Modelo para armar
El gran historiador Georges Corm sosten¨ªa que L¨ªbano era la soluci¨®n. Pero jam¨¢s ha dejado de ser un problema. Era la soluci¨®n, seg¨²n el ex ministro liban¨¦s, porque su sistema de c¨¦lulas comunitarias, estancas hacia el interior como los millet del imperio otomano, deb¨ªan estructurarse hacia el exterior en un Estado de todos los libaneses, para constituir un modelo de convivencia no s¨®lo entre musulmanes y jud¨ªos, sino chi¨ªes y sun¨ªes, minor¨ªas cristianas y rebotes diversos del islam, como alau¨ªes y drusos. Pero, en lugar de ello, L¨ªbano vive al borde del enfrentamiento civil. El Gobierno del sun¨ª Fuad Siniora, sostenido por Estados Unidos y Francia, se encastilla ante la agitaci¨®n popular desencadenada por Hezbol¨¢, que respaldan Ir¨¢n y Siria, en una prueba de fuerza que muchos consideran determinante para el equilibrio en Oriente Medio. Un multi-conflicto en el que se entrecruzan los principales actores de la zona, pero con alineamientos no siempre tan obvios como parece.
Los bandos que se oponen en primera instancia son Occidente y sus aliados musulmanes y los llamados Estados radicales del ¨¢rea, aquellos directamente contrarios a la intervenci¨®n norteamericana en Irak, y que quieren que Washington se retire con armas y bagajes. Pero esos aliados, los Estados que se conoce como moderados, Egipto, Arabia Saud¨ª y Jordania no desean, sin embargo, una victoria absoluta de Estados Unidos, porque eso equivaldr¨ªa a una victoria tambi¨¦n de Israel.
En segundo lugar, se produce un enfrentamiento de sun¨ªes, Siniora m¨¢s los Estados citados, contra chi¨ªes, Ir¨¢n y su aliado sirio -que domina la minor¨ªa alau¨ª- y Hezbol¨¢. Pero los cristianos de Michel Aoun, diferentemente de la mayor¨ªa maronita que hace causa com¨²n con los sun¨ªes, apoyan a la guerrilla chi¨ª del sur de L¨ªbano. Y esa divisi¨®n en el interior de cada campo se propaga hasta la propia Palestina, donde Al Fatah del presidente Abbas se alinea con los moderados, y Ham¨¢s, unido a la Hermandad Musulmana, que son todos sun¨ªes, ven a Hezbol¨¢ como un aliado en la lucha contra Israel.
En tercer lugar, la proto-guerra libanesa refleja una oposici¨®n entre dominadores y dominados. La mayor¨ªa de sun¨ªes y cristianos luchan por mantener una preeminencia hist¨®rica sobre el chiismo, que es el bajo pueblo y se agrupa tras el movimiento patri¨®tico y terrorista de Hezbol¨¢. La pugna, en lo que tiene de pol¨ªtica de superficie, se reduce hoy a una pugna entre el mantenimiento de un Ejecutivo controlado por los grupos hist¨®ricamente hegem¨®nicos, como defienden los pro-occidentales, y la formaci¨®n de un Gobierno de uni¨®n nacional en el que el chiismo -algo m¨¢s que simple marioneta de Teher¨¢n- tenga la mitad de las carteras y el primer ministro resulte aceptable para todas las facciones, como exige Hezbol¨¢.
Y, finalmente, Israel, el actor m¨¢s silencioso pero que micro-escruta cada paso de ambas coaliciones, quiere el L¨ªbano m¨¢s d¨¦bil posible, sin olvidar nunca la posibilidad de establecer una alianza con la minor¨ªa cristiana, como ya hab¨ªa pretendido Ben Gurion en 1948, y se intent¨® con la invasi¨®n de junio de 1982.
?Hay salida a este enfrentamiento a tantas bandas? Cabe que sea ya tarde para todo, pero la respuesta no puede ser otra que promover la emergencia de un verdadero L¨ªbano, en el que la estad¨ªstica y el censo cobren todo su democr¨¢tico valor. La oportunidad se dej¨® pasar con los acuerdos de Taif en 1989, que apenas mejor¨® para los musulmanes -tanto sun¨ªes como chi¨ªes- el reparto de poder entre comunidades, que es a¨²n muy favorable a los cristianos. Nada vale ya que no sea saber, mediante elecciones no comunitarias, qui¨¦n vota qu¨¦. Y as¨ª acabar con el arreglo establecido en 1943, bajo mandato franc¨¦s, que entrega la jefatura del Estado a un cat¨®lico maronita, la direcci¨®n del Gobierno a un sun¨ª y la presidencia de la C¨¢mara a un chi¨ª.
Si existe la naci¨®n libanesa s¨®lo hay una manera de averiguarlo: votando. Esa perspectiva est¨¢ hoy, sin embargo, en las ant¨ªpodas de lo posible. La democracia sin adjetivos no tiene m¨¢s apoyos en la zona que el de quienes esperan beneficiarse de ella. Estados Unidos quiere su aritm¨¦tica democr¨¢tica para dominar Irak, e Ir¨¢n, la suya si creyera que pudiera llegar a favorecerle en el pa¨ªs levantino. Ni los libaneses parecen interesados en saber si L¨ªbano es o no una naci¨®n.
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