La ¨²ltima carta
S¨®lo le quedaban dos cartas en la exhausta baraja de Irak. Retirada escalonada de las tropas a bases en los pa¨ªses del Golfo como m¨¦todo de presi¨®n para que el Gobierno iraqu¨ª se decidiese de una vez a hacerse cargo de la seguridad del pa¨ªs, posici¨®n defendida por los dem¨®cratas e, incluso, por varios congresistas republicanos. O, incremento de los efectivos militares norteamericanos para, en conjunci¨®n con las Fuerzas Armadas iraqu¨ªes, intentar controlar la violencia en Bagdad y en la provincia occidental de Anbar, baluarte de la resistencia insurgente y de los terroristas de Al Qaeda, como paso previo a un pacto pol¨ªtico entre las tres comunidades, sun¨ª, chi¨ª y kurda, que permita conseguir una verdadera reconciliaci¨®n nacional. Despu¨¦s de meses de consulta con todos los estamentos del pa¨ªs, George W. Bush ha decidido jugarse su presidencia a esta segunda opci¨®n. Con su discurso a la naci¨®n en la madrugada de ayer, el 43? presidente sabe que se ha jugado su ¨²ltima carta y que, si en un plazo relativamente corto su nueva estrategia no triunfa, Irak ser¨¢ su Vietnam, como predijo el martes el senador dem¨®crata Edward Kennedy.
Con la desconfianza de un sector del Pent¨¢gono, que teme que un aumento de tropas s¨®lo permitir¨¢ retrasar la asunci¨®n de responsabilidades por parte del Gobierno de Nuri al Maliki, y en contra del 61% de la opini¨®n p¨²blica, que se opone a una escalada militar, seg¨²n las ¨²ltimas encuestas, Bush ha anunciado el env¨ªo de m¨¢s de 20.000 efectivos, de los cuales unos 15.000 se quedar¨¢n en Bagdad y el resto ser¨¢n enviados a Anbar, en la frontera con Jordania y Siria. El cambio de rumbo anunciado por Bush constituye un giro de 180? en las estrategias aplicadas hasta ahora y una derrota total de la doctrina Rumsfeld, que predijo una victoria b¨¦lica r¨¢pida, que se produjo con la derrota de Sadam Husein en s¨®lo tres meses de campa?a, pero que fracas¨® en su intento de controlar un pa¨ªs de 24 millones de habitantes con s¨®lo 132.000 hombres, cuando en la primera guerra del Golfo la coalici¨®n, promovida por Bush padre para expulsar a los iraqu¨ªes de Kuwait, consigui¨® reunir m¨¢s de medio mill¨®n de efectivos, incluidos soldados ¨¢rabes y musulmanes. La doctrina del cesado secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, basada en la teor¨ªa de utilizar pocos efectivos humanos con masivos elementos t¨¦cnicos, sirve, como Irak ha demostrado, para alcanzar victorias militares fulgurantes, pero no para una ocupaci¨®n y, muchos menos, para el intento de reconstrucci¨®n de un pa¨ªs.
Bush tuvo la humildad de reconocer que se hab¨ªan cometido errores en Irak y asumi¨® su plena responsabilidad por ellos. Y tuvo raz¨®n al afirmar que una retirada o redespliegue precipitado norteamericano de Irak s¨®lo conducir¨ªa a m¨¢s caos, a m¨¢s derramamiento de sangre y a la posible partici¨®n del pa¨ªs, lo que convertir¨ªa un enfrentamiento entre iraqu¨ªes en un conflicto regional de impredecibles consecuencias. Ni Turqu¨ªa tolerar¨ªa un Kurdist¨¢n independiente en el norte, ni los Gobiernos sun¨ªes de Egipto, Jordania, Arabia Saud¨ª y los emiratos del Golfo asistir¨ªan impasibles a una consolidaci¨®n de la influencia iran¨ª en la zona. El ¨¦xito de la nueva estrategia depende en gran medida de la determinaci¨®n del Gobierno de Maliki para llevar a la pr¨¢ctica las promesas que el primer ministro iraqu¨ª hizo a Bush la pasada semana cuando hablaron por videoconferencia durante m¨¢s de dos horas. Maliki prometi¨® la celebraci¨®n inmediata de elecciones provinciales, una ley del petr¨®leo para la justa distribuci¨®n de los recursos petrol¨ªferos entre las tres comunidades (kurdos, sun¨ªes y chi¨ªes) y el desarme total de las milicias, incluidas las de su, hasta ahora, aliado, el cl¨¦rigo chi¨ª, M¨²qtada al S¨¢der. Promesas hechas anteriormente, pero no cumplidas por miedo a enfrentarse a Al S¨¢der, cuyos 30 diputados pueden derribar al actual Gobierno. Lo nuevo es que, por primera vez, Bush le ha dado un plazo a Maliki. Si en agosto no se han puesto en vigor las medidas prometidas, la Casa Blanca le retirar¨¢ su apoyo.
En cuanto a los dem¨®cratas, su rechazo inicial estaba cantado. "Esto no es una nueva direcci¨®n, sino la direcci¨®n equivocada", dijo en su respuesta a Bush el portavoz dem¨®crata, Dick Durbin. Lo que pasa es que la ¨²nica alternativa para los dem¨®cratas de impedir el env¨ªo de tropas a Irak ser¨ªa negando en la C¨¢mara de Representantes la asignaci¨®n de fondos a las fuerzas armadas. Y eso ning¨²n congresista se atrever¨ªa a hacerlo en tiempos normales y mucho menos en medio de una guerra. Ser¨ªa un suicidio pol¨ªtico para los dem¨®cratas con vistas a las elecciones presidenciales de dentro de dos a?os.
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