Zen gal¨¦s
Tiene un curr¨ªculo apabullante, pero John Cale tambi¨¦n se merece nuestra simpat¨ªa por su comportamiento cotidiano. Si en el rock existieran equivalentes a las medallas militares, deber¨ªa reconocerse su hero¨ªsmo: lleva m¨¢s de 40 a?os soportando resignadamente los desplantes y las mezquindades de ese monstruo llamado Lou Reed. A Lou, ya se sabe, siguen atribuy¨¦ndole todos los m¨¦ritos de The Velvet Underground, cuando parece evidente que el gal¨¦s dise?¨® sus rupturas sonoras.
John Cale es un genuino caballero: contin¨²a cantando a Leonard Cohen aunque el canadiense le gan¨® por la mano cuando ambos compet¨ªan por la misma mujer. Posee una formaci¨®n acad¨¦mica, experiencias en la m¨²sica repetitiva neoyorquina y con orquestas sinf¨®nicas, pero no alardea de ello: juega en el campo del rock y reconoce su esencia ruda. Sirvi¨® de interlocutor eficaz entre la calle y los despachos: fue el productor-para-proyectos-dif¨ªciles de Elektra e Island Records, cuando aquellas discogr¨¢ficas eran modelo de valent¨ªa.
Le protege su aplomo europeo. Viene de los valles mineros de Gales y pertenece a una de esas familias proletarias que creen en la superaci¨®n por la educaci¨®n. Fue reconocido por la BBC como ni?o prodigio, gan¨® una beca Leonard Bernstein para estudiar en Estados Unidos, esquiv¨® las manos ansiosas de Aaron Copland. Sin embargo, nunca perdi¨® las ma?as callejeras, que le permitieron sobrevivir en los antros del downtown neoyorquino o en la zona decadente de Los ?ngeles.
Sin darse aires de genio, Cale explora sentimientos complejos con una paleta musical que va desde las orquestaciones suntuosas (Paris 1919) a los fondos ¨¢speros (Helen of Troy). No se le conocen grandes concesiones al mercado; para mantener viva su carrera, sabe manejarse con compa?¨ªas grandes y peque?as, editando -excepto en tiempos de turbulencia personal- un disco por a?o. Le ayuda una decisi¨®n trascendental: dej¨® las drogas y, en compensaci¨®n, se convirti¨® en un fan¨¢tico de la moda. En su pragm¨¢tica opini¨®n, "es igual de caro pero al menos terminas con los armarios llenos de ropa agradable".
S¨ª, Cale puede dar hasta miedo: durante la ¨¦poca punk, parec¨ªa un psic¨®pata con aquella m¨¢scara de portero de hockey; hasta se fotografi¨® con una camisa de fuerza. Pero se trataba de imposiciones del gui¨®n. La prueba es que, como productor, demostr¨® una extraordinaria cintura a la hora de lidiar con artistas problem¨¢ticos. Alguien tan aparentemente cerebral logr¨® encauzar los primeros ¨ªmpetus de The Stooges, Jonathan Richman & The Modern Lovers o el Patti Smith Group.
En el estudio, rechazaba el modelo bonapartista: contratado por un grupo espa?ol de los ochenta, vio desechadas sus opiniones y, en vez de discutir o conspirar, se lav¨® las manos. "La vida es demasiado corta para pasarla peleando", resumi¨® luego. Deber¨ªamos preguntarnos, igual que en el t¨ªtulo de su autobiograf¨ªa: "?C¨®mo se dice zen en gal¨¦s?".
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