresi¨®n de nuestra voluntad colectiva para conseguir ese objetivo desde nuestro compromiso con el multilateralismo eficaz.
Miguel ?ngel Moratinos es ministro de Asuntos Exteriores de Espa?a.
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