?Reventar¨¢ la presa en 2007?
El mundo ha sobrevivido a 2006 sin una gran cat¨¢strofe econ¨®mica, a pesar de los precios astron¨®micos del petr¨®leo y un Oriente Pr¨®ximo que est¨¢ cada vez m¨¢s fuera de control. Sin embargo, el a?o ha proporcionado numerosas lecciones para la econom¨ªa mundial y se?ales de advertencia sobre su comportamiento futuro.
Como era de esperar, 2006 produjo otro sonoro rechazo de las pol¨ªticas neoliberales fundamentalistas, en este caso por parte de los votantes en Nicaragua y Ecuador. Al mismo tiempo, en la vecina Venezuela, Hugo Ch¨¢vez obtuvo un respaldo electoral abrumador; ¨¦l, por lo menos, hab¨ªa llevado algo de educaci¨®n y sanidad a los barrios pobres, que hasta ahora se hab¨ªan beneficiado muy poco de la enorme riqueza del petr¨®leo que posee el pa¨ªs.
Tal vez lo m¨¢s importante para el mundo es que, en Estados Unidos, los votantes dieron un voto de desconfianza al presidente George Bush, que ahora estar¨¢ controlado por el Congreso.
Cuando Bush lleg¨® a la presidencia en 2001, muchos confiaban en que gobernara de forma competente y desde el centro. Los cr¨ªticos m¨¢s pesimistas se consolaban pregunt¨¢ndose cu¨¢nto da?o pod¨ªa hacer un presidente en unos cuantos a?os. Ahora sabemos la respuesta: mucho.
Nunca ha habido una imagen peor de Estados Unidos en el mundo. Se han socavado valores esenciales que los estadounidenses consideran parte fundamental de su identidad. Ha ocurrido lo impensable: un presidente de EE UU ha defendido el uso de la tortura, ha recurrido a tecnicismos a la hora de interpretar los Convenios de Ginebra y ha ignorado el Convenio sobre la Tortura, que proh¨ªbe utilizarla en ninguna circunstancia. Al mismo tiempo, despu¨¦s de proclamar que Bush era el primer "presidente con un m¨¢ster en administraci¨®n de empresas", la corrupci¨®n y la incompetencia han dominado su administraci¨®n, desde la chapucera respuesta al hurac¨¢n Katrina hasta su forma de llevar a cabo las guerras en Afganist¨¢n e Irak.
En realidad, debemos tener cuidado de no atribuir un significado demasiado profundo a las elecciones de 2006: a los estadounidenses no les gusta perder ninguna guerra. Ese fracaso, y el lodazal en el que, una vez m¨¢s, Estados Unidos se ha metido de cabeza, es lo que impuls¨® a los votantes a rechazar a Bush. Pero el caos engendrado por los a?os de Bush en Oriente Pr¨®ximo representa adem¨¢s un riesgo crucial para la econom¨ªa mundial. Desde que comenz¨® la guerra de Irak, en 2003, la producci¨®n de crudo de la regi¨®n, que engloba a los productores de m¨¢s bajo coste del mundo, no ha aumentado como se esperaba para hacer frente a una demanda cada vez mayor. Aunque casi todas las previsiones indican que los precios del petr¨®leo van a permanecer en su nivel actual o ligeramente por debajo, el principal motivo es la aparente moderaci¨®n de la demanda, debida, en primer lugar, a la desaceleraci¨®n de la econom¨ªa estadounidense.
Evidentemente, esa desaceleraci¨®n de la econom¨ªa de EE UU representa otro grave peligro mundial. Los problemas econ¨®micos de Estados Unidos tienen su ra¨ªz en las medidas aprobadas al principio del mandato de Bush. En concreto, el Gobierno impuls¨® un recorte fiscal que no consigui¨® estimular la econom¨ªa, porque estaba pensado para beneficiar, sobre todo, a los contribuyentes m¨¢s ricos. La responsabilidad de ese est¨ªmulo recay¨® sobre la Reserva Federal, que redujo los tipos de inter¨¦s a unos niveles sin precedentes. El dinero barato tuvo pocas repercusiones en las inversiones empresariales, pero aliment¨® una burbuja inmobiliaria que ahora est¨¢ empezando a estallar, con el consiguiente peligro para las familias que pidieron prestado con la garant¨ªa de que sus casas ten¨ªan un valor en alza para sustentar el consumo.
