Poetas en la ciudad en¨¦rgica
El Bilbao de Unamuno, Larrea y Blas de Otero, en calles y caf¨¦s
La vitalidad y el ajetreo caracterizan los muchos rincones bilba¨ªnos de principios del siglo XX. Locales hist¨®ricos, como el Iru?a y La Granja, sirven para evocar las vidas de tres grandes autores.
Bilbao no suele figurar en los mapas de la poes¨ªa espa?ola de forma destacada. Se tiende a mirar a otras ciudades como Madrid, Sevilla o Granada a la hora de explorar las biograf¨ªas y las trayectorias de los grandes poetas. Es como si Bilbao, la ciudad sombr¨ªa e industriosa de los ingenieros y los capitanes de empresa, prescindiera de los poetas con gesto altanero.
Sin embargo, Bilbao fue, en la primera mitad del siglo XX, un lugar donde algunos de los grandes poetas espa?oles velaron sus primeras armas. Tres de los que figuran en la c¨¦lebre antolog¨ªa de Gerardo Diego (un qui¨¦n es qui¨¦n de la poes¨ªa espa?ola del primer tercio de siglo) eran bilba¨ªnos: Juan Larrea, Miguel de Unamuno y Ram¨®n de Basterra. Y en Bilbao naci¨® y se movi¨® en su juventud Blas de Otero, uno de los grandes poetas de la posguerra.
Todav¨ªa hoy, tras los abundantes cambios en la fisonom¨ªa de la ciudad, se pueden dise?ar itinerarios por los que rastrear las huellas de estos autores. Su destino se resolvi¨® lejos de una ciudad que no fue clemente con ellos. Larrea muri¨® en 1980 en la ciudad argentina de C¨®rdoba cuando en Bilbao muy pocos le recordaban. Basterra falleci¨® en 1928 en Madrid devastado por una grave enfermedad mental. La muerte visit¨® a Unamuno en su casa salmantina en 1936. El autor de Paz en la guerra ten¨ªa el rictus amargo del que hab¨ªa concitado el rechazo de los dirigentes republicanos y los militares rebeldes. Blas de Otero muri¨® en Madrid en 1979. No le dio tiempo a ser viejo. La indiferencia de la ciudad hacia sus poetas no impide pasear por los rincones que guardan su recuerdo.
Las paredes de tres caf¨¦s -la Granja, el Boulevard (cerrado desde el 31 de octubre) y el Iru?a- vieron tertulias, comadreos, intrigas y borracheras de poetas en los primeros 50 a?os del siglo XX. Una acertada pol¨ªtica de empresa ha conciliado los decorados antiguos con una buena oferta de men¨²s, pinchos y bebidas en los dos caf¨¦s que se mantienen abiertos. Siguen tan llenos de vida como hace d¨¦cadas. Sus veladores y su decoraci¨®n invitan a retrotraerse a un viejo Bilbao que ideaba nuevas formas de ganar dinero y remedaba, con cierta precariedad, los usos y costumbres londinenses. Bilbao so?aba con parecerse a Londres cuando el le¨®n brit¨¢nico empezaba a dar las primeras se?ales de su decadencia.
El Caf¨¦ Boulevard, situado en el Arenal, es el m¨¢s antiguo de los tres. Fue fundado en 1871. Sus dos plantas ofrecen una decoraci¨®n art d¨¦co que se remonta a 1929. Vidrieras, estucos, bronces, m¨¢rmoles y alabastros han acogido hasta su cierre conversaciones, tertulias e inquietudes. Situado en el Casco Viejo, el Caf¨¦ Boulevard es el p¨®rtico que abre la entrada al Bilbao m¨¢s antiguo, aquel donde naci¨® Unamuno y que incluye enclaves como la plaza Nueva, con sus arcadas y sus terrazas de cafeter¨ªa abarrotadas de gente, o las escaleras que conducen a Bego?a, que trazan un recorrido lleno de sabor antiguo.
El Caf¨¦ Iru?a, frente a los Jardines de Albia, es un lugar fundamental de Abando, el barrio del Ensanche. De 1903, sus azulejos, sus techos policromados, sus pinturas murales y el h¨¢lito mud¨¦jar de su decoraci¨®n trenzan un espacio ¨²nico en el que se han escrito muchos versos y se han iniciado y concluido muchas amistades.
El Caf¨¦ La Granja, enclavado en la plaza Circular, en pleno centro de la ciudad, abre sus puertas junto a la airosa estatua del fundador de la villa, Don Diego L¨®pez de Haro. Fue inaugurado en 1926 con la vocaci¨®n de parecerse a los grandes caf¨¦s franceses. Sus columnas de hierro forjado y sus l¨¢mparas art nouveau caracterizan un caf¨¦ en cuya atm¨®sfera late a¨²n la energ¨ªa que impuls¨® a Bilbao en las primeras d¨¦cadas del siglo XX.
