Discriminados por ciegos
Una pareja de invidentes denuncia a un restaurante que no les dej¨® entrar porque llevaban un perro lazarillo
David Vi?olas tiene 28 a?os y es invidente desde que naci¨®. Su pareja, Montserrat Ur¨¢n, tiene 35 y perdi¨® la vista hace 16 a?os. En su vida cotidiana, David se desenvuelve con bast¨®n; Montserrat lo hace gracias a Sadie, una perra labrador de siete a?os adiestrada para acompa?arla. David y Montserrat viven juntos en Centelles (Osona) y trabajan en el Departamento de Educaci¨®n como telefonistas. A Montserrat le encantan los animales y la lectura. David toca la bater¨ªa en un grupo de m¨²sica.
El pasado mi¨¦rcoles, ambos caminaban "sin destino fijo" por el barrio del Raval buscando un lugar "para tomar un men¨²" y entraron en un restaurante pr¨®ximo a la calle de Pelai de Barcelona. Sadie, su perra gu¨ªa, entr¨® con ellos. Seg¨²n la ley 10/1993, las personas ciegas que van acompa?adas de un perro lazarillo tienen derecho a acceder a lugares, alojamientos, establecimientos, locales y transportes p¨²blicos o de uso p¨²blico junto con el animal. Sin embargo, Montserrat afirma que el mi¨¦rcoles tuvo problemas para entrar en el restaurante: "Nada m¨¢s entrar nos intercept¨® un camarero y nos dijo que no pod¨ªamos entrar con el perro". At¨®nitos, decidieron solicitar la presencia del encargado del local. Cuando ¨¦ste se person¨®, Montserrat le dijo que si no les dejaban entrar llamar¨ªa a la polic¨ªa. "El encargado nos respondi¨® diciendo que llam¨¢ramos a quien quisi¨¦ramos, pero que nos fu¨¦ramos del local", explic¨® Montserrat.
"Cuando lleg¨® la Guardia Urbana, les explicamos lo que hab¨ªa pasado y nos ayudaron a realizar una reclamaci¨®n", se?ala Montserrat. Finalmente, la pareja se fue a comer a otro lugar.
Por su parte, el encargado del establecimiento reconoce que ignora la existencia de una ley que ampare el acceso de los invidentes a lugares p¨²blicos junto a sus perros. ?l tiene otra versi¨®n del incidente. Seg¨²n explic¨® a este diario, el camarero que atendi¨® a David y a Montserrat no se percat¨® de que era un perro lazarillo. Dijo que su empleado vio a un perro junto a sus due?os y les invit¨® a marcharse del local porque no se permite la entrada de animales. Tambi¨¦n sostiene que los ciegos no explicaron en ning¨²n momento que se trataba de un perro gu¨ªa y que dijeron que iban a llamar a la polic¨ªa. Adem¨¢s, explic¨® que en ese momento "ten¨ªa trabajo en el restaurante", que "se trataba de la hora de la comida" y que "todas las mesas estaban llenas".
Ayer, Montserrat acudi¨® a la oficina del consumidor para presentar su reclamaci¨®n y llam¨® por tel¨¦fono a la Fundaci¨®n ONCE para exponer su caso. Tambi¨¦n tiene previsto acudir a la Asociaci¨®n de Usuarios de Perros Gu¨ªa de Catalu?a, de la que es socia.
Montserrat y David afirman sentirse discriminados "ante actitudes como ¨¦stas", pero piensan que "hay veces en las que es mejor no discutir". "Mientras esper¨¢bamos en la calle a que se solucionara el incidente, o¨ªmos como el encargado les dec¨ªa a los polic¨ªas que no quer¨ªan montar un show en el restaurante y que all¨ª solamente quer¨ªan a personas normales", explic¨® Montserrat.
"Es muy grave que todav¨ªa hoy ocurran episodios de este tipo", lamentaba David. "Hace 30 a?os lo hubiera visto normal, pero en pleno siglo XXI no concibo que estas situaciones contin¨²en d¨¢ndose". Y asegur¨®: "Tenemos que explicarle a la gente lo que ha pasado. Hay que dar a conocer estos casos para que se cree una conciencia". "Nos sentiremos satisfechos si rompemos el hielo y el que venga detr¨¢s tiene el camino empezado", a?adi¨® Montserrat.
Jes¨²s M¨¦ndez es administrador de la Fundaci¨®n ONCE. Afirma que estas situaciones suelen darse habitualmente. M¨¦ndez opina que en los transportes p¨²blicos no suelen producirse problemas con los ciegos acompa?ados por perros lazarillo, pero s¨ª en otro tipo de servicios. "Sucede con los taxistas, que no quieren subir al perro en sus veh¨ªculos porque pueden orinarse o llenarlo de pelos, o en establecimientos de propietarios inmigrantes que desconocen la legislaci¨®n". "Por suerte, sucede cada vez en menor grado y cuando pasa suele solucionarse hablando", concluye M¨¦ndez.
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