Fans y contratados para aclamar a las estrellas
Los responsables de la gala trasladaron a unas 300 personas a los aleda?os del Palacio Municipal de Congresos para hacer bulto
La XXI gala de los Premios Goya tuvo el domingo su dosis de ficci¨®n, como el cine.
-?Viene a ver los premios, se?ora?, le pregunt¨® un reportero de la cadena SER a una de las personas que se agolpaban en el exterior del Palacio Municipal de Congresos de Madrid.
-No, nosotras somos coordinadoras del p¨²blico.
-?C¨®mo hace la gente? ?Se apunta para venir a la fiesta?
-Eso es, se apuntan, les pagamos X dinero y encantados de la vida, todos tan felices.
Unas trescientas de las casi mil personas que se apostaban el domingo a la entrada del Palacio de Congresos eran figurantes. Se trata, dicen los responsables de la gala, de una pr¨¢ctica habitual que responde a cuestiones de imagen; a exigencias del gui¨®n est¨¦tico de la televisi¨®n. "No es una pr¨¢ctica delictiva", argumenta el productor Emilio Pina. "Son f¨®rmulas que hay que tener previstas en actos de este tipo. En una ceremonia de promoci¨®n del cine espa?ol no puedes arriesgarte a dar una imagen negativa". Todos los a?os se contrata a personas y se las viste ad hoc para ocupar las butacas que dejan por ejemplo vac¨ªas los miembros del equipo de una pel¨ªcula cuando se levanta a recoger un premio. En esta ocasi¨®n, con la retransmisi¨®n en directo del desfile de estrellas se hac¨ªa "necesaria" esa figuraci¨®n en el exterior del Palacio de Congresos. "No est¨¢ en la Gran V¨ªa y la afluencia de gente iba a variar en funci¨®n del tiempo, as¨ª que se hizo una previsi¨®n de p¨²blico de unas trescientas personas. Lo que sorprendi¨® es que hubo mucha m¨¢s gente de la que esper¨¢bamos".
Con todo, poco antes de la llegada del rostro m¨¢s esperado de la noche, Pen¨¦lope Cruz; minutos antes de que Juan Diego entrara en el edificio acompa?ado de todo el equipo de Vete de m¨ª -pel¨ªcula que le ha brindado su tercer Goya- y tambi¨¦n antes de que Viggo Mortensen, protagonista de Alatriste, hiciera acto de presencia en el recinto, se pudieron escuchar di¨¢logos como ¨¦ste:
-?Saben lo que acontece hoy aqu¨ª?
-Pues no, d¨ªgamelo.
-Los premios Goya.
-?Los premios Goya que los dan en d¨®nde? ?Aqu¨ª en el Palacio?
-S¨ª.
-?Ah! Ya, ya, ya, ya.
-?Qu¨¦ pasa que usted ve aglomeraci¨®n y viene?
-No, no, que me han llamado. Es que soy muy importante yo. Ja, ja, ja, ja.
Pero no todo eran figurantes en el exterior del recinto. La fiesta del cine tambi¨¦n moviliz¨® a un buen pu?ado de espont¨¢neos que desafiaron al fr¨ªo y se apostaron junto a las vallas una hora y media antes de que comenzara la gala. Unos buscaban aut¨®grafos; otros, la mirada de alguna de sus actrices fetiche.
-?Y usted a qu¨¦ ha venido?
-?La verdad? A gritarle a Pen¨¦lope. A decirle que engorde un poco, que me gusta m¨¢s con el culo de Raimunda [su personaje]-, responde Jaime, un madrile?o de 26 a?os.
-?Y usted?
-A pedir un aut¨®grafo a Viggo Mortensen. S¨¦ que en unos pocos a?os su firma valdr¨¢ oro.
Hubo mucha ficci¨®n, pero tambi¨¦n cierta dosis de realidad en la XXI gala de los Goya.
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