El abrazo hospitalario
Le recordamos con la amplia sonrisa de su hospitalidad y el modo en como extend¨ªa los brazos en toda su envergadura y nos abrazaba con la sonrisa que se transformaba despu¨¦s en carcajada. Un cogerte de los brazos y quedarse mirando como desde lejos para saber si todo permanec¨ªa como siempre. Su forma de recibirnos ya estuviera en Madrid, en Barcelona o en M¨¢laga es especialmente memorable, porque despu¨¦s del entusiasmo y el alboroto de los primeros momentos, se iniciaba una serena y reflexiva confesi¨®n en la que uno era preguntado por todos los acontecimientos y las novedades de nuestras existencias y nuestras tareas.
Al poco rato est¨¢bamos todos exponiendo y explicando en lo que est¨¢bamos metidos por aquel entonces y era muy reconfortante ver c¨®mo Claudio hac¨ªa suyo cualquier incidente que nos hubiera ocurrido, desde el ¨²ltimo libro que hab¨ªamos le¨ªdo hasta el tropiezo m¨¢s insignificante, pero lleno de sentido.
Fue muy grato para todos nosotros que Claudio tan generosamente se quedara en Barcelona tantos a?os porque todos aprendimos a reconocer la identidad que se puede dar entre lo cosmopolita y lo local, lo de ahora mismo y lo de siempre. Lo que arrastramos de la tradici¨®n y c¨®mo ¨¦sta se transforma, se engrandece y se reduce sin nosotros apenas intervenir en ello, o tan poco. Porque a Claudio Guill¨¦n lo que ciertamente le interesaba era la antropolog¨ªa de la creaci¨®n literaria: de qu¨¦ modo se hab¨ªa podido realizar una obra literaria que, localizada en el tiempo y en el espacio, mantuviera su verdad m¨¢s all¨¢ de cualquier circunstancia a expensas, tantas veces de su creador.
Distancia cr¨ªtica
Creo que su vida, casi toda su vida, de exilio, le permiti¨® esa distancia cr¨ªtica, tan pr¨®xima, que le permit¨ªa afirmar que no cre¨ªa en ideas como "letras nacionales" porque se quiera o no, todo pertenece a una patria com¨²n: el hombre. Y era, para ¨¦l, el hombre, el centro por el que pasan todas las disciplinas que se resuelven en una propuesta formal que incide en nuestra raz¨®n y en nuestra imaginaci¨®n como una experiencia com¨²n, una experiencia est¨¦tica, social e hist¨®rica, m¨¢s all¨¢ del terreno cl¨¢sico de las historias nacionales.
Claudio Guill¨¦n reflexionaba, escrib¨ªa y hablaba desde su experiencia de lector y se confund¨ªa en su experiencia vital. Todos sus asombros, como le gusta nombrar a todo lo que despertaba su curiosidad; todos sus asombros eran asombros sobre s¨ª mismo, sobre su memoria actualizada por la lectura y por la investigaci¨®n, por el soliloquio y por el di¨¢logo. Todo parece confluir en ¨¦l y confluye, en esa unidad de sentido, diminuta a veces y profunda, que incide en todas las parcelas del saber y que se confunde en todas las experiencias posibles.
Nada fue ajeno a sus intereses, a sus gustos y a sus objetivos intelectuales y todo se expresaba en esa sonrisa y en la envergadura del abrazo, extensa como su producci¨®n, fruto de su hospitalidad.
Toni Mar¨¬ es poeta y editor.
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