Voces desde El Pozo
Una decena de ni?os del barrio de El Pozo (Madrid) hacen 'Radio Kalambuco', un espacio radiof¨®nico que refleja sus inquietudes y les da voz propia. M¨²sica, deporte y tertulias con un objetivo: luchar contra el fracaso escolar y la exclusi¨®n
A algunos hay que sonarles los mocos antes de salir a antena; a otros, recordarles que deben pedir turno para hablar. Cuando el griter¨ªo arrecia, Higinio, o Miki, o Antonio, cualquiera de los adultos del control, ponen m¨²sica para abortar el guirigay. En el peque?o estudio de Radio Kalambuco, en el madrile?o barrio de El Pozo -uno de los escenarios del 11-M-, se vive con intensidad cada programa, una hora semanal en directo en la frecuencia de Radio Vallekas.
Esta peculiar cita con las ondas arranc¨® en junio de 2004. Averiguar cu¨¢ntos chicos participan en el programa es dif¨ªcil. "Depende", confiesa Higinio Pi, responsable de la Fundaci¨®n Amoverse, promotora de la iniciativa. "Al principio son menos; el m¨¢ximo se alcanza en primavera. Tambi¨¦n depende de la edad, porque aqu¨ª a los 15 o 16 a?os ya est¨¢n trabajando de aprendices, y nadie sale de un taller a las cinco".
El tope de edad de la escolaridad obligatoria es el techo de los beneficiarios de la Fundaci¨®n Amoverse, que trabaja con chicos de 6 a 17 a?os inmersos en situaciones sociales y familiares complejas a trav¨¦s de varios programas de actuaci¨®n. Del taller de radio surgi¨® Radio Kalambuco. Una herramienta de educaci¨®n no formal, a la vez instrumento de refuerzo escolar e integraci¨®n social, para los chavales del barrio.
El Pozo no es un barrio como los dem¨¢s. Urban¨ªsticamente es nuevo (los primeros pisos son de los ochenta), pero hunde sus ra¨ªces en carencias end¨¦micas, las del asentamiento chabolista que fue en sus or¨ªgenes, habitado por una poblaci¨®n de aluvi¨®n -andaluza, extreme?a, manchega- que se aposent¨® en las tierras que regaba el pozo de un tal T¨ªo Raimundo, all¨¢ por 1950. Hoy, las cifras de absentismo y fracaso escolar en este barrio duplican la media madrile?a: 24 de cada 100 ni?os abandonan. El 14% de la poblaci¨®n es analfabeta, el 29% sabe s¨®lo leer y escribir. Es alto el n¨²mero de hogares monoparentales (17%) y el de familias desestructuradas; por extensi¨®n, el de menores en situaci¨®n de riesgo social. La Fundaci¨®n Amoverse trabaja con ellos desde 1996, recogiendo la herencia del trabajo de los jesuitas en El Pozo; la figura de Jos¨¦ Mar¨ªa Llanos, el c¨¦lebre Padre Llanos, a¨²n proyecta su respetada sombra.
Los mi¨¦rcoles, el local de la fundaci¨®n es un hervidero. Los peque?os, de seis y siete a?os, como Aitor Mart¨ªnez, Miguel Menchero y Zeus ?valos, vienen de la mano de sus monitores, todos voluntarios. Los mayores, como Abraham Espejo, de 14, llegan solos, con ganas y nervios.
A los peque?ines les toca arrancar. Con babi azul¨®n bajo el anorak y flequillo con cresta, lleva la voz cantante Miguel, de siete a?os, en segundo de Primaria. ?l y sus compa?eros Aitor y Zeus han sido aleccionados del contenido y el orden de sus intervenciones; pero los adultos les acompa?an, por si acaso: un ni?o, un monitor.
Los peque?os tienen intervenciones acordes con su edad y sus tareas escolares: un saludo a sus colegios -p¨²blicos y concertados- y un par de frases sobre lo que se traen entre manos. "Hoy he hecho sumas y restas. Y me he portado muy bien", dice Aitor. Zeus, por su parte, confiesa comportarse "primero un poquito bien y luego regular". Miguel, puro nervio, canturrea: "Hoy no he obedec¨ªo?".
Viendo sudar a los monitores -tambi¨¦n se les cae la baba-, se entiende la frase de Higinio Pi: "A veces [el programa] sale de milagro". Los peque?ajos se van; es el turno de Saray Mu?oz, Mar¨ªa Menchero y Joana D¨¢vila, de 9 y 10 a?os. Cada una lleva una hoja con un par de p¨¢rrafos en letra regordeta: es el gui¨®n del programa, trabajado con Patricia, la monitora. "Esta radio tiene una dimensi¨®n educativa, y es obligatorio que trabajen. Hacerlo les ayuda a mejorar su capacidad de expresi¨®n", subraya Pi. Tras la salutaci¨®n a sus colegios, las chicas comienzan a contar sus vacaciones. "Hablan en p¨²blico, leen una poes¨ªa o un cuento. Es gratificante porque el barrio les escucha, lo que implica un elemento de autoestima. Hacen algo, y lo hacen m¨¢s o menos bien", concluye, y recuerda la an¨¦cdota -"ilustrativa de la vida del barrio"- de "un chavalillo gitano que trajo a rastras a la conserje de su colegio y al marido de ¨¦sta porque no se cre¨ªan que fuera capaz de hacer algo as¨ª".
