Una f¨¢brica de ideas
Philippe Starck dise?a un megayate y una nave espacial y presenta en Espa?a un aceite de oliva y la remodelaci¨®n de La Alh¨®ndiga
La v¨ªspera de cumplir 58 a?os, Philippe Starck (Par¨ªs, 1949) tuvo un d¨ªa muy agitado en Espa?a. El dise?ador franc¨¦s, que se desplaza de un lado a otro como una estrella, con asistentes propios y el protocolo que le brindan sus clientes, asisti¨® el pasado mi¨¦rcoles por la ma?ana a la presentaci¨®n de un aceite de oliva especial -el m¨¢s caro de Espa?a, dicen, a 30 euros el litro-, de un amigo suyo. Ha dise?ado su envase en una lata de color amarillo oliva elaborada por un latista brit¨¢nico que le hace otros trabajos. Poco despu¨¦s acudi¨® al certamen internacional de cocina Madrid Fusi¨®n, donde le hicieron entrega de un trofeo con forma de delantal junto a la bailarina Tamara Rojo, en reconocimiento a su aportaci¨®n de herramientas y utensilios de cocina.
Nada m¨¢s retratarse con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, tom¨® un avi¨®n hacia Bilbao para presentar junto al alcalde, I?aki Azcuna, un encargo por tres millones de euros para dise?ar el entorno de La Alh¨®ndiga. El toque personal de Starck reconvertir¨¢ al siglo XXI la funcionalidad de este emblem¨¢tico edificio construido por el arquitecto Ricardo Bastida en 1909. Un a?adido recurso tur¨ªstico de renombre en la remozada capital vizca¨ªna.
Dice Starck que ya est¨¢ viejo, y que ya no le mueven ni la gloria ni el dinero. Tiene una virtud com¨²n a alguno de los grandes creativos que ocupan hoy las p¨¢ginas de las revistas de estilo; un discurso envolvente sobre el sentido de la vida y los temas candentes de la actualidad mundial. Para todo tiene una respuesta filos¨®fica.
Si se le pregunta qu¨¦ le interesa del aceite de oliva, es capaz de despacharse un buen rato sobre la civilizaci¨®n humana basada en la inteligencia y su generador, el cerebro. Y ?qu¨¦ mejor alimento para este ¨®rgano? "El aceite de oliva, por ser el carburante de la inteligencia. Si la gasolina proporciona potencia a los veh¨ªculos de motor, el aceite de oliva potencia el cerebro".
A continuaci¨®n, puede explayarse sobre las virtudes de la alimentaci¨®n org¨¢nica y funcional y aplaudir que en Estados Unidos se vayan a prohibir las grasas saturadas. "Cuando vemos que se aprueban leyes de este tipo en un pa¨ªs especialista en los alimentos con m¨¢s qu¨ªmica y m¨¢s insanos del mundo, tenemos que comprender que se trata de algo serio. Hoy d¨ªa, la gente empieza a preocuparse por la importancia de la dieta y sus consecuencias y se convertir¨¢ en la preocupaci¨®n n¨²mero uno de la gente en el futuro. La clave no est¨¢ en la cantidad sino en la calidad de los alimentos en los pa¨ªses desarrollados".
Su talento creativo no se explica sin un discurso te¨®rico. De las grasas saturadas pasa a definirse ecologista con todas sus consecuencias, como su capacidad para vivir en un entorno sin luz ni tel¨¦fono. En este momento, dise?a un hotel en el desierto californiano de Mohave con cero impacto ambiental. Todos los recursos para facilitar una estancia confortable los obtendr¨¢ del entorno pr¨®ximo y no generar¨¢ ning¨²n tipo de residuo nocivo.
Pero estos proyectos "ecol¨®gicos" los compagina con otros prodigiosos del espectro opuesto. Est¨¢ entusiasmado con el desarrollo de un megayate para la firma francesa B¨¦n¨¦teau de 200 metros de eslora (sic) con un dise?o "completamente alejado de los barcos ostentosos y vulgares de la gente rica. No podemos tener barcos as¨ª, tenemos que dise?arlos en armon¨ªa con la naturaleza. He inventado un casco con el que navegaremos a 25 nudos (46 kil¨®metros por hora) sin que le afecten las olas. Va a suponer una revoluci¨®n en la forma de construir veleros, en su interior. Ofreceremos ideas totalmente nuevas para el mundo de los catamaranes".
Starck es una m¨¢quina de generar ideas. "Yo no hago negocio. Estoy en la vanguardia de las ideas, en explorarlas".
Adem¨¢s del megayate, Starck lleva tiempo dedicado a otro encargo ins¨®lito que le ha hecho el visionario brit¨¢nico Richard Branson, fundador de Virgin. Se trata de una nave comercial destinada a realizar vuelos espaciales. "Ser¨¢ la primera vez en la historia de la humanidad que personas privadas se desplacen al espacio". Starck se entusiasma sobre su papel en la "direcci¨®n art¨ªstica de la nave, desde los fuselajes a su interior, y en la imagen futurista del primer aeropuerto espacial privado del mundo". Y, sobre todo, con la idea pol¨ªtica que, afirma, subyace en su trabajo: la democratizaci¨®n de los objetos de lujo, la disponibilidad para el gran p¨²blico de escenarios y productos reservados a unos pocos.
Amor y complicidad
Dice Philippe Starck que todos los encargos que hace son por amor. O por complicidad con sus patrocinadores. Si no se dan estas condiciones, no los acepta. Detesta a la gente que sigue la moda ("son v¨ªctimas"). Su objetivo es acercarse a ese tipo de personas que se sientan a gusto con lo que hace, con los hoteles (de lujo) y los objetos de uso cotidiano que dise?a aplicando la regla democr¨¢tica de Robin Hood: "Quito a los ricos para dar a los pobres".
Se molesta si le preguntan cu¨¢nta gente trabaja para ¨¦l. "Nadie", dice. "Tengo un equipo de pocas personas que trabajan conmigo". No le busquen en su despacho porque no est¨¢ casi nunca. No se considera arquitecto. Starck -que en 1982 dise?¨® las dependencias privadas del presidente Mitterrand en el palacio del El¨ªseo- va siempre con un l¨¢piz y un papel en blanco donde apunta todas las cosas que se le ocurren de una manera improvisada. "Soy profundamente intuitivo", dice tras sacar sus lentes de vista cansada de su bolsillo. "?Ve? He dise?ado estas gafas con patillas que se giran en todas las direcciones para que resulte mucho m¨¢s f¨¢cil pon¨¦rselas".
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