Acoso a la prensa marroqu¨ª
Con el pretexto de no da?ar la imagen de un rey que se dice dem¨®crata, el r¨¦gimen de Rabat utiliza la justicia y el boicoteo publicitario para callar a los medios d¨ªscolos
Cuando, en diciembre de 2000, el r¨¦gimen marroqu¨ª cerr¨® de un plumazo tres semanarios (Le Journal, Assahifa y Demain) aleg¨® que la "l¨ªnea editorial" de estas publicaciones atentaba contra las "causas sagradas" de la naci¨®n. No aludi¨® a nada concreto, tampoco se refer¨ªa a ninguna calumnia, ni a la publicaci¨®n de noticias falsas. No. Estaba en contra de una "l¨ªnea editorial", una manera de ver el mundo que no compart¨ªa.
En resumen, y as¨ª lo confes¨®, sancionaba el delito de opini¨®n. La ingenuidad de esa declaraci¨®n no era una prueba de su honestidad, sino m¨¢s bien la demostraci¨®n palpable de su autoritarismo a¨²n en ciernes. Apenas hab¨ªa transcurrido entonces un a?o desde la entronizaci¨®n del nuevo rey Mohamed VI.
Desde entonces, los m¨¦todos represivos contra la prensa se han adaptado al nuevo contexto de la ¨¦poca. El cierre de los semanarios en 2000 hab¨ªa ensombrecido la reputaci¨®n del rey dem¨®crata Mohamed VI. Era, por tanto, necesario utilizar instrumentos de control menos costosos para la imagen de la monarqu¨ªa.
Aparecieron entonces dos innovaciones significativas: el acoso judicial y la asfixia econ¨®mica. La primera permit¨ªa esconderse detr¨¢s de la proclamada "independencia" de la justicia y la segunda consist¨ªa en escurrir el bulto atribuyendo la culpa a esta mara?a informe y an¨®nima que es el mercado.
En 2001, un tribunal me conden¨® a m¨ª y al redactor-jefe de Le Journal, Al¨ª Amar, a tres y a dos meses de c¨¢rcel firme, respectivamente, as¨ª como a pagar 200.000 euros por da?os y perjuicios al ministro de Asuntos Exteriores, Mohamed Benaissa. ?ste hab¨ªa presentado una denuncia por difamaci¨®n tras la publicaci¨®n por Le Journal de un art¨ªculo sobre su implicaci¨®n en una dudosa operaci¨®n inmobiliaria en Washington cuando era embajador de Marruecos en EE UU. Tras un recurso de apelaci¨®n, las condenas ya no llevaron aparejado el ingreso en prisi¨®n y la indemnizaci¨®n se rebaj¨® a 50.000 euros, una cantidad ingente en Marruecos. Benaissa utiliz¨® todos los medios a su alcance para que se ejecutase la sentencia. Lleg¨® a incautar la recaudaci¨®n de las ventas de la revista y a subastar los activos de la empresa editora, que est¨¢ en liquidaci¨®n.
El Comit¨¦ de Protecci¨®n de los Periodistas, con sede en Nueva York, otorg¨®, por este caso, a Le Journal el premio internacional de la libertad de prensa.
El comportamiento del r¨¦gimen con Al¨ª Lmrabet fue todav¨ªa m¨¢s radical. En 2003, el director de la revista sat¨ªrica Demain Magazine fue condenado a tres a?os de prisi¨®n firme. Su crimen: publicar una caricatura que "atentaba" contra la monarqu¨ªa. Lmrabet ser¨¢ encarcelado. Har¨¢ dos huelgas de hambre, que casi le resultaron fatales, antes de que el r¨¦gimen ceda ante la presi¨®n de la opini¨®n p¨²blica, sobre todo la internacional. El periodista ser¨¢ finalmente indultado.
