En Estambul, con el Nobel Orhan Pamuk
Desbordante y melanc¨®lica, una ruta por la ciudad turca de la mano del escritor
Enorme, hist¨®rica y descuidada. As¨ª la define el ¨²ltimo premio Nobel de literatura. ?l naci¨® y vive en el barrio de Nisantasi, y sigue disfrutando con un crucero por el B¨®sforo o una cena en la terraza del hotel Ciragan Sarayi.
Al embarcar con el escritor para un breve crucero por el estrecho del B¨®sforo, se ve c¨®mo se le ilumina la mirada. Es uno de los mayores placeres que ofrece Estambul, a¨²n m¨¢s de noche, sobre todo si se acaba cenando en uno de los excelentes restaurantes de pescado a lo largo del camino, como el Poseid¨®n
La especialidad del barrio de Taksim son los locales en azoteas. Las maravillosas vistas sobre la ciudad de restaurantes como Prego, o la animaci¨®n de locales como Dofstar, Caravass, Dulcinea o el m¨ªtico Roxy, dan fe de que las ganas de diversi¨®n se extienden de un extremo al otro del Mediterr¨¢neo
Capital de tres imperios, ciudad de tres nombres a cual m¨¢s glorioso, Estambul, antes Bizancio, antes Constantinopla, vuelve por sus fueros. En efecto, Turqu¨ªa, el enfermo de Europa en palabras de Bismarck, cerr¨® el siglo XX que tan mal se le dio y ha inaugurado el XXI con una pujanza desconocida y con su antigua capital reclamando el lugar que le corresponde entre las grandes ciudades europeas. La econom¨ªa crece a un ritmo tan alto como sostenido; en pol¨ªtica ofrece un ejemplo ¨²nico de integraci¨®n democr¨¢tica del islamismo; sus equipos deportivos compiten al m¨¢ximo nivel en los torneos europeos; la m¨ªtica Pina Bausch ha encontrado en Turqu¨ªa la inspiraci¨®n para su ¨²ltima coreograf¨ªa, Nef¨¦s; el pianista Fazil Say y el dise?ador Rifat Ozbek triunfan internacionalmente, y coron¨¢ndolo todo, el novelista Orhan Pamuk ha obtenido el Premio Nobel de Literatura, justo cuando aparece en Espa?a el libro que ha dedicado a su espacio vital y literario: Estambul, ciudad y recuerdos.
El Estambul de Pamuk es mucho m¨¢s que el lugar donde naci¨®. En sus libros busca el alma de la ciudad, que ¨¦l ve en blanco y negro, te?ida de la melancol¨ªa privada de la infancia y la amargura colectiva por la grandeza perdida. Para ¨¦l, Estambul es no s¨®lo el escenario de su vida, sino un destino que toma la forma del edificio Pamuk, en Nisantasi, donde naci¨® y a¨²n vive; el cercano palacio reconvertido en liceo donde estudi¨®, o los comercios regentados por rum¨ªes del barrio de Beyoglu. Pamuk, como buen estambul¨ª, ama profundamente su ciudad, pero quiz¨¢ la misma sensibilidad que le convierte en un gran novelista le impide percibir en toda su medida el resurgir que est¨¢ protagonizando. Para comprobarlo, no hay m¨¢s remedio que hacer las maletas y emprender viaje rumbo al aeropuerto internacional de Ataturk.
De una ciudad que tiene oficialmente nueve millones de habitantes, y probablemente duplique esa cifra, se espera que tenga problemas de tr¨¢fico. Aun as¨ª, la hora larga que se puede tardar en recorrer los 23 kil¨®metros que separan el aeropuerto de la ciudad es una maravillosa introducci¨®n, ya que sigue la avenida de Kennedy, que discurre entre las murallas de la ciudad y el mar de M¨¢rmara, repleto de barcos inmensos que van y vienen por el estrecho del B¨®sforo y, m¨¢s all¨¢, el mar Negro.
