?Feliz 2007?
Repasa el 'ararteko' la situaci¨®n de los derechos humanos y se?ala como prioridad conseguir que ETA desaparezca.
En las pasadas fiestas navide?as nos hemos deseado felicidad continuamente. No es momento para determinar el significado de un vocablo con un componente tan elevado de subjetividad, pero estaremos de acuerdo en que en las sociedades modernas la felicidad est¨¢ muy ligada al disfrute de los derechos humanos, de suerte que la ausencia o la conculcaci¨®n de los derechos resulta causa casi segura de infelicidad (cuando hablamos de derechos humanos existe un consenso pleno entre los organismos y entidades que trabajamos en ese campo para incluir en ellos los denominados derechos econ¨®micos, sociales y culturales). Pues bien, seg¨²n la ¨®ptica del Ararteko, en calidad de alto comisionado del Parlamento vasco para la salvaguarda de los derechos de las personas, ?c¨®mo se nos presenta el 2007 para que las ciudadanas y ciudadanos vascos podamos tener un suelo firme sobre el que sostener nuestra felicidad? o, dicho de otro modo, ?cu¨¢l es el estado de nuestros derechos?
El d¨ªa en que el respeto a los derechos humanos est¨¦ s¨®lidamente arraigado en cada uno, ETA dejar¨¢ de existir
El 30 de diciembre ten¨ªa esbozadas unas ideas para este art¨ªculo de opini¨®n, mediante las cuales me propon¨ªa hablarles sobre las personas y situaciones que merecen la atenci¨®n del Ararteko por las insuficiencias o gran vulnerabilidad que detectamos en nuestro trabajo diario por lo que respecta al ejercicio de sus derechos, pero esas ideas quedaron arrinconadas por el terrible atentado de Barajas. ETA, organizaci¨®n que muchos de nosotros est¨¢bamos convencidos se hallaba en v¨ªas de su desaparici¨®n, hac¨ªa estallar cientos de kilos de explosivo y segaba la vida de Carlos Alonso Palate y de Diego Armando Estacio. Un ombudsman, un defensor del pueblo, no puede permanecer en silencio ante este horror y debe hacerle frente desde la perspectiva ¨¦tica de defensa y respeto de los derechos humanos, para decir con toda firmeza y contundencia que ETA vulnera brutalmente los derechos fundamentales, porque atenta contra las personas, contra su derecho a la vida, a la libertad, a la integridad f¨ªsica y moral, contra su dignidad; y, para exigirle a ETA, en consecuencia, su desaparici¨®n inmediata e incondicionada.
La actitud de exigencia a ETA para que desaparezca ha de constituir un deber moral para cada una de las personas que componemos la sociedad vasca. Creo que no somos del todo conscientes de la ruina moral que nos ha ocasionado la terrible actividad violenta de ETA cada vez que hemos mirado a otro lado, hemos callado o incluso hemos justificado o exculpado un ataque contra la vida o contra la libertad de una persona. Este a?o hemos tomado tranquilamente las uvas y el cava en Nochevieja mientras dos ciudadanos a los que Euskadi les quedaba muy lejos yac¨ªan muertos como consecuencia de una acci¨®n de la que no podemos no sentirnos concernidos, porque quienes pusieron el explosivo asesino son ciudadanos vascos que no tienen escr¨²pulo moral alguno para vulnerar los derechos humanos m¨¢s b¨¢sicos de sus semejantes en nombre de una pretendida causa nacional vasca. ?Qu¨¦ valores son los que sostienen esas acciones? ?Qu¨¦ se ha hecho mal en esta sociedad para que hayan crecido entre nosotros seres amorales que son capaces de atentar sin remordimiento alguno contra la vida y la libertad de sus semejantes? Seamos claros: el d¨ªa en el que los valores de respeto a los derechos humanos est¨¦n s¨®lidamente arraigados en el pensamiento y el comportamiento de cada uno de los ciudadanos y ciudadanas vascos, ese d¨ªa ETA dejar¨¢ de existir autom¨¢ticamente, porque habr¨¢ desaparecido el ox¨ªgeno que le permite respirar.
S¨¦ que algunos de mis conciudadanos entienden que las acciones de ETA destructoras de derechos humanos tienen relaci¨®n con demandas pol¨ªticas insatisfechas, hechos hist¨®ricos mal resueltos, la dictadura franquista o con la vulneraci¨®n de derechos por parte de otros sujetos. Quisiera que reflexionaran sobre esta idea: la ¨¦tica de los derechos humanos no se puede relativizar y mucho menos ser rebajada o excepcionada en funci¨®n de las referidas circunstancias o de cualesquiera otras. Los derechos humanos no pueden ser objeto de un mercado de prestaciones y contraprestaciones. Cada derecho humano ha de ser respetado y salvaguardado espec¨ªfica e individualmente, sin que su defensa quepa ser condicionada o supeditada a intereses ajenos a ¨¦l. Por ello resulta perverso, equivocado e inmoral en el plano ¨¦tico alegar la vulneraci¨®n, presunta o acreditada, de derechos por parte de otros sujetos como justificaci¨®n o explicaci¨®n de las acciones de ETA.