Joana, que tiene nueve a?os y est¨¢ en cuarto de Primaria, sale del estudio y se pega a Soraya, otra monitora. "No s¨¦ si me oyen en casa, ni idea", dice, sin darle importancia. Afirma ser buena estudiante y disfrutar con los juegos y excursiones, pero es imposible arrancarle m¨¢s. "Es que tengo lache [verg¨¹enza, en cal¨®]". Unos tientos flamencos en la habitaci¨®n de al lado la animan, y a?ade: "Hacemos caj¨®n con los mayores. Eso me gusta lo que m¨¢s".
M¨¢s hablador es Pablo Ruiz Grijota, de la misma edad. "Ahora me tranquilizo, pero en el estudio estoy nervioso. Es el micr¨®fono, me da susto". Pablo est¨¢ en el grupo de apoyo al estudio, "donde hacemos los deberes con los monitores; nos ayudan sobre todo en matem¨¢ticas". ?Y qu¨¦ es lo que le gusta m¨¢s? "Los macarrones con tomate", suelta. "Bueno, tambi¨¦n me gustan la f¨®rmula 1, jugar al escondite y ver motores. Tengo un mono para ayudar a mi padre. Es mec¨¢nico". El juguete favorito del chaval, en quinto de Primaria, es un motor de explosi¨®n: "Me paso horas viendo c¨®mo suben y bajan los pistones". De la radio, le fascinan "los trastos que hay en el control, y los micr¨®fonos; es muy chulo".
"Es fundamental que los chicos sepan que son protagonistas", interviene Higinio desde la pecera. "Hablar en p¨²blico, aunque sea por un micr¨®fono, les hace mucho bien. La radio les motiva, y eso es importante, porque no est¨¢n muy sobrados de motivaci¨®n", dice. De ah¨ª la importancia de estas iniciativas: "Hay muchas carencias que remediar, cierto. Pero, paralelamente, debemos desarrollar la potencialidad de los chavales y fomentar la creaci¨®n de espacios propios y de relaci¨®n". Id¨¦ntico objetivo persiguen mediante el deporte: los ni?os m¨¢s callejeados y desestructurados -en palabras de los responsables- disputan liguillas de f¨²tbol-sala.
La fundaci¨®n, que participa con otras entidades en la Mesa de Absentismo Escolar, respalda tambi¨¦n un grupo de madres y abuelas; ellas son las principales destinatarias del programa de familia y del caf¨¦-tertulia, un rato para la expansi¨®n, el desahogo y el intercambio. Las mujeres de El Pozo, en las estad¨ªsticas, salen mal paradas: el 72% de analfabetos son amas de casa, y hay muchas madres adolescentes. Pero ello no impide que sus hijos alumbren inquietudes y en muchos casos talento. "Algunos chavales", contin¨²a Pi, "tienen grandes dotes para la m¨²sica, y muchos programas los hacemos con actuaciones en directo. El primo de alguien toca la guitarra y viene, o uno de nuestros chicos toca el caj¨®n". A la entrada hay una hilera de cajones flamencos, cedidos por el Secretariado Gitano. El resto de la m¨²sica del programa "se la traen los propios chicos", confiesa Higinio, pasando de puntillas, con una sonrisa no exenta de complicidad, por encima de la palabra descarga.
"Son chicos del barrio, y ¨¦ste es un barrio de la periferia", explica Pi. "Es decir, inmersos en la din¨¢mica de un sistema educativo deteriorado, r¨ªgido y poco poroso a las iniciativas sociales. Un chaval de 13 o 14 a?os que no quiere estudiar te dinamita la clase, pero no puede estar fuera, la ley lo proh¨ªbe. Y en casa pasa lo mismo: imagina a un chaval que vive con sus abuelos; no le pueden educar, es imposible, se limitan a darle cobijo", dice, midiendo cada palabra. "As¨ª, los mayores van desapareciendo del sistema escolar y acerc¨¢ndose al mundo laboral oficiosamente".
Emilio Bruno y Ricardo Abdo-Alawad,
Richi, ambos de 11 a?os, tienen muy claro qu¨¦ quieren ser: el primero, alba?il; el segundo, "futbolista o arquitecto". Richi y Emilio se sientan a horcajadas sobre dos cajones y aporrean la madera. "Tocamos en directo, eh?". Y se enzarzan en un debate sobre la radio: "A m¨ª no me gusta mucho, la verdad", confiesa Richi, a lo que Emilio replica que a ¨¦l s¨ª, "un poco". "Bueno, vale, lo que est¨¢ bien es compartir cosas", concede Richi. "Vamos a distintos colegios", interrumpe Emilio, "pero aqu¨ª podemos coincidir y hablar de f¨²tbol".
