Por ah¨ª llega un dramaturgo
Estamos viviendo ahora las repercusiones del centenario de Max Aub (Par¨ªs, 1903-M¨¦xico, 1972), el espa?ol -de adopci¨®n- que lo fue por encima de todo y a trav¨¦s de todos los trans(des)tierros, y sin duda el m¨¢s grande de nuestros escritores del exilio, de donde jam¨¢s volvi¨®, pues falleci¨® siendo ciudadano mexicano. Pues fue adem¨¢s un hombre sin origen ni patria definidos, hijo de alemanes jud¨ªos, nacido en Par¨ªs, de formaci¨®n multiling¨¹e, que a los 11 a?os por motivos familiares, huyendo de la Primera Gran Guerra, vino a vivir a Espa?a, a Valencia. "El hombre es de donde hace el bachillerato", dijo en frase que se hizo c¨¦lebre. Cuando le conoc¨ª, en 1969, publiqu¨¦ sobre ¨¦l una primera cr¨ªtica en Informaciones durante su primer viaje a Espa?a despu¨¦s de 30 a?os, que recogi¨® en su angustiado diario La gallina ciega (1967) en el que felizmente no salgo, ya que se trata de un ajuste de cuentas entre un exiliado y el pa¨ªs del que se exili¨®, que no coincid¨ªan en absoluto. Me lo present¨® el inolvidable Manuel And¨²jar y le hice una entrevista en su hotel de Madrid de la que no cont¨¦ nada apenas, pues fue de una invenci¨®n llena de disparates imaginarios, que no tuve reparo en titular Max Aub o la caja de las sorpresas, indicando as¨ª una de sus caracter¨ªsticas principales, su afici¨®n al juego y al disparate, en medio de una vida repleta de tragedias, de guerras, de c¨¢rceles, persecuciones, campos de concentraci¨®n y exilios de todo tipo, como si el juego y la iron¨ªa fueran una manera de defenderse contra el mundo tr¨¢gico que le hab¨ªa tocado en suerte (?) vivir.
OBRAS COMPLETAS. Relatos I y II / Teatro mayor
Max Aub
Generalitat Valenciana Valencia, 2006
472, 510 y 812 p¨¢ginas
19, 19 y 24 euros, respectivamente
Entonces me cont¨® una serie de invenciones delirantes que no pude transcribir (como que estaba preparando una pel¨ªcula de Bu?uel sobre la vida de Cristo, que ser¨ªa interpretada por Carlos Barral), pues ya estaba advertido por And¨²jar de la afici¨®n a jugar de Max Aub, cuya visita conclu¨ª al final, despu¨¦s, bastante trompa junto con ?ngel Gonz¨¢lez bajo la mesa multitudinaria en la que se celebraba un homenaje que le daba Jaime Salinas, que luego ser¨ªa su primer editor en Espa?a de los vol¨²menes de El laberinto m¨¢gico, ya muerto Franco y exentos de una censura a la que Aub siempre se hab¨ªa negado. Pero bueno, ya conoc¨ªa entonces sus primeros juegos vanguardistas de antes de la guerra (hoy recogidos en el primer volumen de estos Relatos) y recuerdo que el primero que defendi¨® el cultivo de su vanguardia juvenil fue Francisco Ayala, que siempre ha pensado que fue la mejor manera de penetrar en los secretos de la literatura en general. Pero la evoluci¨®n de ambos, entre una vanguardia juvenil y esteticista y el compromiso moral y pol¨ªtico de despu¨¦s de la guerra y el exilio, fue bastante similar -hasta crear los microrrelatos finales-.
As¨ª las cosas, aqu¨ª tenemos dos vol¨²menes de sus relatos completos, el primero dedicado a los de sus vanguardias de preguerra, y el segundo a los ya m¨¢s morales y comprometidos de posguerra, relacionados con la redacci¨®n de esa gran obra colectiva y hasta muy unanimista (relacionada con el g¨¦nero creado por Jules Romains, al que lleg¨® a conocer) de El laberinto m¨¢gico, que es considerada por la mayor¨ªa como la obra maestra de su autor. Y sin embargo, la aparici¨®n de este otro volumen de su Teatro mayor deber¨ªa hacer llegar la duda de si Max Aub fue sobre todo un narrador o un dramaturgo, desde el punto de vista cronol¨®gico y como resumen final. Pues tras la aparici¨®n de los dos primeros tomos, dedicados a su Primer teatro y Teatro breve, as¨ª como este considerable Teatro mayor, debe hacer revisar la idea del gran narrador de El laberinto m¨¢gico, pues lo primero que escribi¨® en su vida fue teatro, y el examen de su biblioteca ya bastante recuperada lleva a la conclusi¨®n de que fue primero un dramaturgo, y conforme avanzaba en su tiempo un hombre de teatro genial, poco representado es cierto, dadas las dificultades del exilio, pues no es lo mismo editar un libro que montar un espect¨¢culo, cosa que Max Aub apenas pudo conseguir en vida. De hecho, algunas de estas obras mayores con al mismo tiempo obras perfectamente Maestras, como San Juan, Morir por cerrar los ojos, El rapto de Europa, o No, entre las diez encerradas en este definitivo tomo, que es una llamada de atenci¨®n genial.
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