Pu?etazos de nostalgia
Los h¨¦roes de las series m¨¢s emblem¨¢ticas de la cultura popular siempre acaban volviendo. Aunque sea como mera pr¨¢ctica nost¨¢lgica. Como Rocky Balboa, que resucita de entre los muertos para levantar la carrera de un alica¨ªdo y acartonado Sylvester Stallone. A sus 60 a?os, Stallone ha acudido en busca del personaje que le convirti¨® en estrella para, en un ejercicio de prestidigitaci¨®n narrativa, devolverlo al ring por un doble motivo, uno basado en la ficci¨®n y otro metacinematogr¨¢fico: al tiempo que en la historia se justifica medianamente bien su retorno (un solo combate, de exhibici¨®n, para demostrar que los campeones de hoy d¨ªa ya no poseen el carisma de Balboa), Stallone nos viene a decir que tampoco se hacen ya pel¨ªculas como Rocky (la original, de 1976), con su tir¨®n popular.
ROCKY BALBOA
Direcci¨®n: Sylvester Stallone. Int¨¦rpretes: Sylvester Stallone, Burt Young, Milo Ventimiglia, Geraldine Hughes. G¨¦nero: drama. EE UU, 2006. Duraci¨®n: 102 minutos.
Escrita, dirigida, producida e interpretada por la misma persona (recordemos: Stallone tambi¨¦n realiz¨® el gui¨®n de la primera y fue doblemente candidato al Oscar, como escritor y como actor), Rocky Balboa huye del rid¨ªculo de la mayor¨ªa de las secuelas anteriores y mantiene cierta dignidad a pesar de que su personaje principal parece m¨¢s un santo que un ex boxeador (da de comer gratis en su restaurante a un antiguo oponente; visita cada d¨ªa la tumba de su mujer; aguanta lo inaguantable a su hijo; la castidad del viudo a¨²n enamorado parece ser su lema...). Esta vez se elimina la reiteraci¨®n de la segunda entrega, lo grotesco de la tercera, el patriotismo de la cuarta y el punto lacrim¨®geno de la quinta, pero le es imposible escapar de la banalidad de ciertos di¨¢logos y de una actitud un tanto meliflua al describir las desventuras de su unidireccional h¨¦roe de cart¨®n piedra (y no s¨®lo por las operaciones de cirug¨ªa est¨¦tica que apenas le permiten la capacidad gestual, algo que de todos modos nunca fue su fuerte).
En un momento en el que Hollywood se alimenta constantemente de la estrategia de la repetici¨®n, Stallone acude a una especie de pacto entre creador y espectador, en el que el primero parece pedir perd¨®n al segundo por la calidad de las ¨²ltimas secuelas.
Operaci¨®n comercial o negocio nost¨¢lgico, el caso es que la pel¨ªcula no decepcionar¨¢ a los que a¨²n recuerdan d¨®nde y cu¨¢ndo vieron Rocky por primera vez, sobre todo con la m¨ªtica subida por los escalones del Museo de Arte de Filadelfia al ritmo de la fanfarria de Bill Conti, escena que naturalmente se repite para regocijo de sus fan¨¢ticos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.