La dama y el ogro bueno
EL PA?S presenta ma?ana, al precio especial de un euro, 'Lo mejor de Ella Fitzgerald & Louis Armstrong', primera entrega de la colecci¨®n
?Imagina a Pel¨¦ y Johann Cruyff compartiendo equipo? ?Einstein y Marie Curie embarcados en un mismo proyecto cient¨ªfico? ?O un eclipse de los que acontecen una vez en la vida? Tanta imaginaci¨®n sirve para dar una idea aproximada del significado, en t¨¦rminos jazz¨ªsticos, de lo que sucedi¨® aquellos 11 y 16 de agosto de 1956. D¨ªas en que Ella Fitzgerald, "la primera dama de la canci¨®n", de voz prodigiosa e inagotable rango interpretativo, y Louis Armstrong, cantante y trompetista, seguramente la figura m¨¢s decisiva del jazz en su primer siglo de vida, se encerraron en un estudio de grabaci¨®n de Los ?ngeles. Con el tr¨ªo del pianista Oscar Peterson (y el guitarrista Herb Ellis) como r¨ªtmica de ensue?o y un pu?ado de standards (nombre dado a las composiciones que forman la lengua franca del jazz) por repertorio.
Este encuentro, del que sali¨® el ¨¢lbum Ella & Louis, no ser¨ªa el ¨²nico. Ni siquiera el primero. En 1946 ya se registr¨® otra grabaci¨®n conjunta, corta y algo fallida. Y s¨®lo unos pocos d¨ªas antes de la grabaci¨®n, ambos se subieron a modo de ensayo al escenario del Hollywood Bowl. ?l, con la trompeta, el pa?uelo blanco y la inacabable sonrisa; y ella, con ese aspecto de extraordinariamente generosa dama que siempre luci¨®.
Aqu¨¦l fue el principio de una relaci¨®n que continuar¨ªa con gran ¨¦xito en otro disco (Ella and Louis again) y en la inmortal versi¨®n que hicieron de la ¨®pera de los Gershwin, Porgy and Bess. Y lo que propone el ¨¢lbum Lo mejor de Ella Fitzgerald y Louis Armstrong, que inaugura ma?ana la serie Leyendas del jazz (a la venta con EL PA?S al precio de lanzamiento de un euro) es un ajustado resumen de esta entente ¨²nica.Tambi¨¦n, un tributo a Norman Granz, productor del disco, fundador del sello Verve y astuto hombre de negocios, que vio las posibilidades comerciales de juntar dos artistas en la c¨²spide de sus carreras creativas y respectivas rentabilidades. No s¨®lo propici¨® los encuentros, sino, mucho m¨¢s complicado por lo visto, venci¨® la resistencia de Joe Glaser, manager de Louis, a quien Lawrence Bergreen, bi¨®grafa del trompetista, calific¨® como "m¨¢s que un representante, pr¨¢cticamente un mat¨®n con un solo motor en la vida: la pasta".
Los 15 temas del disco forman una soberbia lecci¨®n de jazz vocal y del curso que tom¨® en los cincuenta y sesenta, en parte gracias a Granz, la corriente principal (mainstream dir¨¢ un entendido) del jazz. M¨²sica que disfrutar¨ªan por igual un ni?o de cinco a?os, un reci¨¦n llegado al universo de Armstrong y un amante del free jazz con los o¨ªdos encallecidos.
Escuchar estas canciones es para todos contagiarse de irresistible swing (y ya dec¨ªa Duke Ellington que las cosas no significan nada si carecen de ¨¦l) y rebosante optimismo. Porque si Woody Allen ve¨ªa una raz¨®n para vivir en el tema de Armstrong, Potato head blues, el disco que nos ocupa brinda como poco un par de ellas m¨¢s.
La colecci¨®n, que se entregar¨¢ a partir del segundo fasc¨ªculo cada jueves y viernes (un disco por 4,95 euros), contin¨²a esta semana con dos ¨¢lbumes de Nina Simone y Miles Davis. A ellos seguir¨¢n 32 entregas m¨¢s, con los nombres (John Coltrane, Billie Holiday, Django Reinhardt, Charlie Parker o Sonny Rollins son algunos) que ayudaron a definir el jazz. "Y si tienes que preguntar qu¨¦ es el jazz", dijo en cierta ocasi¨®n Louis Armstrong, "nunca entender¨¢s nada".
Babelia
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