Victoria in¨²til del M¨¢laga en la niebla
De nada sirvi¨® que el M¨¢laga venciera por la m¨ªnima en La Romareda porque el susto se qued¨® en eso y el Zaragoza, tan ins¨ªpido como desabrido, resolvi¨® sin apuros la eliminatoria, condicionada en exceso por el resultado de la ida (0-3). La espesa niebla, que se apoder¨® absolutamente del estadio en la segunda mitad, desluci¨® a¨²n m¨¢s, si cabe, el espect¨¢culo.
V¨ªctor Fern¨¢ndez decidi¨® dar descanso a las estrellas del equipo, como a los interiores Aimar y D'Alessandro, y apost¨® por la cantera, representada en la defensa por el correoso Chus Herrero y en la medular por Lafita, que destaca por sus m¨²ltiples recortes, y Long¨¢s, quien mezcla una t¨¦cnica brillante con una visi¨®n estratosf¨¦rica. Pero los noveles no se asociaron con acierto, no conectaron con las posiciones adelantadas, y la probatura result¨® una calamidad.
ZARAGOZA 0 - M?LAGA 1
Zaragoza: Miguel, Chus Herrero, Sergio (Piqu¨¦, m. 46), Gaby Milito, Aranzabal; Lafita, Long¨¢s (Eneko, m. 84), Zapater, ?scar (Movilla, m. 70); Ewerthon y Sergio Garc¨ªa. No utilizados: C¨¦sar; y Valero.
M¨¢laga: Goitia; Lobato (Kiko, m. 86), Armando, Molinero, Jos¨¦ Mari; Ristic, Hidalgo, Francis, Perico (Manu, m. 44), Ernesto; y Cou?ago (Popo, m. 43). No utilizados: Arnau; y Silva.
Gol: 0-1. M. 13. Ristic, desde el segundo palo, aprovecha un centro de Ernesto.
?rbitro: Pino Zamorano. Mostr¨® la cartulina amarilla a Zapater, Ristic, Lafita y Lobato.
Unos 12.000 espectadores.
Entre otras cosas, porque el M¨¢laga les asust¨® con un gol tempranero, de ¨¦sos que dan la esperanza en una competici¨®n tan abierta como loca. As¨ª, Jos¨¦ Mari, tras una fant¨¢stica jugada individual, cedi¨® el cuero a Ernesto, que pis¨® la l¨ªnea de fondo y sac¨® un centro envenado. Ristic, atento en el segundo palo, estir¨® la pierna para enviar el cuero al fondo de las mallas.
Envalentonado, el M¨¢laga apret¨®, pero no ahog¨®; rehus¨® las transiciones cortas y tir¨® de pases verticales hacia la punta de ataque. Cou?ago, primero, y Popo, despu¨¦s, se pelearon contra la soledad porque no encontraron el apoyo desde la segunda l¨ªnea, m¨¢s pendiente de no perder el sitio y conceder un gol que de buscar el marco contrario. Y la zaga blanquilla, agradecida, apenas sud¨® para arrebatarles el cuero y perderse en pases poco productivos.
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