Un sistema pol¨ªtico democr¨¢tico debe basarse en el respeto escrupuloso de los derechos humanos y en un esfuerzo permanente por ampliar y mejorar su r¨¦gimen de reconocimiento y protecci¨®n. No podemos negar que los sistemas democr¨¢ticos contempor¨¢neos, en permanente evoluci¨®n, presentan todav¨ªa impurezas e imperfecciones, albergan irregularidades cuando no infracciones en materia de derechos, y, que, con seguridad, pueden y deben evolucionar hacia estadios avanzados de calidad democr¨¢tica. Espa?a y Euskadi, al igual que les ocurre en mayor o menor grado a los dem¨¢s pa¨ªses que se adscriben al modelo democr¨¢tico, no son ajenas a las consideraciones precedentes y est¨¢ fuera de la realidad afirmar que nuestro sistema democr¨¢tico es perfecto e impoluto.
Desde esta perspectiva, la instituci¨®n del Ararteko ha de instar a las pol¨ªticas p¨²blicas y a la conciencia ciudadana para que en nuestro trabajo demos prioridad a situaciones graves, delicadas o de riesgo en materia de derechos humanos. Mencionemos algunas de ellas: la violencia machista que asesina y maltrata a las mujeres; la situaci¨®n de las c¨¢rceles; la de las personas inmigrantes, y, en particular la que padecen los menores extranjeros; la de los ni?os y ni?as y adolescentes vejados o maltratados por sus iguales por ser diferentes; la sociedad dual y la exclusi¨®n social con bolsas de pobreza, de indigencia y de personas sin techo; la atenci¨®n a las personas con enfermedad mental, con enfermedad cr¨®nica y, en general, a las personas dependientes, sobre todo a nuestros mayores; las barreras contra la igualdad que a¨²n soportan las personas con discapacidad; o la persistencia de discriminaci¨®n social por diferentes circunstancias personales.
La exigencia de calidad del r¨¦gimen de protecci¨®n de derechos debe plantearse tambi¨¦n con firmeza en lo concerniente a la lucha contra la delincuencia y el terrorismo. Debemos consignar con preocupaci¨®n la existencia en numerosos pa¨ªses democr¨¢ticos de decisiones legislativas, judiciales y administrativas inspiradas en interpretaciones muy forzadas del ordenamiento constitucional que, en opini¨®n de algunos prestigiosos expertos, parecen basarse m¨¢s en principios adscritos al denominado Derecho penal del enemigo que en aquellos otros asociados a las democracias avanzadas, las cuales ponen particular ¨¦nfasis en la proporcionalidad y razonabilidad de las penas, en la protecci¨®n amplia de las libertades de expresi¨®n, de informaci¨®n y de pensamiento, y en favorecer al m¨¢ximo la reinserci¨®n de las personas penadas, manteniendo a ¨¦stas cerca de su entorno social y aplic¨¢ndoles beneficios penitenciarios.
La salvaguarda y la mejora de los derechos humanos demandan la existencia de una ciudadan¨ªa comprometida, exigente y fuertemente imbuida de los valores democr¨¢ticos de respeto y defensa de los derechos, y resulta evidente, a nuestro juicio, que hay mucho por hacer en Euskadi en este terreno. Creo que es necesario que nos situemos en la dimensi¨®n de la ¨¦tica de los derechos humanos para, desde ella, plantearnos una serie de compromisos: exigir a ETA su desaparici¨®n, implicarnos en la solidaridad social ayudando a las personas necesitadas, y demandar constantemente a los poderes p¨²blicos una democracia de calidad en todas sus vertientes, denunciando situaciones lesivas o no suficientemente garantistas de los derechos. Animo, en consecuencia, a los hombres y mujeres de este pa¨ªs a que trabajemos activamente en pro de los derechos del pr¨®jimo y de los valores democr¨¢ticos, mediante la palabra, la raz¨®n, el humanismo y la acci¨®n social, por hacer de este mundo -y, para empezar, de nuestra sociedad vasca- un lugar donde los derechos humanos sean debidamente respetados, mejorados y ampliados y, por ende, donde cada persona tenga una justa parcela de felicidad. ?Feliz 2007!
I?igo Lamarca Iturbe es el ararteko.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.