Olmert, acorralado
Todo conspira contra la reanudaci¨®n del proceso de paz palestino-israel¨ª que pretende la secretaria de Estado americana, Condoleezza Rice, de gira por Oriente Pr¨®ximo. De un lado, el jefe de Estado Mayor, el general de la Fuerza A¨¦rea Dan Halutz, present¨® su dimisi¨®n el pasado martes como consecuencia de las cr¨ªticas de la denominada comisi¨®n de investigaci¨®n Winograd contra la desafortunada conducci¨®n de la guerra de L¨ªbano; y de otro, el fiscal general, Eran Shendar, orden¨® ese mismo d¨ªa la apertura de una investigaci¨®n criminal contra el primer ministro, Ehud Olmert, a causa de la privatizaci¨®n del banco Leumi, en la que pudo haber favorecido a un licitador. Nada sorprendentemente, las encuestas le dan s¨®lo un 14% de apoyo, a menos de un a?o de haber sucedido al l¨ªder y fundador del partido Kadima, Ariel Sharon, el veterano y fornido general que yace en un hospital en coma irreversible desde febrero de 2006.
Nunca un jefe de Estado Mayor israel¨ª hab¨ªa dimitido, y su desaparici¨®n hace que todos los reflectores enfoquen a su jefe, el laborista y ministro de Defensa, Amir Peretz, vastamente considerado como inoperante, y, por extensi¨®n, sobre el propio Olmert. En la guerra de L¨ªbano del pasado verano, el Ej¨¦rcito israel¨ª no logr¨® en 34 d¨ªas de contienda ninguno de sus objetivos: ni la liberaci¨®n de dos soldados en poder de Hezbol¨¢, ni restablecer el control sobre el sur del pa¨ªs vecino, que hab¨ªa ejercido hasta la retirada de 2000.
Rice, tras haberse entrevistado con Olmert y el presidente palestino, Mahmud Abbas, ha seguido recorriendo la zona -notablemente, Egipto y Arabia Saud¨ª- para promocionar un nuevo encuentro entre el l¨ªder palestino y el israel¨ª, pero la dimisi¨®n de Halutz pone entre par¨¦ntesis cualquier gesti¨®n de paz. Y todo ello transcurre, por a?adidura, bajo la ominosa sombra de las repetidas exhortaciones del presidente iran¨ª, Mahmud Ahmadineyad, a la destrucci¨®n de Israel. El rabino mayor de Israel, Yona Metzger, reflejaba esta preocupaci¨®n pidiendo ayer en una reuni¨®n con la jerarqu¨ªa cat¨®lica en el Vaticano que el mundo entero le declarara persona non grata.
En Oriente Pr¨®ximo hay dos tiempos o velocidades paralelas: la diplomacia que necesita de visitas sin fin de los grandes de este mundo para convencer a los actores sobre el terreno de que por lo menos se hablen, y el desastre de lo cotidiano, que hace in¨²til lo poco conseguido en el anterior nivel. Olmert es una carta extenuada en la partida inacabable de Oriente Pr¨®ximo. Y todo ello s¨®lo prueba una cosa: que para Israel el proceso de paz no tiene urgencia alguna.
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