Es precisamente este privilegiado emplazamiento, que permite controlar el estrat¨¦gico paso del B¨®sforo y ofrece un magn¨ªfico puerto natural en el Cuerno de Oro, la clave de la importancia y la riqueza de la ciudad. As¨ª lo entendieron los primeros bizantinos, que se establecieron en la zona que ahora ocupa el palacio de Topkapi en el 657 antes de Cristo, casi mil a?os antes de que el emperador Constantino fundara en el mismo lugar la ciudad que llevar¨ªa su nombre, para instalar all¨ª la capital del Imperio Romano y garantizar a esta esquina del Mediterr¨¢neo un lugar prominente en la historia universal.
El B¨®sforo, un mar en movimiento dentro de una ciudad enorme, hist¨®rica y descuidada, como dice Pamuk, est¨¢ bordeado por ¨¢rboles, palacios y villas de recreo, y las imponentes fortificaciones que los otomanos erigieron en el lado asi¨¢tico para facilitar la conquista de la ciudad. Al embarcar con el escritor para un breve crucero por el estrecho, se ve c¨®mo se le ilumina la mirada. Es uno de los mayores placeres que ofrece Estambul, a¨²n m¨¢s de noche, sobre todo si se acaba cenando en uno de los excelentes restaurantes de pescado a lo largo del camino, como el Poseid¨®n, o la fabulosa terraza del hotel Ciragan Sarayi. Pero la alegr¨ªa del novelista no viene de ah¨ª, sino de la sensaci¨®n de libertad al atravesar el B¨®sforo, cuando la fuerza del mar le hace intuir que todav¨ªa se puede estar solo y ser libre entre tanta gente, tanta historia y tantos edificios. Desde la embarcaci¨®n se?ala los lugares que le han marcado, su barrio, la universidad, el puente del B¨®sforo que transform¨® la ciudad. Sin embargo, al reparar en las mezquitas y en las inmensas banderas turcas que han surgido en los ¨²ltimos a?os, vuelve ese poso melanc¨®lico a sus ojos. En el reciente ascenso del islamismo y del nacionalismo turco, que ha padecido en sus propias carnes en modo de proceso judicial por hablar del genocidio armenio, el gran novelista, s¨ªmbolo a su pesar de una Turqu¨ªa moderna, abierta y europea, percibe rastros de aromas que no le gustan.
El hip¨®dromo
Para entender la grandeza de la ciudad y el orgullo que despierta, basta con dar una vuelta por el barrio de Sultanahmet, donde el concepto centro antiguo alcanza su m¨¢xima expresi¨®n: no en vano, el espectacular obelisco de granito pulido que preside el hip¨®dromo tiene unos 3.500 a?os de antig¨¹edad. Fue el emperador Teodosio quien lo hizo traer de Egipto all¨¢ por el 390 para plantarlo en lo que era el centro de la vida de la ciudad. De hecho, en tiempos bizantinos, dos equipos se disputaban la primac¨ªa h¨ªpica, los verdes y los azules, que adem¨¢s de caballos ten¨ªan una gran influencia pol¨ªtica, hasta el punto de que el resultado de una carrera pod¨ªa determinar el futuro de muchos cortesanos. Adem¨¢s, como toda gran plaza de capital imperial proclive a las conspiraciones, el hip¨®dromo ven¨ªa muy bien para organizar revueltas y cometer atrocidades, como la brutal masacre de los jen¨ªzaros de 1826. En el listado de delitos cometidos en Estambul cabe mencionar tambi¨¦n el hurto de la inmensa cuadriga de bronce que los cruzados se llevaron a Venecia para coronar la bas¨ªlica de San Marcos.
