El arte de amar el arte
Saber cu¨¢les son las obras de la historia o de un museo preferidas por un artista siempre es interesante. Adem¨¢s de dar luz sobre la creaci¨®n del artista que hace la elecci¨®n. Con este objetivo, el Thyssen-Bornemisza ha inaugurado una serie de exposiciones tituladas Studiolo. El encargado de abrir este di¨¢logo transtemporal es Avigdor Arikha, con obras de 18 creadores de todas las ¨¦pocas.
Hay en la mirada del artista que hace la selecci¨®n una percepci¨®n del arte que resulta inalcanzable para quienes no lo somos
Con ¨¦sta, bajo la advocaci¨®n de Studiolo, t¨¦rmino italiano que designa la peque?a estancia privada donde un pr¨ªncipe o principal se retiraba para meditar en medio de las obras de arte de su predilecci¨®n, se inicia una nueva serie de peque?as-grandes exposiciones; o sea: con pocas obras y mucha enjundia. Ya esta instituci¨®n nos sorprendi¨® hace a?os con sus "contextos de la colecci¨®n permanente", donde se centraba la atenci¨®n sobre una obra maestra, acompa?¨¢ndolas con otras que explicaban su g¨¦nesis y/o su resonancia. Pero ahora ha dado otro paso en esta direcci¨®n, que, para el caso, nunca mejor dicho, es un paso m¨¢s all¨¢. Siguiendo la estela de las memorables muestras, que, con el t¨ªtulo gen¨¦rico de El ojo del artista, viene organizando, desde hace varias d¨¦cadas, la National Gallery de Londres, el Museo Thyssen-Bornemisza adopta ahora este criterio, aunque no de una forma mim¨¦tica. Quiero decir que el museo brit¨¢nico se dirig¨ªa a artistas brit¨¢nicos para que hiciesen una selecci¨®n personal de las obras de su preferencia, conservadas en la instituci¨®n, con la intenci¨®n de posteriormente exhibir el conjunto entremezclado con las producidas por el propio artista, mientras que nuestro museo, m¨¢s cosmopolita, no se ha impuesto un criterio localista al respecto, como se demuestra en su primera edici¨®n al convocar para este menester, al pintor franco-israelita Avigdor Arikha (Bukovina, 1929) el cual, adem¨¢s de su reputaci¨®n internacional como artista, es tambi¨¦n un muy apreciado historiador del arte y ensayista.
?Qu¨¦ sentido tiene esta iniciativa? En primer t¨¦rmino, dir¨ªamos que devolver el arte a los artistas, y hacerlo devolvi¨¦ndoles por un momento esa instituci¨®n donde, en nuestra ¨¦poca, se atesora el arte: los museos. Para quien no lo sepa, hay que advertir que la direcci¨®n de los museos p¨²blicos de arte estuvo inicialmente entregada a los artistas, llegando ¨¦stos a ocuparla, en algunos casos, como el Museo del Prado, hasta ?1960!, lo que significa que fueron responsables de su gesti¨®n las tres cuartas partes de su historia. Que hoy hayan sido despojados de esta funci¨®n por razones, sobre todo, administrativas, no significa que los artistas no sean competentes en la materia de arte, lo cual ser¨ªa una aberrante contradicci¨®n. Todav¨ªa m¨¢s y por el contrario: ayer y hoy, hay en la mirada del artista una percepci¨®n del arte que resulta inalcanzable para quienes no lo somos, que tan s¨®lo nos podemos refugiar en la presunci¨®n de que nosotros tambi¨¦n quiz¨¢ tengamos algo de artista.
Todo esto deber¨ªa estar lo suficientemente claro de por s¨ª, pero no se puede negar que, en nuestra ¨¦poca cobra tintes m¨¢s dram¨¢ticos y perentorios en la medida en que se ha generado un artificial abismo entre el arte tradicional y el actual, que, de ser cierto e insalvable, no enfrentar¨ªa el arte hist¨®rico con el arte contempor¨¢neo, sino el arte con el no-arte. Los optimistas, que creemos que lo que, ayer y hoy, se hace en nombre del arte es igualmente arte y que lo es por su capacidad de ingresar en la historia; es decir: por seguir vigente cuando deja de ser actual, estimamos que no hay mejor acreditaci¨®n para determinar el valor perdurable de una obra de arte que la que hace un artista, perd¨®neseme la redundancia, "vivo", pero no porque ¨¦ste est¨¦ investido de un prestigio social, sino, simplemente, por su experiencia.
En cualquier caso, sin meternos a discutir el fondo de esta cuesti¨®n harto ardua, lo que me parece indiscutible es que, en este cruce de miradas o di¨¢logo transtemporal, un artista acierta hasta cuando se equivoca, o, si se quiere, que su error ser¨¢ siempre aleccionador. De todas formas, teniendo ahora la oportunidad de confrontarnos directamente con el hecho, tampoco tiene mucho sentido hacer engorrosas digresiones. Mucho m¨¢s ¨²til es, en efecto, dirigirse a ver la selecci¨®n y montaje realizados por Arikha y, c¨®mo no, aprovecharse de lo que ha escrito explicando cada uno de los cuadros que ha seleccionado. Entre ellos hay un tan amplio espectro temporal que vemos reunidos a Antonello de Messina y Piet Mondrian, lo cual nos excusa de citar a los 18 artistas de todas las ¨¦pocas y pa¨ªses tambi¨¦n presentes, adem¨¢s de dos piezas del propio Arikha. Por lo dem¨¢s, el inter¨¦s a?adido de esta experiencia es comprobar c¨®mo la mirada que lanza hacia la historia el artista actual es necesariamente no s¨®lo personal o subjetiva, sino objetivamente comprometida con lo que ¨¦l crea a trav¨¦s de su propia obra. As¨ª ocurre con Arikha, que no s¨®lo desvela sus querencias ¨ªntimas, sino toda una concepci¨®n art¨ªstica que le pertenece, aunque no en exclusiva. En fin, que esta nueva serie inaugurada por el Museo Thyssen-Bornemisza constituye una cita imprescindible para un amante del arte, pero no s¨®lo por el arte, sino precisamente por el amor.
Studiolo. Antolog¨ªas de la Colecci¨®n/1. Avigdor Arikha. Museo Thyssen-Bornemisza. Madrid. Hasta el 11 de marzo.
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