M¨¢s tarde volver¨¢, sin embargo, a ser nuevamente condenado. Una sentencia de inspiraci¨®n medieval le "prohibir¨¢ ejercer el oficio de periodista" por haber escrito que los saharauis de los campamentos de Tinduf eran refugiados, una afirmaci¨®n juzgada contraria a los intereses de Marruecos y a su integridad territorial.
Paralelamente al acoso judicial, el r¨¦gimen ech¨® mano del boicoteo publicitario. De esta manera, los ingresos de publicidad de Le Journal disminuyeron un 80% entre 2000 -el a?o del cierre-, y 2001. Conviene recordar que los medios de presi¨®n al alcance de la monarqu¨ªa son, en ese ¨¢mbito, impresionantes. El rey es uno de los hombres de negocios m¨¢s ricos del pa¨ªs y, seguramente, el m¨¢s influyente. Las sociedades que controla la familia real figuran entre los mayores anunciantes.
Si contamos todas sus empresas y les a?adimos las que son p¨²blicas y los grupos privados que trabajan con el Estado, son numeros¨ªsimas. Para un peri¨®dico, prescindir de estos anunciantes es correr un riesgo mortal. As¨ª se explica, en buena medida, la docilidad de la gran mayor¨ªa de grupos medi¨¢ticos llamados "independientes". De ah¨ª que los que no siguen la l¨ªnea oficial est¨¦n condenados a la precariedad financiera.
A pesar de este acoso permanente, la prensa independiente sobrevive. Esta resistencia lleva al r¨¦gimen a recurrir a m¨¦todos a¨²n m¨¢s abyectos. As¨ª, en febrero de 2006, el Ministerio del Interior se aprovechar¨¢ de la pol¨¦mica suscitada por las caricaturas del profeta Mahoma para incitar a los marroqu¨ªes a manifestarse contra Le Journal, acusado de haberlas reproducido. La implicaci¨®n del Estado qued¨® puesta de manifiesto por la utilizaci¨®n de unos veh¨ªculos, propiedad de la municipalidad de Casablanca, para transportar a los seudomanifestantes escoltados por funcionarios del Ministerio del Interior. Las televisiones p¨²blicas marroqu¨ªes difundieron reportajes sesgados sobre esta concentraci¨®n "espont¨¢nea" ante nuestra sede.
Este r¨¦gimen, que se proclama moderno, orquest¨® en realidad una aut¨¦ntica campa?a de incitaci¨®n al odio contra un medio de comunicaci¨®n marroqu¨ª.
El asunto Nichane, el semanario cerrado en diciembre por el primer ministro Driss Jettu, es, desde esta misma perspectiva, harto interesante. Dos periodistas de la revista fueron condenados este mes a tres a?os de prisi¨®n condicional por dedicar unas p¨¢ginas al humor transgresor de los marroqu¨ªes. El r¨¦gimen recurri¨® al art¨ªculo de la ley de prensa que sanciona las ofensas a los valores sagrados para castigarles duramente. Queda as¨ª en evidencia que esta noci¨®n de "valores sagrados", recogidos en la ley de prensa, s¨®lo es un instrumento de represi¨®n que utiliza el poder para someter a los medios de comunicaci¨®n.
Unos meses antes fui tambi¨¦n condenado, junto con el periodista Fahd Iraqi, a pagar 270.000 euros, un r¨¦cord en la historia judicial de Marruecos, por otro caso de difamaci¨®n. Como no puedo abonar ese importe, me he visto obligado a dimitir como director de Le Journal para tratar de evitar as¨ª su cierre. Esta lista de ataques contra la prensa libre de Marruecos no es, ni mucho menos, exhaustiva. Aun as¨ª, estos ¨²ltimos episodios demuestran que si hay m¨¢s libertad de expresi¨®n en nuestro pa¨ªs no es gracias al r¨¦gimen, sino a pesar suyo.
Aboubakr Jamai fue, hasta principios de enero, director del semanario Le Journal.
Traducci¨®n de Mart¨ª Sampons.
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