El hip¨®dromo presenta un espl¨¦ndido ejemplo del paso del tiempo. El obelisco emerge de una especie de pozo de un par de metros de profundidad, que no es tal, sino que, para mostrar el pie del obelisco, desciende al nivel del suelo de tiempos bizantinos, ahora recubierto por capa tras capa de residuos y basura; literalmente, el polvo de los siglos. La cantidad de tesoros arqueol¨®gicos sobre los que deambulan miles de turistas cada d¨ªa debe de ser asombrosa, pero lo que atrae inevitablemente sus miradas son los dos enormes edificios que se alzan uno frente al otro, en una suerte de competici¨®n de belleza de dimensiones colosales: en el rinc¨®n de la derecha, revestida de azulejos celestes, la Mezquita Azul; en el rinc¨®n de la izquierda, con sus tonos ocres y rojizos, la maravillosa Aya Sof¨ªa, Santa Sof¨ªa de Constantinopla, la iglesia m¨¢s grande de la cristiandad hasta la ca¨ªda de la ciudad en 1453 y su inmediata conversi¨®n en mezquita. ?Qui¨¦n gana el concurso? La Mezquita Azul, construida por el sult¨¢n Ahmet (¨¦se es el nombre oficial de la mezquita y del barrio) con la intenci¨®n expresa de rivalizar con Aya Sof¨ªa, es la belleza exterior, la suntuosidad de c¨²pulas y minaretes (es la ¨²nica del mundo con seis minaretes, aparte de la gran mezquita de La Meca), el fulgor de sus azulejos, sus inaprensibles curvas. Pero Santa Sof¨ªa, convertida en museo por Ataturk en 1934, es uno de los espacios m¨¢s impresionantes del mundo, que sume al visitante en un asombro mudo; la mera dimensi¨®n del interior, la altura y ligereza de la c¨²pula, los mosaicos que la decoran, el peso de la historia, que se siente de modo casi f¨ªsico... Gana Santa Sof¨ªa, pero se aceptan reclamaciones.
Antes de abandonar la zona se visita otro espacio a su manera tan asombroso como Santa Sof¨ªa: la cisterna de Yerebatan, o de la bas¨ªlica. El peque?o edificio que alberga su entrada se alza modesto frente a Santa Sof¨ªa, pero en cuanto se baja el tramo de escaleras y se accede a la cisterna propiamente dicha, la inmensa columnata subterr¨¢nea desmiente toda pretensi¨®n de humildad. Construida por Justiniano en 532 para abastecer de agua al palacio imperial, son 336 columnas rescatadas de templos y edificios en ruinas, cuyos pies a¨²n recubre el agua, dispuestas en 12 hileras y sujetando un techo de 65 metros de ancho y 143 de largo. Una amplia pasarela elevada de madera permite recorrer el inmenso espacio tenuemente iluminado y llegar hasta las dos columnas del fondo, en cuya base aparecen esculpidas sendas cabezas de medusa. Adivinar qu¨¦ sentido tienen es un gran pasatiempo mientras se toma un t¨¦ turco en el peque?o bar al borde del agua y se intenta ignorar la impertinente m¨²sica cl¨¢sica que supone un m¨ªnimo borr¨®n en una parada imprescindible.
Tampoco puede faltar el recorrido por el palacio de Topkapi, la residencia de los sultanes hasta mediados del siglo XIX, cuando se pusieron de moda (comprensiblemente) los palacios a orillas del B¨®sforo y el sult¨¢n Abdul Mecit se hizo construir el palacio de Dolmabah?e. Topkapi es un palacio oriental, nada de gran edificio en torno a un patio, sino una sucesi¨®n de grandes y frondosos patios que albergan distintas dependencias y pabellones. Cada puerta cruzada era un nivel m¨¢s de importancia, hasta llegar al exclusivo cuarto patio, el lugar privado del sult¨¢n al que s¨®lo los m¨¢s altos dignatarios ten¨ªan acceso. Es obligado visitar el har¨¦n, que, m¨¢s que un lupanar, era la parte residencial del palacio y albergaba a unas cuatrocientas personas, entre ellas las influyentes concubinas del emperador, enfrascadas permanentemente en intrigas para que un hijo suyo obtuviera el trono (el Imperio Otomano no segu¨ªa la regla de la primogenitura), y as¨ª convertirse en la influyente valide sultan o madre del sult¨¢n, que controlaba el har¨¦n.