Esta estrategia econ¨®mica era claramente insostenible. El ahorro familiar pas¨® a ser negativo por primera vez desde la Gran Depresi¨®n, y el pa¨ªs en su conjunto tuvo que pedir prestados 3.000 millones de d¨®lares diarios de otros pa¨ªses. Ahora bien, las familias s¨®lo pueden seguir obteniendo dinero de sus casas mientras los precios sigan subiendo y los tipos de inter¨¦s sigan siendo bajos. Por tanto, la subida de los tipos de inter¨¦s y la ca¨ªda de los precios de la vivienda no son buenos presagios para la econom¨ªa estadounidense. Es m¨¢s, seg¨²n algunos c¨¢lculos, aproximadamente el 80 % del crecimiento del empleo y casi dos tercios del aumento del PIB en los ¨²ltimos a?os est¨¢n relacionados directa o indirectamente con el sector inmobiliario.
Para empeorar a¨²n m¨¢s la situaci¨®n, otra cosa que ha ayudado a mantener a flote la econom¨ªa durante los a?os de Bush ha sido el gasto p¨²blico sin restricciones con un d¨¦ficit fiscal de dimensiones hasta ahora desconocidas, por lo que es dif¨ªcil que el Gobierno pueda intervenir para apuntalar el crecimiento econ¨®mico cuando las familias empiecen a restringir el consumo. Adem¨¢s, muchos dem¨®cratas incluyeron en sus campa?as la promesa de volver a la sensatez fiscal y seguramente van a exigir una reducci¨®n del d¨¦ficit que impedir¨¢ a¨²n m¨¢s el crecimiento.
Mientras tanto, los persistentes desequilibrios mundiales seguir¨¢n produciendo ansiedad, sobre todo a aquellos cuya vida depende de los tipos de cambio. Aunque Bush lleva mucho tiempo tratando de echar la culpa a otros, es innegable que el consumo desenfrenado en Estados Unidos y la incapacidad de vivir con arreglo a sus medios son las causas principales de esos desequilibrios. Si la situaci¨®n no cambia, ¨¦stos seguir¨¢n siendo una fuente de inestabilidad mundial, independientemente de lo que hagan China o Europa.
Ante todas estas incertidumbres, el misterio es que las primas de riesgo sigan siendo tan bajas como ahora. Sobre todo, dado el brusco frenazo en el crecimiento de la liquidez mundial, a medida que los bancos centrales han aumentado los tipos de inter¨¦s, la perspectiva de que las primas de riesgo vuelvan a niveles m¨¢s normales es uno de los mayores peligros que afronta hoy el mundo.
Durante los ¨²ltimos a?os, varios economistas llenos de pesimismo han hecho advertencias sobre el boom inmobiliario en Estados Unidos, su fiebre consumista, los desequilibrios mundiales e incluso las primas de riesgo irracionalmente bajas; pero Estados Unidos y el mundo se las han arreglado, de una forma u otra, para salir adelante. La conclusi¨®n a la que llegan algunos es que ¨¦sta es la demostraci¨®n de que, incluso con una mala direcci¨®n pol¨ªtica, todav¨ªa podemos arregl¨¢rnoslas as¨ª otro a?o m¨¢s. Quiz¨¢. Pero quiz¨¢ no: en ciertos aspectos, el hecho de arregl¨¢rnoslas ha empeorado los problemas de base y ha hecho que los ajustes inevitables sean a¨²n m¨¢s dolorosos. Tal vez ¨¦sa es la principal lecci¨®n que vamos a aprender en 2007.
Joseph Stiglitz es premio Nobel de Econom¨ªa. Su ¨²ltimo libro es C¨®mo hacer que funcione la globalizaci¨®n.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
? Project Syndicate, 2006.
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