Tragedia en Estambul
El periodista turco Hrant Dink era un hombre inmensamente valiente como director de un semanario armenio en Estambul. Dink era un destacado intelectual de ciudadan¨ªa turca y el m¨¢s importante de nacionalidad armenia en Turqu¨ªa, as¨ª como un valedor de la honestidad y la libertad de pensamiento y expresi¨®n como instrumentos para dirimir y solucionar conflictos pol¨ªticos presentes. Pag¨® esta valent¨ªa con meses de c¨¢rcel y procesamientos diversos. Y sin embargo ahora, tras su tr¨¢gica muerte ayer bajo los disparos de unos sicarios ante la Redacci¨®n de su semanario, toda la Turqu¨ªa decente, no s¨®lo la peque?a comunidad armenia concentrada especialmente en Estambul, deber¨ªa guardar luto y considerar su muerte como una tragedia nacional. Como lo debe hacer Europa y todos cuantos crean en la palabra y la libertad.
El primer ministro Erdogan ha anunciado ya dos detenciones y calificado este crimen como una "traici¨®n al pueblo turco". Esto le honra, pero no ser¨¢ suficiente. Durante casi tres d¨¦cadas los periodistas han sido en Turqu¨ªa el objetivo favorito del terrorismo de los extremistas de derecha y de izquierda, tantas veces infiltrados y condicionados por fuerzas exteriores deseosas de desestabilizar a este miembro de la OTAN vecino de Irak, Rusia, el C¨¢ucaso y los Balcanes.
Los que le han matado pueden ser los mismos que amenazan de muerte al premio Nobel de la Paz Orhan Pamuk. Son los nacionalistas que intentan mantener a Turqu¨ªa cautiva de su tr¨¢gica historia con el negacionismo de la matanza de armenios de 1915. Esta obsesi¨®n del ultranacionalismo turco es in¨²til y venenosa en su contumacia, adem¨¢s de nefasta para la candidatura al ingreso en la Uni¨®n Europea. Es tan cierto que murieron cientos de miles de armenios en una operaci¨®n genocida del Ej¨¦rcito de un desarbolado Estado turco como que m¨¢s de cinco millones de jud¨ªos murieron bajo el nazismo alem¨¢n. Negar estos hechos es incluso delito en algunos sitios -algo claramente discutible-, pero es, en cualquier caso, est¨²pido e in¨²til en todos. Turqu¨ªa es una gran naci¨®n que surgi¨® de las cenizas del gran imperio otomano y sus ciudadanos actuales tienen la misma responsabilidad en dichos cr¨ªmenes que los alemanes de hoy: ninguna. Pero s¨ª tienen la asignatura pendiente de reconocer su pasado para no ser manipulables en su futuro. Dink cumpli¨®, en este sentido, con su deber. Lo ha pagado con la vida. Erdogan a¨²n no cumple del todo con suficiente honestidad ante la historia y el futuro.
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