Backgammon y pipas de agua
Un paseo por las callejas del barrio que rodea el centro hist¨®rico permite descubrir el Estambul m¨¢s tradicional e isl¨¢mico. Mujeres cubiertas por el velo; el canto del muec¨ªn con su eterna saeta; los caf¨¦s en que hombres vestidos con la t¨²nica tradicional beben t¨¦, juegan al backgammon y fuman tabaco dulce y afrutado en inmensas pipas de agua, o narguiles; ba?os turcos de verdad, y no la edulcorada versi¨®n del hamam para turistas. Sin embargo, no ser¨ªa justo afirmar que ¨¦se es el Estambul aut¨¦ntico, porque a caballo entre Europa y Asia, entre islam y laicismo, entre tradici¨®n y modernidad, es una ciudad de contrastes. Para comprobarlo, nada como recorrer a la inversa los pasos del joven Pamuk y tomar un tranv¨ªa desde ese centro empobrecido e hist¨®rico, que le parec¨ªa otro pa¨ªs, hacia la bulliciosa plaza de Taksim.
Taksim est¨¢ todav¨ªa en el lado europeo de la ciudad, pero al otro lado del Cuerno de Oro, y es sin duda el centro moderno de Estambul. Al anochecer, las calles peatonales que lo rodean, con abundantes hoteles, bares y restaurantes, se llenan de j¨®venes en vaqueros y chicas en minifalda vistiendo las mejores marcas internacionales que salen a pasear mientras de fondo se sigue oyendo la llamada a la oraci¨®n del muec¨ªn. La especialidad de Taksim son los locales en azoteas, a los que se accede por los portales de edificios aparentemente habitados. Las maravillosas vistas sobre la ciudad de restaurantes como Prego o la animaci¨®n de locales como Dofstar, Caravass, Dulcinea o el m¨ªtico Roxy dan fe de que las ganas de diversi¨®n se extienden de un extremo al otro del Mediterr¨¢neo y se manifiestan de modos similares. Mayor prueba si cabe se encuentra en la zona de Ortak?y, a orillas del B¨®sforo y al pie del impresionante puente que une los lados asi¨¢tico y europeo de la ciudad, que por el d¨ªa alberga un precioso mercadillo callejero en torno a la mezquita local, y por la noche, las veladas de locales al aire libre como el Laila o el Reina. La decoraci¨®n de estos bares y la indumentaria de los clientes hacen pensar en Londres, Par¨ªs o Nueva York. Por desgracia, los precios tambi¨¦n, cuidado con la euforia.
Despu¨¦s de una noche larga y estrecha, nada mejor para recuperarse que ir de compras. El Gran Bazar de Estambul es un gran espacio cubierto, m¨ªtico, atiborrado de tiendas y de mercaderes que chillan en treinta idiomas anunciando su mercanc¨ªa. Lo que mejor ilustra el demencial sistema de venta del bazar es el absurdo de la ley de la oferta y la demanda, ya que nada tiene valor, s¨®lo existe el precio que cada cliente est¨¦ dispuesto a pagar en cada momento. Para una experiencia m¨¢s relajada es fundamental visitar el bazar de las especias, refugiarse en el asequible restaurante de la primera planta, Pandeli, y seguir luego hasta el cercano mercado de los libreros, que en tiempos frecuentara Pamuk.
Tras pasar por el laber¨ªntico Gran Bazar, el coqueto bazar de las especias o el mercadillo de Ortak?y, con sus callejas que dan al B¨®sforo, el visitante ha de volver con al menos una alfombra, unas delicias turcas y una bolsa de pistachos. En casos de inconsciencia matinal, un gorro de derviche o incluso un narguile pueden aparecer en el equipaje. En el camino de vuelta hay que hacer balance. No es dif¨ªcil adivinar en esos souvenirs, en el brillo del sol sobre la suciedad que recubre el B¨®sforo o en los tejados curvos de las mezquitas, indicios de la tristeza monocolor que atormenta a Pamuk. Pero es casi m¨¢s complicado no percibir la vida que late detr¨¢s de la bella y solemne fachada de esta maravillosa ciudad.