La m¨²sica y el deporte -no s¨®lo el de la tele; tambi¨¦n, y sobre todo, el que ellos mismos practican en Amoverse- inspiran las secciones m¨¢s exitosas del programa: 'El rinc¨®n del flamenco' empata en la preferencia de los chicos con 'La tierra del metal' -"de rollo heavy", explica Richi-; las sigue 'El deporte'. 'La voz del barrio' se abre a la participaci¨®n, el 'Concurso literario' fomenta la creatividad y el 'Nos visita' supone interrogar a cualquiera que pase por el estudio. La secci¨®n est¨¢ a cargo de Estefan¨ªa D¨¢vila, Fany, de 12 a?os, que hace primero de ESO -"y estoy en la radio desde que empez¨®"-, y Ainhoa ?valos, de 14 a?os, en tercero. Las dos echan en falta "m¨¢s m¨²sica moderna, de El Grupo o RBD. Molan mazo", asegura Fany, que amaga una queja: "Tenemos muy poco tiempo para preparar el programa; los estudios nos dan mucho trabajo". Pero est¨¢ satisfecha: "El a?o pasado ten¨ªamos una secci¨®n de c¨®mic. Nosotros ¨ªbamos escribiendo los di¨¢logos y desarrollando la historia cada semana. A veces no sab¨ªamos por d¨®nde tirar", confiesa entre risas. Un monitor plasmaba en dibujos las peripecias. "Se titulaba Aventuras en El Pozo, e iba de unos chicos que se pierden en el barrio; f¨ªjate, con lo dif¨ªcil que es perderse aqu¨ª?", bromea Fany, que tambi¨¦n juega al f¨²tbol-sala. Ainhoa asiste en silencio: "Es que acabo de empezar y todo me parece un misterio. Pero vengo con ganas? Y en casa les parece bien".
Ambas ponen punto final a la emisi¨®n; en ese tramo del programa, el estudio se sosiega. Gana terreno la charla y se afianzan las chicas, que ese d¨ªa tienen la oportunidad de entrevistar al padre de Radio Kalambuco, Ferm¨ªn Ib¨¢?ez, trabajador social. "Durante a?os pens¨¦ en hacer algo con la radio y los chicos del barrio. Logramos asesoramiento y financiaci¨®n del Fondo Social Europeo. As¨ª nos pusimos en marcha", recuerda Ib¨¢?ez. "Los mayores fuimos unos meses a Radio Vallekas a prepararnos. Paralelamente, estimulamos a los chicos. Ten¨ªan que ser ellos quienes dise?aran las secciones, a su gusto".
De las paredes cuelgan carteles pintados por los cr¨ªos con el s¨ªmbolo de Radio Kalambuco: el cubo de lat¨®n con que se saca agua del pozo -calambuco, en Extremadura-, representado con mofletes y narizota. El programa sale gracias a la hospitalidad de Radio Vallekas, miembro de la Asociaci¨®n Mundial de Radios Comunitarias. "Son radios abiertas a voces que no se oyen en otros ¨¢mbitos", se?ala Mariano S¨¢nchez, director de Radio Vallekas y presidente de la secci¨®n europea de la asociaci¨®n. "El programa se beneficia de la cercan¨ªa de una radio local, y la radio, de la frescura y la magia que crean los ni?os".
'Radio Kalambuco' no es la ¨²nica iniciativa de este tipo que acoge la emisora: "Desde hace 15 a?os realizamos talleres de radio para la integraci¨®n de chicos en riesgo. Contribuyen a aumentar sus capacidades y respaldan sus procesos educativos. La radio es una herramienta estupenda", concluye S¨¢nchez, que se queja de lo saturado que est¨¢ el dial -y de los intrusos que se cuelan-, "porque las radios comunitarias no est¨¢n reconocidas por la ley".
Abraham Espejo, de 14 a?os, le cuenta al aire el argumento de una popular serie televisiva, pero tambi¨¦n interviene en la secci¨®n de deportes -"hablo de f¨²tbol, de F-1, de motos?"-, y narra lo bien que se le da la pesca: "Este fin de semana pesqu¨¦ 16 truchas. Casi na?". Adem¨¢s, como veterano, le dejan meterse en control, ponerse los cascos y "despedir el programa". Nadie sabe si Abraham controla o enreda, pero luce una sonrisa de felicidad: "Es que me va la t¨¦cnica". En su rostro cobra relieve la frase de Ferm¨ªn Ib¨¢?ez: "La radio les hace tener voz, palabra. En su boca, cualquier hecho adquiere relevancia de primicia".
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