Tras salir del Caf¨¦ La Granja se puede enfilar por la Gran V¨ªa, con su n¨ªtido trazado, que divide en dos la ciudad con la precisi¨®n de una operaci¨®n de cirug¨ªa. La Gran V¨ªa, con sus entidades bancarias, sus comercios bulliciosos y sus portales elegantes, resucita los pasos de los poetas en su primera juventud. Todav¨ªa no ten¨ªan claro c¨®mo ganarse la vida y comenzaban a ver c¨®mo se les cerraban las primeras puertas. Cercana a la Gran V¨ªa est¨¢ la calle de Col¨®n de Larreategui, una de las rutas m¨¢s vistosas de la ciudad. Es una calle larga y llena de tiendas. Sus edificios muestran una arquitectura en¨¦rgica y desafiante que da cuenta de la fe racionalista de un Bilbao en el que los temores sucumb¨ªan ante la audacia de los m¨¢s fuertes.
El colof¨®n de este itinerario concluye en el parque de Do?a Casilda Iturriza. Tras un nombre tan solemne se esconde lo que los bilba¨ªnos siempre han llamado simplemente El Parque. Cercado por los edificios de la Gran V¨ªa y Abandoibarra, El Parque es un espacio m¨¢gico y lleno de resonancias misteriosas, un enclave donde las leyes del tiempo parecen suspendidas.
Modernismo y vanguardia
El Parque fue ejecutado entre 1912 y 1920 tomando como inspiraci¨®n otros parques de Francia. En unos instantes el paseante abandona el tr¨¢fago laborioso e incesante de la ciudad para internarse por sus cuestas y senderos. Son unas decenas de metros las que llevan a los bancos en los que se sientan desde parejas y familias hasta vagabundos y turistas. El Parque acoge el Museo de Bellas Artes, numerosas especies arb¨®reas y un gran estanque con patos y cisnes. Su enorme p¨¦rgola llama a detenerse y evocar un tiempo en el que el modernismo plegaba velas frente a los embates de las vanguardias.
La tranquilidad de El Parque frente a la febril actividad que lo rodea parece simbolizar el pulso de la ciudad. Bilbao esconde la delicadeza m¨¢s sutil dentro de un pu?o de hierro. Los primeros versos del poema Bilbao, de Blas de Otero, resumen el sentimiento contradictorio que provoca la ciudad. "Yo, cuando era joven, / te ataqu¨¦ violentamente, / te demacr¨¦ el rostro, / porque en verdad no eras digna de mi palabra, / sino para insultarte, / ciudad donde nac¨ª, turbio regazo / de mi ni?ez, h¨²meda de lluvia / y ahumada de curas, / esta noche / no puedo dormir, y pienso en tus tejados, / me asalta el tiempo huido entre tus calles, / y te llamo desoladamente desde Madrid, / porque s¨®lo t¨² sostienes mi mirada, / das sentido a mis pasos / sobre la tierra".
GU?A PR?CTICA
Dormir- Gran hotel Domine (944 25 33 00; www.granhoteldominebilbao.com). Alameda de Mazarredo, 61. La doble, desde 117 euros.- Hotel Mir¨®(946 61 18 80; www. mirohotelbilbao.com). Alameda de Mazarredo, 77. La doble, desde 90.- Hesperia Bilbao (944 05 11 00 www.hesperia-bilbao.com) Campo Volant¨ªn, 28. La doble, desde 64,68.Comer- La Mas¨ªa (944 249 035). Col¨®n de Larreategui, 48. En el bar se pueden pedir pintxos y raciones. En el restaurante la especialidad son las setas. Unos 30 euros. Cierra los lunes y los domingos por la noche.- Ambig¨² (944 24 23 43). San Vicente, 5. Cocina imaginativa y desenfadada. Men¨² del mediod¨ªa, 10,50 euros. Cierra domingos y festivos.- Arbola Ga?a (944 42 46 57).Parque de Do?a Casilda. Cocina contempor¨¢nea a cargo de Aitor Basabe en la ¨²ltima planta del Museo de Bellas Artes. Unos 60 euros. Cierra los domingos, lunes y martes por la noche.Caf¨¦s- Caf¨¦ Iru?a (944 23 70 21). Jardinesde Albia, s/n. Abre todos los d¨ªas.- Caf¨¦ La Granja (944 23 08 13) Plaza Circular, 3.Domingos, cerrado.Visitas- Museo de Bellas Artes (www.museobilbao.com; 944 39 60 60). Parque de Do?a Casilda. De martes a s¨¢bado, de 10.00 a 20.00. Domingos y festivos, de 10.00 a 14.00.Entrada, 5 euros. Los mi¨¦rcoles, entrada gratuita. El museo tambi¨¦n aloja la cinemateca, que organiza ciclos (hasta febrero, Jes¨²s Franco) y encuentros. Cada sesi¨®n cuesta 2,60 euros.Informaci¨®n- Turismo de Bilbao (944 71 03 01; www.bilbao.net/bilbaoturismo).
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