- Miguel Aguilar es editor de Random House Mondadori.P¨¢ginas 12 a 15
LAS HUELLAS DE AGATHA CHRISTIE Y PIERRE LOTI
UNA CIUDAD con tanta historia como Estambul no puede sino estar llena de rincones que una visita un poco m¨¢s larga permite descubrir. El cementerio de Eyup Sultan ocupa la ladera de una colina sobre el Cuerno de Oro y es uno de los m¨¢s bonitos de Europa; all¨ª sol¨ªa ir Pierre Loti en busca de inspiraci¨®n. La cercana mezquita que lleva el mismo nombre es el cuarto lugar m¨¢s sagrado del islam, tras Meca, Medina y Jerusal¨¦n, y bien merece una visita. Los numerosos ni?os que se ven por la mezquita disfrazados de sultancitos paran all¨ª de camino a su circuncisi¨®n; es imposible no asociarlos mentalmente a los almirantitos que reciben la primera comuni¨®n por estos pagos.No lejos del cementerio se halla la iglesia Chora, o del Salvador Extramuros, pese a que apenas estuvo fuera de la ciudad 80 a?os y lleva casi 1.600 dentro de las murallas. El edificio actual, que data del siglo XI, alberga una de las mejores colecciones de mosaicos y frescos del mundo, creados por un grupo de maestros an¨®nimos hacia 1312. Si bien pilla un poco a trasmano, es una visita que merece sobradamente la pena.El hotel Pera Palas, en el elegante barrio de Beyoglu, era el punto final del Orient Express. Frecuentado por Agatha Christie, Greta Garbo o Mata-Hari, es un espectacular recordatorio de los ¨²ltimos tiempos del Imperio Otomano. Si en vez de rincones hablamos de esquinas, es imposible no mencionar a los omnipresentes vendedores ambulantes de comida. Desde los excelentes puestos callejeros de kebabs, cuyos encargados suelen ser kurdos, a los sorprendentes vendedores de mejillones que abarrotan Taksim. Llevan una inmensa cazuela llena de mejillones rellenos de arroz y condimentados, a los que el comprador a?ade un chorro de lim¨®n. En ese momento comienza una fren¨¦tica carrera por comer los moluscos, como si el precio dependiera del tiempo invertido y no de la cantidad consumida. M¨¢s interesante de ver que provechoso de participar.
GU?A PR?CTICA
Datos b¨¢sicos- Prefijo telef¨®nico: 00 90 212.- Moneda: nueva lira turca (YTL).1 euro = 1,8 liras.C¨®mo ir - Iberia (902 400 500; www.iberia.com) opera con nueve vuelos directos por semana entre Madrid y Estambul. Hasta el 29 de marzo tiene una oferta por compra anticipada (30 d¨ªas) desde 198 euros, tasas y cargos incluidos. En el portal especializado Terminal A (www.terminala.com) se consiguen billetes de ida y vuelta entre ambas ciudades con Iberia por 183 euros, tasas y cargos incluidos.Viajes organizados- Hasta finales de marzo, General Tours (en agencias) organiza viajes de tres noches (ampliables) a Estambul, con salidas diarias desde Madrid en vuelo regular, traslados, alojamiento en hoteles con encanto del casco antiguo y desayunos, desde 425 euros por persona, tasas incluidas. Los citybreaks de Iberojet (en agencias) incluyen los vuelos regulares con Iberia y dos noches (ampliables) en hoteles de tres a cinco estrellas, con desayunos, desde 336 euros, tasas incluidas; cada noche extra cuesta 10 euros por persona. En su folleto monogr¨¢fico sobre Turqu¨ªa, la mayorista Catai (en agencias) propone un viaje de cuatro d¨ªas a la capital turca, con vuelos regulares, traslados y alojamiento en hoteles boutique y visitas (opcionales) con gu¨ªa privado desde 573 euros por persona, tasas incluidas.Restaurantes- Poseid¨®n (263 38 23). Pescados y mezes (aperitivos) junto al B¨®sforo. Zona de Bebek.- Pandeli (527 39 09). Misir ?ar?isi, 1. Bazar de las especias. Cocina francesa y otomana.Informaci¨®n- Turismo de Turqu¨ªa (915 59 70 14).- www.turquia.net.- www.istanbultravelguide.net.- www.istanbulmodern.org.
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